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Champions League | Villarreal 0-3 Manchester City

El Villarreal se desfonda y queda fuera de la Champions

  • Los castellonenses acusaron sus numerosas bajas ante un City que reservó
  • Con 0 puntos, es último del Grupo A y ve también lejana la Europa League
  • Silva fue el mejor del partido; Yayá Touré (dos) y Balotelli pusieron los goles
  • Así hemos contado el Villarreal 0-3 Manchester City

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El submarino amarillo se hunde

FICHA TÉCNICA

0- VILLARREAL: Diego López; Mario, Musacchio, Gonzalo Rodríguez, Catalá; Marchena, Borja Valero; Wakaso (Gerard, min. 77), De Guzmán (Angel, min. 76), Hernán Pérez (Oriol, min. 84); y Joselu.

3 - MANCHESTER CITY:

Hart; Zabaleta, Kompany, Savic, Clichy; De Jong, Touré ('Kun' Agüero, min. 74); Milner, Silva (Johnson, min. 65), Nasri; y Balotelli (Kolarov, min. 82).

GOLES: 0-1, min. 30, Touré; 0-2, min. 45+3, Balotelli, de penalti; 0-3, min. 71, Touré.

ÁRBITRO: Pedro Proena (POR). Amonestó por parte del Villarreal a Wakaso (min. 27), Catalá (min. 39), Musacchio (min. 45+2), Marchena (min. 45+3), Hernán Pérez (min. 68), mientras que el por el conjunto inglés vieron la amarilla Balotelli (min. 27).

ESTADIO: El Madrigal.

Fin a la aventura en Champions de un desafortunado Villarreal, un 'submarino amarillo' que llegó muy herido por las lesiones al partido ante el Manchester City y que terminó hundido con los tres goles de los celestes, que se permitieron dejar a Agüero en el banquillo hasta el último cuarto de hora. Los amarillos se ven apeados con cero puntos tras cuatro jornadas, solo un gol a favor y la certeza de estar pagando la primera gran factura de su gafado inicio de temporada, el peor de su historia desde que están en Primera. Nada que reprochar, salvo la pésima suerte [Así contamos el Villarreal 0-3 Manchester City.

Es el infortunio del pobre ante el rico, en un grupo que no iba a perdonar ninguna debilidad. El Nápoles perdió con el Bayern de Múnich y queda a cinco puntos de los castellonenses con seis en juego hasta el final de la fase de grupos, lo que pone únicamente al alcance de un milagro la permanencia en Europa, vía tercera plaza y trasvase a la Europa League. Y no parece el año para esperar taumaturgias.

El Villarreal estaba más que necesitado, no llegaba ni siquiera con lo puesto, sino jugando de prestado, reclutando a última hora canteranos del filial para poder ocupar los asientos del banquillo.

Y por si fuera poco fardo llegar al partido con una lista de bajas que daría para un equipo titular, Bruno Soriano se cayó de la lista de Juan Carlos Garrido por una inoportuna gastroenteritis. El malhadado entrenador buscó entre los apenas quince soldados que quedaban en estado de revista para una gesta de héroes y alineó a Wakaso (76 minutos jugados hasta entonces).

La diferencia de quilates en ambas plantillas se veía no solo en la nómina de la alineación y lo que Mancini se atrevía a dejar en el banquillo (80 millones de euros de goleadores,  Dzeko y Agüero, en el banquillo). Se notaba en la bisoñez de un voluntarioso Joselu, pichichi en Segunda, pero que a sus 20 años y medio se veía ascendido casi sin previo aviso del 'B' a la Champions, y no era capaz de pinchar un balón que le habría dejado solo ante Hart.

Así, el dominio de balón del Villarreal desde el pitido inicial era un puro espejismo, incapaz de terminar en ocasiones claras. Los automatismos, ese término tan de moda en el fútbol táctico, eran imposibles en un grupo de casi desconocidos que apenas tenían de grupo más que el color de la camiseta.

Enfrente, el Manchester solo necesitaba a Silva, o a veces ni eso, para crear ocasiones. No tenían que aparentar los 'citizens' ser más equipo que el Villarreal; simplemente, podían jugar como tal.

Dos destellos de Silva y Balotelli, dos goles

El grancanario manejaba el balón cuando caía a sus pies como un director de orquesta, y la única noticia atacante eran los rifirrafes de Balotelli con los defensas y un derechazo lejano de Nasri que salió muy cerca del palo.

Y fue en el momento en que los amarillos cedieron la posesión, cuando el jugador con más clase de la Premier, David Silva, condujo, levantó el periscopio, vio a Yayá Toure aventurándose en el área, y el exbarcelonista recortó hacia fuera con excesiva dejadez de la defensa para clavar el balón en la red de Diego López por el segundo palo. Media hora y el sueño de la remontada europea se desvanecía.

Se vino abajo la moral de la tropa de Garrido, que había prometido darlo todo. Todo frustración, únicamente sumaba tarjetas amarillas (Wakaso, Catalá), más descoordinación y ataques y defensas desesperadas. En el minuto 37 otro servicio con escuadra y cartabón de Silva se paseó por el área pequeña sin encontrar rematador.

Herido de muerte el Villarreal, y aún peor, con el tiempo ya cumplido, Musacchio se pasó de frenada y atropella a un Balotelli que había dejado sentado a Gonzalo con un caño. 'SuperMario' engañó a Diego López y logró el segundo para el City, con el minuto 47 en el luminoso.

Touré, en plan Agüero

En la segunda parte, Silva se convirtió definitivamente en el jefe, imposible de parar con el balón en los pies, conduciendo de costa a costa, provocando faltas peligrosas y sumando, siempre sumando ocasiones. Con un Balotelli también entonado, nadie -y menos la grada de El Madrigal- echaba de menos a Agüero entre los celestes.

La tónica tristona de los amarillos se mantuvo, y ya se cernía en el ambiente de El Madrigal el temor a una despedida con una goleada de las que está endosando esta temporada el conjunto inglés.

Para alivio general, aunque con una merecida ovación, Silva fue sustituido en el minuto 65 con un fuerte golpe en el costado, pero apenas seis minutos después, una buena combinación entre Nasri y Balotelli metido a asistente terminó con el balón en los pies de un Yaya Touré capaz de mover todo su corpachón como un bailarín para romper a dos defensores y batir como si nada a Diego López.

Quedaban algo menos de 20 minutos de partido, y el resignado público de El Madrigal solo halló aliento para pitar a Agüero, que entró en el minuto 74 por el impresionante bigoleador marfileño. Al tiempo, Garrido barajaba su plantilla en busca de soluciones: en diez minutos agotó los cambios dando entrada a Ángel, Bordás y Hernán Pérez.

Así, sin más, sin fuerzas, se fue desvaneciendo el conjunto amarillo. El partido que Garrido planteaba como vital tuvo el peor desenlace: la puntilla para el equipo español, al menos en esta competición europea.