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La descomposición de Irak amenaza con desfigurar a Oriente Medio

  • Para muchos analistas, Irak corre el riego de partirse en tres
  • El control del petróleo es una de las claves del conflicto

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Members of Kurdish security forces keep guard during clashes with militants of the ISIL in Basheer
Miembros de las fuerzas de seguridad kurdas tras un enfrentamiento con el Estado Islámico

Si no se reacciona rápido hay muchas posibilidades de división de Irak”, asegura en una entrevista con RTVE.es el analista del Real Instituto Elcano, Félix Arteaga. Tras la rebelión suní en Irak, con el yihadista Estado Islámico al frente, el país corre el riesgo de descomponerse. Y eso, unido a la guerra de Siria, podría provocar un desbordamiento a Irán, Jordania o a Arabia Saudí, con unas consecuencias difíciles de prever.

Un mes después de que el Estado Islámico y las milicias suníes tomaran Mosul Irak está, ‘de facto’, partido en tres. “De entrada mientras la parte norte (kurda) se mantenga el estancamiento actual, cada vez avanzará más hacia la independencia, ya sea de facto o de derecho. Eso es un proceso irreversible”, añade.

Por otro lado, “la parte suní, mientras no se recupere el control territorial, permanecerá o bien en manos del Estado Islámico, o bien en manos de la insurgencia suní”. Para algunos analistas, no está claro que exista margen de maniobra para reconducir la situación. “Este Gobierno tiene muy poca capacidad”, apunta Arteaga. “La retirada de Maliki ayudaría en la medida en la que se le podrían atribuir a él todos los males”, pero el propio líder iraquí no parece dispuesto a asumir ese rol.

Al borde del colapso

La tensión y desconfianza entre las distintas fuerzas iraquíes aumenta. Este miércoles, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, acusó a los líderes kurdos de acoger en su región a los yihadistas del Estado Islámico (EI) y a insurgentes suníes del partido Baaz.

La solución podría implicar una maraña de alianzas poco probable. “Necesitaría contar con un apoyo masivo de medios militares tanto de Irán y de las milicias chiíes como la colaboración de los ‘Peshmerga’ kurdos que luchan en el norte, como toda la que le puedan prestar en términos de inteligencia y ayuda al combate Estados Unidos, Rusia y otros”, añade Arteaga.

Ni siquiera está claro que el Gobierno de Al Maliki sea capaz de controlar a los propios chiíes. La reactivación de poderosas milicias armadas chiíes para enfrentarse a la amenaza yihadista, como las Brigadas del día de la Promesa del clérigo Muqtada Al Sadr o las proiraníes Liga de los Religiosos o Ejército de Mujtar (Rama iraquí de Hizbulá) vaticinan un descontrol del Estado dentro las propias filas chiíes.

“La entrada de milicias unas más proiraquíes y otros más proiraníes augura también un enfrentamiento entre ellos, por lo que Irak no solo corre el riesgo de partición sino también de descomposición interna”, señala Arteaga.

Sin embargo, para el analista la "presencia de terceros" en la zona no está dando resultado, tal y como ha apuntado en el debate "Irak y la desfiguración de Oriente Medio", organizado en Madrid por el Real Instituto Elcano. El pacto de Irán y Estados Unidos para frenar el avance en la región del grupo yihadista Estado Islámico no ha ofrecido victorias, y la "escasa" labor de la ONU, a la que considera "la primera víctima" de la guerra de Irak, no consigue ayudar.

El factor del petróleo

El control de las inmensas reservas petrolíferas complica la situación. Por el momento, el impacto del ‘califato’ del Estados Islámico sobre los campos petrolíferos ha sido más bien limitado. “Los grandes campos petroleros, Kirkurk, en manos de los Peshmergas y los del sur de Bagdad, muy lejos del frente, están bastante seguros”, señala a RTVE.es Gonzalo Escribano, analista del Real Instituto Elcano.

Además, la incapacidad de Estado para controlar y gobernar su territorio podría alterar la estructura de la oferta energética regional. “Esta situación de inseguridad no solo afecta a los campos directamente aplicados, que son pocos. Si no también a la logística. Los transportes del norte al sur se han complicado mucho, si hay problemas en el aeropuerto de Bagdad complica muchísima la logística, etc…”, observa el experto.

El petróleo es fundamental para el mantenimiento de un débil estado ahora en jaque. “Irak necesita producir mucho, porque tiene muchos gastos fiscales, su presupuesto está muy apretado, y ellos necesitan que el barril esté por encima de los 110 dólares para equilibrar su presupuesto. Y por eso necesitan aumentar su producción si quieren mantener su viabilidad económica”, añade Escribano.

El petróleo resulta, además, fundamental en el caso kurdo, que encuentra en esta situación de debilidad de Bagdad la tentación de poder autoproclamar su independencia. “Quizás el resultado óptimo tanto para Bagdad como para el Kurdistán sería hacer un frente común frente a los yihadistas. Y ahí tendrían que llegar a pactos internos en el reparto de las rentas del petróleo, en las vías de exportación, etc…”

Pero, además de las razones históricas y políticas, la situación ha permitido a los kurdos tomar el control del campo petrolífero de Kirkuk y de sus recursos. Eso, quizá, puede hacer difícil la alianza “porque los incentivos económicos para los kurdos para independizarse son muy grandes. Bagdad tendría que mejorar mucho su oferta para evitar la partición”.

Riesgo de contagio

Tras la amenaza global del Estado Islámico y el enfrentamiento entre suníes y chiíes, late un guerra fría entre Irán y Arabia Saudí, hace temer el contagio a otros países de la región.

“El Estado Islámico lo que hace es adquirir capacidad militar para controlar un territorio y desde ese territorio, antes en Siria, ahora entre Siria e Irak, probablemente luego pretendan expandirlo hacia Líbano, Jordania y si algún día llega pues más allá, empezando a luchar con Israel”, recuerda Arteaga.

“La diferencia entre Al Qaeda y el Estado Islámico es que el Estado Islámico va de abajo a arriba controlando el territorio, organizando políticamente de acuerdo con los principios yihadistas, teniendo poder militar para controlar economía, política y recursos”, añade.

El Estado Islámico es la cara más radical de un conflicto cerrado en falso en la región. La guerra en Siria ha vuelto a encender la mecha de la guerra sectaria entre chiíes y suníes en Irak y ambos amenazan con contagiarlo al resto de la región.