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Bajo las criptas del Valle de Cuelgamuros: "Impacta porque son restos humanos, son personas"

  • Familiares de las víctimas visitan por grupos las exhumaciones que se están llevando a cabo en el Valle de Cuelgamuros
  • Más de 30.000 personas están enterradas en las criptas de este mausoleo levantado por presos políticos republicanos

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Familiares de las víctimas visitan por grupos las exhumaciones que se están llevando a cabo el Valle de Cuelgamuros
Familiares de las víctimas visitan el Valle de Cuelgamuros RTVE

Una cruz de 150 metros de alto se alza sobre el Valle de Cuelgamuros. Es difícil quitar la vista del cielo ante tal descomunal construcción, levantada principalmente con el trabajo esclavo de presos republicanos. Pero quienes este lunes han visitado el mausoleo franquista —antes Valle de los Caídos— tienen puesta la mirada en sentido opuesto, justo bajo tierra, donde descansan los restos de sus familiares.

Más de 30.000 víctimas de la Guerra Civil reposan en la que es la mayor fosa común de España. Este lunes, algunas de las 60 familias que aceptaron la invitación de la Secretaría de Estado Democrática y que reclaman los restos de sus antepasados, tuvieron la oportunidad de ver con sus propios ojos las exhumaciones que el Gobierno autorizó en 2021, y que actualmente se llevan a cabo en este colosal panteón levantado en la Sierra de Guadarrama.

“Alguno de estos puede ser tu abuelo”

Les acompaña Miguel Ángel Estévez, psicólogo que ofrece apoyo emocional a los familiares durante las visitas. Su objetivo, señala a RTVE.es, consiste en que la jornada “no les suponga un peso emocional ni una experiencia traumática”. Ante la imposibilidad de acceder al recinto, los ojos de los visitantes sirven de guía a los periodistas para conocer los detalles del recorrido.

El mausoleo se extiende a lo largo de una inmensa basílica excavada en la tierra que alcanza los 260 metros de longitud. “Una arquitectura que, para esas personas que vienen a encontrarse con los restos de sus familiares, puede resultar agresiva e incluso intimidante”, explica Miguel Ángel. Al fondo, ya en el altar, quedan a izquierda y a derecha las dos capillas principales: la del Santísimo y la del Santo Sepulcro.

Es en esta última donde se realizan las labores de exhumación, lideradas por el antropólogo forense Francisco Etxeberria. Él y su equipo atienden a las visitas y muestran los trabajos de investigación en el laboratorio donde se llevan a cabo. Los restos que pertenecen a las víctimas se disponen de forma ordenada, todo con las pertinentes medidas de seguridad para los visitantes (un traje EPI, guantes y mascarilla) ante la contaminación que afecta a la atmosfera del lugar. “Para alguien que no está acostumbrado, eso impacta porque alguno de estos huesos puede ser de tu abuelo”, advierte Miguel Ángel.

Familiares de los hermanos Lapeña visitan Cuelgamuros

"El proceso ha sido agridulce. El sitio da un poco de miedo y mal rollo y, luego, pues es un poco abrumador saber que hay tanta gente ahí y que puede que estén mis familiares". Manuel y Antonio Ramiro Lapeña militaban en el sindicato anarquista de la CNT en su pueblo natal, Villaroya de la Sierra, en Zaragoza. En 1936 ambos fueron fusilados, enterrados en una fosa común y posteriormente trasladados a las criptas del entonces Valle de los Caídos.

Cecilia Capapé Lapeña es familiar de los hermanos Lapeña, cuyo caso marca un antes y un después en el proceso que inicia la exhumación de las víctimas que reposan en el mausoleo. Todo un proceso judicial iniciado en 2012 y que encuentra respuesta en 2016 con un auto que autoriza la primera de las exhumaciones en Cuelgamuros.

A la izquierda, Cecilia y Eduardo / En el centro, los hermanos Lapeña / A la derecha, la familia Lapeña

A la izquierda, Cecilia y Eduardo / En el centro, los hermanos Lapeña / A la derecha, la familia Lapeña Cedida por Cecilia

Es el inicio de un largo recorrido que da luz verde a los trabajos en el Valle, y que supone el punto de partida en la decisión del Gobierno en 2021 para dar comienzo a los trabajos de exhumación.

“Llevamos luchando por esto un montón de años. Lo estoy haciendo porque es un acto de memoria democrática, por mi abuelo, que estuvo toda la vida con esto dentro, por mi madre y por mi padre que han luchado siempre”. Manuel Lapeña falleció con 97 años, en 2021, esperando las exhumaciones. Hoy, su nieta Cecilia dice sentir tranquilidad por saber que existe la posibilidad de que puedan enterrar a su bisabuelo con él.

Eduardo Ranz representa a la familia. “Creemos que el cumplimiento del auto de los hermanos Lapeña es esencial para que este país supere muchos traumas", explica el letrado a RTVE.es. El objetivo de este proceso, añade, es que las víctimas recorran este camino "cargados de dignidad".

