Enlaces accesibilidad

Italia cae del filo de la navaja en el peor momento

  • La tercera economía de la Eurozona acumula una deuda del 120% del PIB
  • Los mercados miran ahora a la deuda a largo plazo ante la evolución de Grecia
  • Berlusconi y su ministro de Economía, enfrentados por el nuevo plan de ajuste
  • El escaso crecimiento y la población envejecida alimentan la crisis

Por

¿Por qué han tardado tanto tiempo los inversores en percibir el riesgo de Italia? Esta pregunta lanzada por The Wall Street Journal refleja hasta qué punto la crisis de deuda en Italia, desatada la pasada semana tras las advertencias de las agencias de calificación y los choques entre Silvio Berlusconi y su ministro de Economía, ha llegado -trágicamente par la zona euro-para quedarse.

El diferencia del bono italiano con el alemán no solo ha pasado el límite histórico de los 200 puntos básicos, sino que coquetea con los 300 en una situación que se hace más dramática si se tiene en cuenta que la deuda pública italiana está en el 120% del PIB, una de las cifras más altas del mundo.

Lo que para España lleva siendo durante meses el pan de cada día, para el país transalpino puede ser un círculo vicioso que se puede llevar por delante a la eurozona.

Tres pilares

La tercera economía de la zona euro se ha salvado de los ataques de los mercados por su austeridad fiscal, mantenida con unas cifras aceptables del déficit por su ministro de Finanzas, el respetado Giulio Tremonti, lo que ha provocado que los intereses de su abultada deuda hayan sido relativamente bajos.

Sin embargo, desde hace unos días esos pilares se han ido viniendo abajo poco a poco: ante los problemas insistentes de Grecia, las agencias de calificación han empezado a mirar con estupor la deuda a largo plazo italiana y la tienen bajo vigilancia tanto a ella como a sus bancos para una previsible rebaja de la calificación de su deuda.

Además, Tremonti el guardián de la austeridad, se ha visto directamente desautorizado por Berlusconi, que ha aprovechado el debilitamiento de su tradicional 'enemigo íntimo' por un escándalo de corrupción para denunciar que "no juega en equipo" y que se cree más listo que nadie.

Así, el plan de austeridad que Tremonti ha lanzado para calmar a los mercados -y que tampoco les ha convencido mucho- puede convertirse en otra cosa muy distinta en un trámite parlamentario en el que tanto Berlusconi como sus socios de la Liga Norte empiezan a pensar en clave electoral.

Ante esta situación, el pilar de la confianza del inversor en Italia se desmorona, en lo que puede ser un ataque de consecuencias imprevisibles: con 1,8 trillones de euros de deuda, Italia espera en 2011 pagar unos 73.000 millones de euros de intereses si los bonos siguen al 4%.

Tal y como apunta el blogger de The Economist  Buttonwood,  los tipos de interés de los bonos italianos rondan ahora el 5,4 %, lo  que acerca el  bono al 6%, o lo que es lo mismo, pagar hasta 35.000  millones más de lo previsto.

Primer problema: las dudas a corto plazo

Después del "viernes negro" vivido por la Bolsa de Milán, este 11 de julio ha sido un lunes más negro todavía, con caídas cercanas al 4% y una prima de riesgo en niveles desconocidos.

"Esta ola de especulación violenta alimentada por las brusca degradación de la deuda portuguesa y la incertidumbre sobre el plan de ayuda a Grecia ha convertido a Italia en un objetivo mientras emergen las dudas sobre sus objetivos presupuestarios", explica Marco Valli, economista del banco UniCredit.

El Gobierno italiano aprobó el pasado 30 de junio un plan de rigor presupuestario valorado en más de 40.000 millones de euros para asegurar a los mercados que hará todo lo posible para reducir su deuda y cumplir sus objetivos presupuestarios, pero las dudas persisten por dos motivos.

El primero de ellos es que el peso del recorte propuesto se concentra en 2013 y 2014, es decir, en la próxima legislatura, lo que resta credibilidad al plan de ajuste debido a que nada garantiza que este gobierno sea el que esté al mando en esas fechas, sobre todo dada la baja valoración de Silvio Berlusconi, que ha anunciado que no se presentará a la reelección.

Este plan de ajuste tiene que pasar por un parlamento en el que Berlusconi tiene una precaria mayoria tras el abandono de los llamados 'Finianos' y en la que la Liga Norte tiene la llave para pasar las cuentas públicas.

Con todo, la oposición de izquierda se ha hecho eco de la petición del presidente de la Rpeública, el respetado Giorgio Napolitano, y ha asegurado que no hará "obstrucionismo" y que facilitará que el plan sea aprobado antes del verano.

