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Momento en el que Carlos III jura ante la biblia y el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, realiza su juramento, comprometiéndose a respetar la ley y administrar la justicia con misericordia. Ha defendido la iglesia anglicana, prometiendo que solo un protestante llevará la corona, pero ha añadido por primera vez su compromiso defender otras religiones y creencias de Reino Unido.

Foto: Momento del juramento de Carlos III ante el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby. (Jonathan Brady/Pool via REUTERS)

La Coronación de Carlos y Camila, en directo, desde Londres

Aunque la etimología del topónimo aluda a una ciudad blanca, la percepción general de quienes viven y visitan Belgrado tiende a escorarse hacia el gris. Más allá de la pátina de contaminación que cubre buena parte de los edificios, o del empleo sistemático del hormigón en tiempos de la Yugoslavia comunista, hay un gris metafórico que nos interesa; nuestro viaje sale en busca de esa escala de tonos que no son ni el blanco ni el negro. La arquitecta belgradense Jelena Prokopljevic y el balcanista Miguel Roán, autor de 'Belgrado brut. Crónica íntima de la ciudad blanca' (Báltica), nos ayudan a entender la apasionante complejidad de la capital serbia. Desde la plaza de la República hasta el distrito de Nuevo Belgrado o la fortaleza de Kalemegdan, esta urbe en la confluencia de los ríos Sava y Danubio muestra una extraordinaria variedad de formas y ambientes. El guionista Boris Kozlov, la escritora Tamara Djermanovic y la profesora de cine Sasa Markus nos invitan a asomarnos al costado natural de su ciudad, pero también a los principales monumentos, museos y lugares de esparcimiento.

Ninguna otra monarquía europea tiene una ceremonia parecida a la coronación que protagonizará Carlos III de Inglaterra el sábado, probablemente por innecesaria. No tiene obligatoriedad constitucional, ni consecuencias legales, su importancia radica en su carácter simbólico. Además, será también una oportunidad para ver a todos los miembros de la familia real británica juntos, también a los más polémicos, el príncipe Harry y el príncipe Andrés.

Foto: Sina Schuldt / dpa

El Gobierno británico hace encuestas frecuentes para comprobar la adhesión de la población a la monarquía. Pero a veces basta con dar un paseo para hacer una idea de lo que piensan en un barrio. En las calles de Brixton los monárquicos son minoría. "Mucha gente joven está desconectada de la monarquía", dice Heyla, de 19 años. Mientras, en Escocia, tres de cada cuatro personas piensan que la monarquía es cosa de los ingleses.

"Aquí, en Londres, la creencia generalizada es que aportan más de lo que gastan, y por eso son útiles, pero yo como escocés lo que creo es que están ahí porque los ingleses se aferran a lo poco que queda del Imperio que un día gobernaron", dice David.