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Abdelaziz, un puño de hierro en un guante populista

  • Tiene 53 años y es miembro de la célebre tribu guerrera de los Ulad Busbaa
  • Formado en la academia militar de Mequínez, en Marruecos
  • Protagonizó el golpe de Estado que depuso a Sidi Mohamed Uld Cheij Abdalahi
  • Dirigía la influyente Guardia Presidencial, encargada de la custodia del presidente
  • De carácter discreto y poco hablador, Abdelaziz huye de los medios

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El general Mohamed Uld Abdelaziz, vencedor de las elecciones presidenciales mauritanas, ha sabido ganarse el favor de los más desfavorecidos gracias a un estilo populista y a su mano dura, con los que ha suplido su falta de carisma.

Tras el golpe de Estado que encabezó el pasado 6 de agosto, Abdelaziz, ha logrado en las elecciones la legitimación democrática que tanto anhelaba, pero que ha sido rápidamente ensombrecida por las acusaciones de fraude vertidas por la oposición.

Pese a sus escasas dotes de orador, su cercanía con el ciudadano de a pie le ha ayudado, como reconoce una fuente diplomática occidental, a presentarse como un candidato que rompe con las clásicas divisiones tribales.

Por eso, no resulta extraño verle a las puertas de su residencia, en el centro de Nuakchot, saludando y departiendo con sus partidarios, que se agolpan en torno a la casa haciendo sonar el claxon.

"¡Es el presidente del pueblo!", gritaba recientemente un hombre frente a la residencia de Abdelaziz, y se preguntaba "cuándo se ha visto al presidente de un país salir a la calle e interesarse por los problemas de la gente".

De carácter discreto y poco hablador, Abdelaziz huye tradicionalmente de los medios y prefiere jugar sus bazas en las distancias cortas, preferiblemente con los micrófonos bien lejos.

Pero si hay otra virtud que le ha ayudado a recibir un fuerte apoyo por parte de la población mauritana, ésa es su aura de mano dura y firme, muy apreciada en un país sobre el que vuela siempre el fantasma de la "somalización", es decir, el riesgo de convertirse en un Estado fallido al estilo de Somalia.

Además, la amenaza real de la organización terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico -que utilizaba Mauritania como sus cuarteles de invierno, pero que desde hace poco también realiza atentados- ha convertido el asunto de la seguridad en uno de los ejes de su éxito.

Adelaziz se ha valido de la reputación que le granjeó su carrera militar para presentarse como un gestor eficaz y honrado durante su estancia en la Junta Militar y eso mismo ha intentado en la campaña presidencial, con la guerra contra la corrupción por bandera.

Antes de protagonizar el golpe de Estado que depuso al presidente mauritano Sidi Mohamed Uld Cheij Abdalahi el pasado 6 de agosto, Abdelaziz dirigía la influyente Guardia Presidencial, encargada de la custodia del presidente y los altos cargos del país, desde la creación de este organismo en la década de 1990.

Abdelaziz, que tiene 53 años, es miembro de la célebre tribu guerrera de los Ulad Busbaa y nació en la región de Inchiri, a unos 200 kilómetros al norte de Nuakchot.

Formado en la academia militar de Mequínez, en Marruecos, se alistó en el Ejército mauritano en 1977, donde se distinguió por su valentía y su sentido táctico.

Se le atribuye gran parte de la responsabilidad del fracaso del golpe de Estado contra el antiguo presidente Maauya Uld Taya en junio de 2003.

Sin embargo, dos años más tarde, el 3 de agosto de 2005, tuvo una participación relevante en el levantamiento militar contra ese mismo presidente, en el que no se derramó sangre.

Según testimonios del gabinete militar, Abdelaziz fue el responsable de acortar el plazo de transición hasta los comicios presidenciales de 2007, de los 24 meses fijados en un principio a 19.

Asimismo, fue él quien, de acuerdo a esos testimonios, obligó a su primo y jefe de la Junta Militar, el coronel Ely Uld Mohamed Vall, a abandonar su idea de mantenerse en el poder en caso de que ningún aspirante consiguiese al menos la mitad de los votos en la primera vuelta de aquellas elecciones.

Ahora ha sido el propio Abdelaziz, casado y padre de seis hijos, quien ha obtenido el refrendo de las urnas que tanto ansiaba, desde el que, si se aclaran las denuncias de fraude, podrá comenzar a trabajar por su país. Y queda mucho por hacer en Mauritania.