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Sánchez e Iglesias, una difícil relación marcada por los altibajos y la desconfianza

  • El fracaso de la última reunión entre ambos líderes dificulta la investidura de Sánchez
  • Tras la moción de censura, PSOE y Podemos mejoraron su relación que ahora vuelve a complicarse

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Pablo Iglesias y Pedro Sánchez
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en una reunión previa a la mantenida este martes.

El 2 de marzo de 2016 Pablo Iglesias ofrecía su primer discurso en el Congreso de los Diputados. Fue una dura intervención que marcó su relación con el PSOE para siempre. Ese día, entre gritos de "fuera, fuera" de la bancada socialista, le dijo a Pedro Sanchez que lo socialistas habían "olvidado sus principios" y "dado la espalda a los trabajadores". Remató su estreno parlamentario con un "su partido tiene el pasado manchado de cal viva".

Esa intervención se enmarcaba en la sesión de investidura de Sánchez, que resultó fallida. Unidas Podemos dijo 'no' a hacer presidente a un Pedro Sánchez que no había ganado las elecciones pero, ante la negativa de Mariano Rajoy a someterse al debate, se postuló. "Yo le acepto a usted, señor Sánchez, acepte usted a Podemos", le espetaba el líder morado, que le echó en cara que hubiese preferido a Albert Rivera para firmar un pacto. "PSOE y Podemos están condenados a entenderse", le contestaba Sánchez.

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Tres años después, algunas de esas frases son perfectamemente aplicables a la situación actual. Y si no cambian, y mucho, las negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos antes del 22 de julio, Sánchez se someterá a otra investidura fallida. Ambos partidos ya preparan el relato de la culpabilidad, lanzando la responsabilidad al contrario. Y todo con el fantasma electoral más vivo que nunca con una fecha ya fijada en el horizonte: 10 de noviembre.

Desencuentros y 'sonrisas del destino'

La relación entre PSOE y Podemos, entre Sánchez e Iglesias, nunca ha sido fácil. Los socialistas vivieron con pánico las dos citas electorales de 2015 y 2016 por la posibilidad de sorpasso, pero en las últimas elecciones generales del 28 de abril consiguieron casi triplicar el número de escaños- 123 de PSOE por los 42 de Unidas Podemos y confluencias-. Una posición de ventaja que les hace ahora mantenerse en su defensa de un gobierno monocolor y rechazar el gobierno en coalición por el que aboga Podemos.

Hay que remontarse hasta 2014 para entender el comienzo de los desencuentros entre los partidos que se disputan la izquierda y sus líderes. Podemos nace llamando "casta" al PSOE que, por aquel entonces, se refería a la entonces nueva formación como los "populistas" con los que "nunca" pactaría.

En enero de 2016, Iglesias, con sorna, pidió a Sánchez la Vicepresidencia en una rueda de prensa, estos días recordada por los socialistas. "La posibilidad histórica de ser presidente es una sonrisa del destino que me tendrá que agradecer", dijo Iglesias tras las elecciones del 20D de 2015 donde obtuvo 69 escaños, frente a los 90 del PSOE.

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El PSOE echa en cara ahora a Podemos que se mantenga en la "misma posición" ya que, según han dicho fuentes socialistas, Iglesias ha vuelto a hacer la misma petición a Sánchez: ser su mano derecha en el Consejo de Ministros. Podemos lo niega tajantemente. Se acusan de mentir y vuelve así la desconfianza en un clima que no invita al acuerdo.

En estos años, los socialistas han culpado insistentemente a Podemos y, muy concretamente, a Iglesias, de que en ese momento frustraran la posibilidad del PSOE de echar al PP del Gobierno. La historia que vino después es conocida en un 2016 de infarto e histórico: investidura fallida de Rajoy, repetición de elecciones, bajada a los infiernos del PSOE con una traumática abstención que mantuvo al PP en La Moncloa y 'entierro' político de Sánchez, que revivió en 2017. Precisamente la reelección de Sánchez como líder del PSOE mejoró la relación entre ambos.

La moción de censura les llevó a su tiempo de 'idilio'

En 2018 Iglesias se sacudió la culpa y llevó a Sánchez a La Moncloa tras una moción de censura por la que se jacta haber trabajado más que el propio líder socialista. Los gritos de 'sí se puede' resonaron en el Congreso de los Diputados ese 1 de junio de 2018 y Sánchez, recién proclamado presidente, se abrazó con Iglesias. El papel del secretario general de Podemos fue crucial para conseguir que ERC y Junts per Catalunya apoyaran esa moción.

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A partir de ahí comenzó un idilio que parece haber saltado por los aires y que podría acabar en divorcio si finalmente no hay investidura y en noviembre hay repetición electoral. En los nueve meses que duró el gobierno de Sánchez, Unidas Podemos fue clave para la gobernabilidad, algo que ha reconocido y agradecido Sánchez en numerosas ocasiones. Tanto que se convirtió en el "socio preferente" y en el primer partido al que mirar para fraguar alianzas. Llegaron a pactar los Presupuestos Generales del Estado y a sacar medidas adelante de forma conjunta como la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Ambos partidos hablaban de un "camino de colaboración" que puede haber llegado a su fin.

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Sánchez disfrutó en su breve mandato de ese entendimiento con Iglesias, que fue el único que le dio oxígeno cuando los golpes le venían por todos los frentes: PP, Ciudadanos e independentistas. Sesiones de control de guante blanco, reuniones públicas y secretas, relaciones más que fluidas- con el parón de la baja por parternidad de Iglesias- que llevaron después a un campaña electoral en la los ataques mutuos fueron los justos y necesarios en dos debates electorales en los que prácticamente ni se rozaron.

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Cinco reuniones que han ido deteriorando la relación

Tras la primera reunión en mayo entre ambos para las negociaciones de gobierno se habló de tono conciliador, entendimiento, prudencia y discreción. Sánchez le dedicó mas minutos que a nadie en esos primeros encuentros. Pablo Casado y Albert Rivera le dijeron rápido que 'no es no'.

Todo eran buenas palabras, pero a medida que han ido avanzando las semanas, la negociación ha virado a un pulso en el que las posturas no pueden estar más enfrentadas. Sánchez se niega a tener ministros de Podemos e Iglesias dice que si no entran en el Gobierno, habrá elecciones y el "culpable" será Sánchez.

En la segunda reunión, acordaron trabajar en un gobierno "cooperación" pero no se aclararon los términos de ese nuevo formato. De ahí pasaron a las "posturas alejadas" del tercer encuentro y a la 'amenaza' con el voto en contra de Podemos en la cuarta cita. En el último encuentro de este martes estalló la tormenta con el desencuentro total en una reunión sin acuerdo alguno en la que se elevó el tono hablando de "falta de lealtad" y "amenazas". De momento, eso sí, nadie habla de ruptura de relaciones.