Pero el plan de Tremonti navega entre las inconcreciones y las promesas de Berlusconi de que lo enmendará en el parlamento para adaptarlo "al consenso" sin que cambie "el resultado final" no ayuda a aumentar la credibilidad.

"El plan es creíble pero las tensiones políticas reducen la eficacia del mensaje", ha añadido Fabio Fois, de Barclays Capital, a Afp.

Segundo problema: un gobierno en descomposición

Tremonti ha amenazado en los últimos días con dimitir si se toca su plan hasta desvirtuarlo, aunque luego estas informaciones han sido desmentidas.

La siempre tensa relación entre el titular de Economía y Berlusconi llegaron a un punto de casi no retorno cuando Il Cavaliere le decía "en tono amigable" a un periodista del diario La Repubblica -nada amigable con su Gobierno- que Tremonti "se cree un genio y piensa que todos los demás son estúpidos",

"Yo le aguanto porque le conozco desde hace tiempo y acepto cómo es pero es el único del Gobierno que no es un jugador de equipo", decía Il Cavaliere.

Casi como un cumplimiento de su profecía, Tremonti era captado por las cámaras calificando de "tonto" al ministro de Función Pública durante una comparecencia.

Además, el ministro de Economía es visto como un lastre electoral para Berlusconi por su apuesta por la austeridad y el escándalo de corrupción que ha salpicado a un allegado suyo no mejora su posición.

Marco Milanese, diputado y hasta ahora su mano derecha, fue detenido la pasada semana por corrupción y el propio Tremonti fue cuestionado por el uso libre de un piso de lujo en el centro de Roma.

Pero el propio Berlusconi sabe, en el otro lado, que Tremonti ha sido hasta ahora su carta para esquivar a los mercados, con una política de austeridad y negándose una y otra vez a bajar impuestos, tal y como le pedía su primer ministro,

"Ya hay un creciente interés en el mercado por saber si Italia puede reducir su deuda y si se añade incertidumbre con la salida de Tremonti es una mezcla muy peligrosa", asegura a reuters Raj Badiani de IHS Global Insight.

Además, Berlusconi no tiene ningún sustituto con la credibilidad necesaria para hacer olvidar a Tremonti, ya que cualquier candidato bien cualificado parece evitar relacionarse con un gobierno tremendamente impopular.

Tercer problema: La propia Italia

Con problemas estructurales como su bajo crecimiento en la última década -apenas un 7% desde que se adoptó el euro en 1999-, una deuda en máximos históricos, una población crecientemente envejecida y una economía que pierde competitividad, los analistas coinciden en que la crisis de Italia era fácilmente previsible.

El economista Edward Hugh señalaba en su blog que en realidad los primeros ataques contra la eurozona se dirigieron a Italia, pero una política de rectitud fiscal y evitar la burbuja inmobiliaria la mantuvo a salvo hasta el momento.

¿Y cómo cambió el momento? Precisamente cuando la atención de los mercados, capitaneada por las agencias de calificación, pasó del deficit a corto plazo a la sostenibilidad de la deuda, a la luz de lo ocurrido con Grecia.

Así, Standard & Poor's respondió al plan de ajuste de Italia que sus dudas sobre la economía italiana seguían tan vivas como nunca y Moody's ha amenazado con rebajar la calificación de 16 bancos italianos por la alta exposición a la deuda de su propio país.

Mientras el diferencial con el bono alemán llega al nivel insospechado de los 300 puntos básicos.

De seguir así, mientras más cara sea la refinanciación, más grande  serán las preocupaciones del mismo mercado de que el país no se lo puede  permitir, lo que volvería a suponen un aumento de tipos. A finales de  2013 Italia debe refianciar una deuda de 500.000 millones de euros.

En un contexto de bajo crecimiento y altos tipos de interés, el único destino que se dibuja a Italia en el horizonte es el de nuevos ajustes, más allá del ansiado por Tremonti, y probablemente con una fecha más cercana que 2013.

"La economía italiana ha estado estancada durante la última década. La productividad es negativa y es un tercio menos competitiva que la alemana. Mientras Italia esté en la eurozona y Alemania insista en su política de baja inflación, la única salida para que Italia vuelva a ser competitiva es la misma a la que se enfrenta el resto de la periferia de la eurozona", concluye The Wall Street Journal, una de las biblias de los mercados que ahora no quieren deuda italiana.

Y añade, por si no había quedado claro: "La deflación y la consiguiente austeridad solo es posible en economías bien ordenadas donde el Gobierno es capaz de hacer reglas y la gente está dispuesta a cumplirlas. Desgraciadamente, ésa no es Italia".