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'Brexit'

Tres horizontes para el 'Brexit': claves de la nueva prórroga que Bruselas concede a Londres

  • Reino Unido cuenta con seis meses más de plazo, pero la intención de todas las partes es que salga antes de la UE
  • La incertidumbre sobrevuela todo el proceso y nadie descarta que en octubre sea necesaria una nueva prórroga

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Manifestantes antibrexit enarbolan las banderas de la UE y la Union Jack
Manifestantes antibrexit enarbolan las banderas de la UE y la Union Jack.

El Brexit ha mutado definitivamente en folletín: como en los mejores clásicos del género, cada votación y cada cumbre parece definitiva, con los protagonistas al borde del desastre, para luego tomar aire en otro capítulo. Y así, los Veintisiete han concedido este miércoles una nueva fecha a Reino Unido para su salida de la Unión Europea, un aplazamiento flexible hasta el 31 de octubre que evita una salida abrupta el viernes y que marca tres horizontes en función de las decisiones que adopte Londres, aunque tampoco es definitivo porque no descarta una nueva prórroga.

El primero de esos horizontes está determinado por las elecciones europeas de mayo, que añaden complejidad a un problema ya de por sí preñado de incertidumbre. Los británicos no quieren participar de unas instituciones que hace ya casi tres años decidieron abandonar y la Unión Europea tampoco quiere tener en su seno un socio incómodo, que podría trabar el proceso de toma de decisiones, justo cuando hay que renovar la Comisión Europea, elegir a un nuevo presidente del Consejo y se pretende reimpulsar el proyecto europeo.

La nueva prórroga establece que, si Londres ratifica el acuerdo de retirada que la primera ministra británica, Theresa May, pactó con Bruselas, Reino Unido saldría de la Unión Europea el primer día del mes siguiente. Así que todos coinciden en que lo mejor sería que el Gobierno británico, que ya ha iniciado los trámites legales para celebrar los comicios europeos el 23 de mayo, logre sacar adelante ese acuerdo en el Parlamento de Westminster y se consume la salida sin empantanar más la situación.

Ese es, precisamente, el plan de May, que acepta la prórroga con la idea de no agotarla: "Si podemos aprobar un acuerdo en las tres primeras semanas de mayo, no tendríamos que participar en las elecciones europeas y abandonaríamos la Unión Europea el 1 de junio", ha recalcado tras la cumbre.

Esa estrategia, sin embargo, choca con la experiencia reciente: el acuerdo de retirada ha sido rechazado hasta en tres ocasiones en la Cámara de los Comunes y a May no le ha quedado más remedio que abrirse a negociar con la oposición laborista de Jeremy Corbyn para intentar un pacto. Con escasos avances, hasta el momento.

Los líderes europeos han acordado con la primera ministra británica, Theresa May, una prórroga flexible del Brexit que aplaza la salida de Reino Unido de la Unión Europea hasta el 31 de octubre, lo que excluye a Londres de la negociación sobre la composición de la próxima Comisión Europea, aunque los británicos podrán abandonar en cualquier momento el bloque comunitario si consiguen ratificar el acuerdo de retirada.

La frontera del 1 de junio

En Bruselas, de hecho, no parece haber mucha confianza en que las conversaciones den fruto pronto: "Habrá probablemente elecciones europeas en Reino Unido también, lo cual quizás parezca una excentricidad, pero hay que respetar el derecho europeo", ha deslizado el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.

Dado que el acuerdo con Bruselas es inamovible -como han vuelto a recordar este miércoles los líderes europeos-, las conversaciones del Gobierno con la oposición se centrarían en la declaración política sobre la futura relación, en la que los laboristas exigen ligar a Reino Unido con el continente mediante una unión aduanera, es decir, un Brexit más suave del que propone May y, por supuesto, del que quieren los brexiteers más recalcitrantes del Partido Conservador.

May debe conjugar la presión de ambos lados si quiere salvar el acuerdo de retirada y, así, cumplir su objetivo de sacar a Reino Unido del bloque comunitario antes de las elecciones europeas. Eso daría sentido a su mandato y le permitiría seguir pilotando el proceso, porque, si acaba por aceptar que los británicos voten en mayo, estaría prácticamente abocada a dejar el cargo.

En este punto es en el que los Veintisiete han colocado el segundo horizonte de su prórroga: si Londres no ha aprobado el acuerdo de retirada ni acepta participar en las elecciones europeas, habrá una salida abrupta el 1 de junio. Los líderes europeos no están dispuestos a provocar un limbo legal, con un Estado miembro que no ejerza todos sus derechos políticos, y prefieren un Brexit duro a poner en cuestión el fundamento de la Unión Europea.

La primera ministra británica, Theresa May, ha asegurado tras acordar con los Ventisiete una extensión flexible del 'Brexit' hasta el 31 de octubre, que si el Parlamento británico aprueba el acuerdo de retirada de la Unión Europea en las tres primeras semanas de mayo, no será necesario que Reino Unido participe en las elecciones comunitarias que se celebrarán el día 22 de ese mismo mes.

La fecha final... por ahora

Dado que ambas partes reiteran que no desean una salida abrupta, se puede suponer que, si no se aprueba el acuerdo de retirada a tiempo, Reino Unido participará en las elecciones europeas y tendrá de plazo para reorganizar su salida hasta el 31 de octubre, la fecha final de la prórroga flexible, el tercer y último horizonte. En este sentido, el Consejo Europeo prevé revisar cómo avanza la ratificación del acuerdo de retirada en la cumbre ordinaria de líderes europeos prevista los días 20 y 21 de junio.

Esta fase, con todo, no está exenta de incertidumbres ni de riesgos. Nadie sabe qué camino puede tomar la política británica tras una decepción como la que representa que un país que decidió salir de la Unión Europea en referéndum tenga que votar para elegir nuevos eurodiputados tres años después. Quizás May se vea obligada a dimitir y se nombre otro primer ministro, quizás se convoquen elecciones generales para renovar el Parlamento de Westminster y elegir un nuevo Gobierno, e incluso hay tiempo, al menos desde el punto de vista formal, para convocar un nuevo referéndum sobre el Brexit.

En cualquier caso, mientras siga formando parte de la Unión Europea, Reino Unido seguirá siendo un Estado miembro de pleno derecho, tal como recalca el Consejo Europeo en la nueva prórroga, aunque con algunas condiciones: por lo pronto, quedará excluido de las reuniones sobre políticas que se desarrollen tras su salida del acuerdo. Y la fecha final de salida le excluye de la negociación de la nueva Comisión Europea, que deberá entrar en funcionamiento el 1 de noviembre.

Pero, además, en el texto acordado en Bruselas se explicita el “compromiso de Reino Unido de actuar de manera constructiva y responsable durante la prórroga de acuerdo con el deber de cooperación sincera", así como que "deberá abstenerse de cualquier medida que pudiera poner en peligro alcanzar los objetivos de la Unión, en particular cuando participe en el proceso de toma de decisiones". Ese es el gran temor que planea sobre el aplazamiento, que Londres, mientras siga con un pie dentro y otro fuera, torpedee desde dentro el club comunitario.

En última instancia, nadie ha negado, aunque todo el mundo ha evitado decirlo, que este vaya a ser el último aplazamiento: legalmente, Reino Unido puede volver a solicitar una nueva prórroga y prolongar aún más la incertidumbre. "Esperemos que haya una solución definitiva antes de finales de octubre. Todo es posible”, admitía el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, mientras Juncker señalaba: "Veremos en octubre qué pasa". Nadie es capaz de adivinar cuál será el último capítulo del folletín.