“Decepcionado y con pocas esperanzas”

A la salida, las impresiones muestran disparidad. El buen trato que José Manuel Andrino dice haber recibido por parte del equipo de forenses y psicólogos no ha sido suficiente para dar esperanzas al que es nieto de un jornalero de Badajoz. La familia descubrió, a raíz de unos documentos del Ayuntamiento de Nogales, que José Andrino Muñoz había sido trasladado al Valle. Fue uno de los muchos represaliados que pagaron por el asesinato de un Guardia Civil en la sierra extremeña de Montalud. Su hijo, padre de José Manuel, tenía 8 años cuando mataron a su padre. “Fue una persona traumatizada toda su vida”, explica José Manuel a RTVE.es.

“Quiero saber si está aquí o no, porque siempre ha sido un tema muy tabú”. José Andrino Muñoz frecuentaba la Casa del Pueblo de Nogales para ayudar a los vecinos con tareas administrativas. El jornalero, apodado el Piquiña, sigue sin haber sido identificado entre los restos de quienes reposan en el mausoleo.

A la izquierda una foto familiar, a la derecha retrato de José Manuel Andrino

A la izquierda una foto familiar, a la derecha retrato de José Manuel Andrino Cedida por José Manuel

A la salida de la visita, su nieto se siente reconfortado tras ver el trabajo de los forenses. Sin embargo, su expresión dice mucho más y deja entrever la mirada de alguien que no encuentra a lo que acogerse entre decenas de miles de cuerpos: “Decepcionado y con pocas esperanzas porque está todo muy mal, es todo un amasijo de huesos… Se ha deteriorado mucho, esto tendría que haberse hecho mucho antes”. Y es que la humedad, las condiciones deplorables y el transcurso de los años convierten la cripta en todo un reto para los profesionales que realizan los trabajos.

Silicona para impedir los trabajos de exhumación

Los 400 kilómetros que separan el Valle de Cuelgamuros de la localidad vizcaína de Elorrio dejan a Jesús y Aitor Aristegui Larrañaga con algo de hambre y ganas de tomar el fresco. Pero si por algo se impacientan es por empezar la visita.

José Larrañaga Zarragoa murió en el frente, durante la batalla de Gandesa, en Tarragona. Fue trasladado al Valle de los Caídos en 1959. “La familia no se enteró, fue todo un drama terrible”. Ambos hermanos, sobrinos del soldado republicano, critican la falta de propósito del Estado y la dejadez institucional en materia de reparación con la memoria democrática. Asimismo, señalan que ha habido intentos para frustrar las exhumaciones. “Por lo que sabemos hay muchas pegas, desde Abogados Cristianos hasta los sacerdotes que hay aquí”.

Jesús y Aitor frente a las puertas del Valle de Cuelgamuros minutos antes de la visita

Jesús y Aitor frente a las puertas del Valle de Cuelgamuros minutos antes de la visita SERGIO SERRANO

Preguntado Miguel Ángel Estévez, que conoce de cerca los trabajos, por estas presuntas trabas, el psicólogo responde que el equipo de forenses ha denunciado en más de una ocasión que los sacerdotes que todavía se hospedan en el valle colocaron silicona en una esclusa para impedir la entrada de los profesionales. Por su parte, la asociación católica Abogados Cristianos y la Fundación Francisco Franco solicitaron en vano la paralización de las exhumaciones en los tribunales.

"El señor pequeñito, el dictador, se paseaba a caballo por aquí. Tardaron 25 años en construir esto y ya tendría que estar liquidado". Los hermanos Larrañaga ahora solo esperan poder resarcirse y encontrar "un poco de justicia” a raíz de los trabajos de exhumación.

"Impacta porque son restos humanos, son personas"

La última vez que Rosa Gil Martínez estuvo en Cuelgamuros fue en 2019 junto a su padre, que murió hace un año: "Él no lo va a poder ver, pero nosotros seguimos con su lucha". Rosa visita hoy con su hijo Félix las exhumaciones a la espera de que los trabajos logren identificar a su abuelo, Pedro Gil Calonge, combatiente en el bando franquista. Su intención es que sea enterrado en la localidad soriana de Tajahuerce, de donde era originario.

A la izquierda, Rosa con su hijo Félix / A la derecha, Pedro Gil Calonge

A la izquierda, Rosa con su hijo Félix / A la derecha, Pedro Gil Calonge Cedida por Rosa

Los trabajos en la zona concreta en la que podría estar su familiar han quedado paralizados en consecuencia de los ya mencionados intentos de Abogados Cristianos por detener las exhumaciones. Un recurso interpuesto por la asociación el pasado 2023 alegó que los trabajos son una “vulneración del derecho fundamental a la libertad religiosa”. “No tienen ningún derecho, al fin y al cabo, ellos no son nada, nosotros somos los familiares”, opina Félix.

Pese a ello, Rosa se encuentra satisfecha al comprobar con sus propios ojos que los trabajos avanzan en otras áreas y, feliz de poder estar acompañada de su hijo. “Impacta, porque son restos humanos, son personas”, explica. Pero el miedo y el respeto que ambos profesan terminan convirtiendo la incertidumbre en certeza al concedérseles aquello a lo que tienen derecho, concluye Miguel Ángel Estévez.