Enlaces accesibilidad

Irán y occidente; los iraníes y tú

Por

Mientras los europeos terminaban de comer este jueves, los iraníes volvían a tomar las calles en el sexto día de protestas consecutivo. El principal líder de la oposición, Mir Hossein Mousaví, había convocado un día de duelo por los "mártires" fallecidos en los enfrentamientos con el basij, la milicia islámica de la línea dura iraní.

En la CNN la analista Reza Aslan comentaba que el duelo multitudinario por las víctimas es una vieja táctica iraní. La última vez que se utilizó fue en la revolución islámica de  1979. Una concentración silenciosa de cientos de miles de personas vestidas de negro derivó en confusión y violencia, provocando más muertes, que requerían nuevas manifestaciones de duelo. Bienvenidos a la política de la República Islámica.

El poeta medieval persa Saadi es bastante antiguo, pero tiene un papel duradero en los asuntos internacionales. Sus versos están inscritos en el edificio de Naciones Unidas en Nueva York: "Los hijos de la humanidad son parte unos de otros. Cuando una parte sufre, el resto no puede permanecer al margen". Su deseo se ve confirmado en las nefastas políticas del siglo XX y en el ultramoderno estallido de compromiso global con Irán de estos días.

En 1953, el popular primer ministro iraní Mohammed Mosaddeq fue depuesto en un golpe de Estado, dos años después de haber ganado las elecciones con un programa basado en la nacionalización del petróleo iraní. Hasta entonces, casi todos los beneficios de las reservas de Irán iban a la Compañía Anglo-Iraní de Petróleo, conocida hoy como British Petroleum (BP). El político estadounidense que autorizó el golpe, John Foster Dulles, da nombre al aeropuerto internacional de Washington. Para un iraní orgulloso que viaje a Washington esto debe ser más mortificante que para un francés que se baja del Eurostar en la estación londinense de Waterloo.

Mohammed Reza Sha, monarca de Irán durante el gobierno de Mossadeq, sucumbió a la presión occidental juzgando a su primer ministro por traición tras el golpe. El héroe nacional fue condenado al arresto domiciliario, confinado en solitario en su hogar. Su sucesor, el general Fazlollah Zahedi, reabrió el grifo del petróleo a occidente. Los iraníes nunca han olvidado esta intromisión de las potencias occidentales.

Tampoco han olvidado que el Sha les permitió hacerlo. Fue un aliado de occidente y recibió apoyo financiero. Especialmente en los últimos años de su reinado, el Sha suprimió brutalmente a la oposición: detenciones, vigilancia y tortura de los disidentes. Al mismo tiempo, lanzó un programa de desarrollo económico, mejorando las infraestructuras de Irán pero restringiendo el modo de vida tradicional.

En 1971, conmemoró los 2.500 años de la monarquía iraní con una opulenta celebración, Los devotos iraníes veían a su rey mezclarse con la élite extranjera mientras la jerarquía islámica denunciaba el estilo de vida occidental de un soberano corrupto. En una grabación, se veía al Sha recibiendo el saludo de [el presidente de Estados Unidos] Jimmy Carter, mientras servía champán.

El ayatolá Ruhola Jomeini, encarcelado y después exiliado del país por el Sha, lideraba esa ira. Los seguidores de Jomeini distribuían grabaciones clandestinas de sus sermones por todo Irán. Mientras Mohammed Reza bostezaba, su rival urdía un plan para instaurar una República Islámica, que colocaría a los clérigos musulmanes en el corazón del gobierno junto a una democracia parcial: el deseo del pueblo y el deseo de Dios.

Cuando se produjo la revolución de Jomeini, el resentimiento de Irán contra occidente se convirtió en un sentimiento recíproco. Cuando los islamistas tomaron la embajada estadounidense con la bendición de Jomeini, pocos esperaban que mantuvieran a 52 rehenes durante 444 días. Ocho soldados estadounidenses y un civil iraní murieron en un intento fallido de rescate. Desde la crisis de los rehenes, y hasta los gritos de Marg bar Amrika (Muerte a América) en los rezos del viernes, el Gobierno estadounidense ha visto a Irán como un Estado terrorista y ha patrocinado varios intentos para derribarlo.

Hoy, la democracia parcial iraní ha perdido credibilidad por las acusaciones de fraude electoral. Los centros de poder rivales se están preparando para pelear por el órgano de gobierno más poderoso de Irán: no la presidencia, sino el liderazgo supremo, que elige una asamblea de clérigos. El líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ha respaldado la reelección de Mahmud Ahmadinejad. Su rival, el ex presidente Akbar Hashemi Raafsanyaní, puede utilizar la asamblea de clérigos para debancar al líder supremo. Y entre ambas facciones vuelan las acusaciones de corrupción y servidumbre a occidente: negras manchas en un país orgulloso.

Pero una nueva generación puede estar cambiando todo. Aunque las diferentes facciones pelean por el poder, los iraníes están protestando con un fervor que algunos dicen recuerda al de la revolución. Y están siendo observados por una joven generación de occidentales conectados con Irán, no por la historia, sino por el idealismo e internet. Hasta tal punto es íntima esa alianza que los extranjeros, colgados de Twitter, han devuelto a Irán la información que reciben sobre las próximas protestas, trucos para evitar el bloqueo de las webs y grabaciones de las protestas.

Los jóvenes pueden tener la esperanza de que unos pocos días de activismo palien generaciones de desconfianza. El programa de noticias en clave de humor The Daily Show envió recientemente un reportero a Irán. A modo de broma, intentaba encontrar iraníes que odiaran a América. Pero sólo se reían con su farsa. El 70% de los iraníes han nacido después de la revolución y no tienen recuerdos del Sha. El presidente Barack Obama puede haber sido el primer líder occidental en enviar a Irán un mensaje a través You Tube, en su felicitación del año nuevo persa, el 21 de marzo, pero los innumerables indicios de una causa común son más perdurables. El poema de Saadi acaba con el siguiente verso: "Vosotros que no sentís dolor por el sufrimiento de los otros, no podéis ser llamados humanos".