Cuando la discapacidad de un niño no es un obstáculo para adoptarle
- Arsema, con parálisis cerebral, fue adoptada en Etiopía por una familia de Granada
- Yasser, un nadador con discapacidad motora, sueña con competir en Los Ángeles 2028
En los procesos de adopción, los niños con discapacidad son, a menudo, los que más tiempo esperan para encontrar una familia con la que compartir su lucha vital. Sus expedientes se quedan en el fondo de las listas. Sin embargo, hay padres que deciden mirar más allá del diagnóstico y apostar por una vida compartida. Arsema y Yasser, hoy adolescentes, son dos ejemplos de cómo la adopción puede transformar no solo la vida de un niño, sino también la de quienes lo eligen. El programa De Seda y Hierro ha dado voz a sus testimonios: relatos de coraje, superación y amor que demuestran que el calor de un hogar puede cambiarlo todo.
Arsema y Yasser, dos niños con discapacidad adoptados en España, que disfrutan de la natación
Arsema, un regalo llegado de Etiopía
Arsema tiene 16 años y nació en Etiopía. “Yo vivía en una casa de tránsito, como un tipo de orfanato, (...) y allí conocí a mis padres”, recuerda. Aquel tres de mayo de 2009, su vida cambió para siempre. Hoy vive en Granada con sus padres adoptivos y sus hermanos.
La adolescente tiene parálisis cerebral, lo que limita la movilidad del lado derecho de su cuerpo y afecta su lenguaje. “Nos dijeron que había dos vías: una de niños sanos y otra de niños enfermos”, cuentan sus padres sobre el proceso de adopción de Arsema. “Habíamos visto que en África, en los orfanatos, muchos niños se quedan y no se adoptan”, explican. Ellos eligieron la vía difícil.
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Años después, la familia regresó a Etiopía para visitar el hospital donde nació la joven. “Necesitas conocer, necesitas valorar y necesitas respetar la familia y la cultura entera que te ha hecho ese regalo” porque “nos ha dado una hija”, explica su madre emocionada.
“Los médicos me recomendaron hacer natación“
En la vida de Arsema, el deporte ha sido un aliado decisivo. “Los médicos me recomendaron hacer natación porque, viendo cómo estaba, era lo único que me iba a hacer fortalecer físicamente”, cuenta en De Seda y Hierro. “Me siento orgullosa de mí misma porque si no fuese por la natación, ahora creo que me vería en una silla de ruedas y sin moverme”, sentencia. Hoy entrena en dos clubes y participa en varias competiciones.
Yasser, un deportista con discapacidad motora
También el agua es el espacio donde Yasser se siente libre. Yasser tiene 16 años y es deportista de alto rendimiento. Este vallisoletano sueña con llegar a los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028. Entre sus referentes están los nadadores Marta Fernández y Luis Huerta, a quienes considera “como hermanos”.
Yasser nació prematuro, con apenas seis meses de gestación. “Mi padre me decía que era un tetrabrik de un kilillo”, recuerda con humor. Su diagnóstico incluye parálisis cerebral, hidrocefalia y una polineuropatía de origen desconocido que afecta la sensibilidad y fuerza de sus piernas.
Yasser, deportista de alto rendimiento, es entrevistado para el programa 'De Seda y Hierro'
“Los miembros de mi familia son personas muy especiales para mí“
Su historia familiar también es un ejemplo de amor incondicional. “Los miembros de mi familia son personas muy especiales para mí. Primero están mis padres, Pablo y Teresa, que son los que me llevaron a casa, que es donde surgió toda la magia. Mis dos hermanos, Pablo y David, son los que dieron pie a la idea de llevarme a casa. En cualquier momento de mi vida siempre van a estar ahí y sería muy difícil vivir sin ellos. Mi familia para mí es el pilar que lo mueve todo”, afirma Yasser en De Seda y Hierro.
“Vi a Yasser y se me metió en el corazón“
La madre del joven recuerda con nitidez aquel primer encuentro: “Trabajaba en un comedor escolar y una compañera me habló de una casa de acogida. Vi a Yasser y se me metió en el corazón.” Tenía entonces dos años y medio. “El primer día que llegué a casa, toda la familia me estaba esperando”, cuenta Yasser. “Me agarré a las piernas de mi hermano porque no tenía más altura”, añade con una sonrisa.
En los hogares de Arsema y Yasser, la discapacidad se ha convertido en una palabra sin peso. Lo que permanece es el vínculo, la vida compartida y la capacidad de amar.
De Seda y Hierro