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Elsa Punset: "Las heridas de la infancia te acompañan a la hora de buscar pareja"

  • La escritora, divulgadora y filósofa Elsa Punset presenta su nuevo libro, Alas para volar, en El último tren de RNE
  • En la obra reflexiona sobre las heridas de la infancia y cómo estas nos pueden condicionar en la vida adulta
Elsa Punset presenta, gesticulando y sosteniendo un objeto pequeño.  La pantalla muestra gráficos y texto parcialmente visible: '...más deprisa' y '...mbios', además de '0,000'.
En su nuevo libro, 'Alas para volarr, Elsa Punset analiza la importancia de la infancia en la adultez. EFE

"La vida nos habla todo el rato". Sin parar. Desde el primer momento y hasta el final, en cualquier lugar y de cualquier manera, nos envía señales. Y, aunque "muy a menudo no las escuchamos" —apunta la experta en inteligencia emocional, Elsa Punset en El último tren, con Isabel Gemio— nunca cesa en su empeño por hacerse oír.

A veces lo hace a gritos, otras en voz baja. De vez cuando, usa el silencio. En el caso de la escritora, sin embargo, optó por la presencia de un pequeño gorrión maltrecho de apenas unas semanas de existencia.

Era un día de verano. Elsa Punset estaba en Galicia, atravesando uno de los periodos estivales más intensos y complicados de sus últimos años, sin tiempo siquiera para escribir, cuando un pajarito "medio desplumado cayó desde un tejado al pie de mi pequeña frutería", cuenta.

El ave, asegura la divulgadora, no iba a sobrevivir en esa plaza llena de "gatos y coches". Sus alas no estaban preparadas aún para funcionar, así que decidió dejarlo entrar en su casa y ayudarlo a sanar. Pero sucedió al revés. Fue él quien le dio a ella Alas para volar (Ed. Destino, 2025). Literal y metafóricamente.

El último tren - Elsa Punset y cómo te condicionan las heridas de la infancia

"Nunca había tenido un pájaro, pero aprendimos a comunicarnos y entendernos. Me enseñó cosas que no pensé que otro ser en apariencia tan diferente pudiese enseñarme", confiesa Punset. De ahí, nació primero su aprendizaje y crecimiento personal y, luego la metáfora del libro Alas para volar.

"En un momento en el que yo había perdido mi brújula, cuidar a ese pequeño pájaro frágil y testarudo me recordó que todos los seres vivos, seamos quienes seamos —insiste—, necesitamos tres cosas básicas: comida, cobijo y cariño".

Porque "la vida es difícil". Aunque en ella encontremos pocas dificultades per se, siempre habrá pérdidas, decepciones y heridas que se van a acumulando. "Son muchas", calcula Elsa Punset y, por eso, recuerda, es fundamental disponer de "recursos" y "entender la manera de volver a empezar".

Y, ¿cómo se obtienen tales recursos? En primer lugar, prestando atención. "Cualquiera puede ser un maestro y enseñarte, pero tienes que saber escuchar". Después, escuchándonos para superar la actual "pobreza afectiva" y ser capaces de entender de dónde vienen esos atascos de la vida y esa "desconexión con nosotros, con los demás y con la naturaleza".

Porque las debilidades y fortalezas del presente e incluso del futuro, afirma Punset, son, mayoritariamente, consecuencia —a veces directa, otras indirecta— del pasado.

La infancia puede condicionar la adultez

"En la infancia aprendemos las herramientas con las que saldremos al mundo exterior", explica. Desde nuestra autopercepción y autoestima, hasta el tipo de amor que creemos merecer y las relaciones sociales, pasando por la gestión de la ira y de los conflictos, por ejemplo, son cuestiones que se aprenden de pequeño y se automatizan inconscientemente, como mínimo, hasta la primera parte de la vida adulta, como máximo, para siempre.

"Las heridas que traemos de la infancia nos acompañan, sobre todo, a la hora de encontrar pareja", señala la divulgadora. "De alguna forma, intentamos recuperar el ambiente de nuestro hogar. Puede suceder que busquemos conexiones muy disfuncionales, si la vida en casa no era funcional", avisa sin dudar en su recomendación: "hay que enfadarse con los padres".

Y es que "todos, incluso los mejores", reconoce Punset, "cometemos errores porque somos humanos y porque todos los traemos de serie". Nadie es perfecto y nunca nadie lo será. Por pequeña que sea, siempre permanecerá alguna herida que cicatrizar. "Tardamos una vida entera en sanar y creo que se queda corta", admite la escritora.

Porque llegar hasta ese punto de crítica no es nada sencillo. Tampoco rápido. Y porque después de escuchar y escucharnos, aún falta actuar. "Estamos rodeados de información, pero el conocimiento por sí solo no basta", subraya la experta. Para que sea verdaderamente útil se le debe sumar "mucho trabajo" y "mucha consciencia". "Tenemos que hacer el esfuerzo doloroso de revisitar la infancia para comprender todo —lo bueno, lo malo y lo regular— que vamos arrastrando a lo largo de la vida".

Y ello incluye aquello que somos. Que no es poco. "Somos nuestros padres y sus valores, luego somos nuestro entorno y nuestra comunidad y, más tarde, somos la cultura en la que vive esa comunidad" y que nos lleva a "acomodarnos en una identidad" y contarnos "historias acerca de quiénes somos", pero sin plantearnos por qué lo somos.

"Debemos mirar a las cosas de frente y decir: '¿Qué hay y que me ha hecho esto?'", aconseja. ¿Reacciono así porque no sé qué existen otras maneras? ¿Elijo "a" y no "b" porque es lo que se supone que debo escoger?

"Cuando llegas ese momento en el que sientes que no eres tan víctima de las circunstancias, las cosas empiezan a encajar y empiezas a entender, a reconocer señales y a aceptar determinadas situaciones", sentencia Punset. También a tomar decisiones más conscientes, pero, sobre todo, a tener la sensación de que "tienes alas y puedes usarlas para volar".