'Dog House' se despide con un capítulo marcado por el amor incondicional: así fue el adiós al refugio
- Una familia neurodivergente llega al albergue de Dog House en busca de un perro de asistencia
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Después de varias semanas conquistando nuestros corazones, Dog House cierra las puertas de su refugio y se despide de los telespectadores de la misma manera en que se coló en nuestras casas por primera vez: demostrándonos que siempre hay una segunda oportunidad para quienes desean ser felices. El programa pone fin a una primera temporada marcada por la ternura, por las dudas y por el amor incondicional. Como siempre, acompañado de un staff entregado a la causa y de Chenoa, una presentadora cercana y humana que ha vivido cada historia como si fuese la suya propia.
Dog House ha traído consigo planteamientos morales, enseñanzas sobre educación canina y lecciones de vida. Ofreciendo un espacio seguro dentro de la televisión en el que ser felices por un rato sin perder de vista el verdadero objetivo: dar hogar a los perros abandonados en nuestro país. Como decimos, el programa se va como llegó, con nuevas historias de personas con ganas de dar amor y de perritos que están esperando para que alguien vuelva a mirarles con ternura.
Conoce a las familias
Esta semana hemos conocido nuevas familias y personas que han llegado a Dog House ilusionados y con un objetivo común: el deseo de dar una segunda oportunidad a un perrito con el que, a partir de ahora, compartirán sus vidas.
Familia Alonso: ¿Se puede conquistar un corazón de hielo?
La familia Alonso llega a Dog House en busca de un nuevo compañero, pero no todos los miembros de la familia están del todo convencidos de esta adopción. Si en todas las casas hay una persona más dura que las demás, en este caso tenemos claro quién es: Alberto. “Cuando le conocí le llamaban iceman, con esto te lo digo todo”, dice Nuria haciendo referencia a su marido.
Aunque tanto los niños como ella están concienciados y deseosos de poder compartir tiempo con el perrito, Alberto es consciente de que se trata de una enorme responsabilidad. “Yo, con que Alberto abrace al perro y juegue con él, me conformo porque que se emocione va a ser complicado”, dice Nuria. Y Alberto, responde: “Seguro que el nuevo perrito se porta mejor que los niños”. ¿Conseguirá el staff del albergue encontrar un perrito que ablande el corazón de Alberto?
María lo tiene claro: “A Alberto le viene bien un perrito que compense su carácter templado.” Y Ami es muy divertido”. Por ello, el equipo del albergue se ha decantado por este joven perrito que fue abandonado y encontrado en una escombrera. “El equipo tuvo que ir a buscarle con jaulas porque era muy tímido y fue difícil acercarse a él. Luego nos dimos cuenta de que no era tan tímido”, reflexiona, entre risas, el staff.
El encuentro en el jardín ha estado marcado por la cercanía de Nuria y los niños con Ami, mientras Alberto les observaba. Y, aunque, por momentos, nadie sabía qué pasaba por la cabeza del hombre de hielo, este terminó siendo conquistado por los encantos del pequeño Ami. Estamos seguros de que serán grandes amigos.
Familia García: el amor incondicional
Soraya, Jairo y los gemelos llegan a Dog House en busca de un perrito para su hijo Mateo. “Soy la madre de una familia neurodivergente”, explica Soraya. “Él es un niño muy dependiente y le encantan los animales, así que hemos decidido que tenga un animal de compañía que además sea su perro de asistencia”.
A los dos años de su nacimiento, Mateo y Marcos fueron diagnosticados con autismo. Ahora tienen siete años y no son verbales funcionales. Es decir, no responden preguntas, y se comunican de forma escueta. “Cuando les duele algo no podemos saber qué les duele porque no saben verbalizarlo. Y eso es muy duro”, lamenta Jairo. Sin embargo, Soraya asegura que ella volvió a nacer con sus hijos. “No el día que nacieron, sino el día que me dijeron que eran autistas, porque nos abrió un camino nuevo en el que no teníamos herramientas y teníamos mucho que aprender”, explica. Ahora, quieren seguir aprendiendo, esta vez de la patita de un perro que pueda ayudar a sus hijos, y en especial a Mateo, y les haga la vida más fácil y alegre.
“Fuimos a una casa en el campo y allí había una perra para vigilar. Mateo y ella se hicieron cómplices. La perra adoptó a Mateo. Ojalá nos pase lo mismo en Dog House”, concluye Soraya. Ante un caso tan complejo y bonito a la vez, el staff ha decidido apostar por Bellota, una perrita muy inteligente que creen que podrá acompañar a esta familia en sus mejores y peores momentos.
Su encuentro en el jardín nos ha demostrado la gran empatía que tienen los peludos y cómo las personas con autismo pueden llegar a sentir gran conexión con estos animales. Bellota y Mateo parece que van a hacer un gran equipo. “Mateo cuando ama tiene un gran sentimiento de lealtad, de complicidad. A pesar de que se piensa que los autistas no son capaces de demostrar, él demuestra de otra manera”, concluye su madre. Sin embargo, parece que la convivencia no ha dado sus frutos y Bellota ha encontrado una nueva familia. Por su parte, Jairo y Soraya siguen buscando un perrito que acompañe a sus hijos.
Alira y Familia: el regalo de compartir la vida con un perro
La familia llega al albergue con las emociones a flor de piel. “Hace un año justo hoy que se murió nuestro anterior perrito”, dice Alira. Sin embargo, sienten que están preparados para dar una segunda oportunidad a otro peludo.
“Yo no estaba convencido de adoptar porque no quería que nadie ocupase el lugar de nuestro anterior perrito, pero mis padres me ha hecho entender que no se trata de sustituir, sino de agrandar la familia”, reflexiona el pequeño Miles. Adoptaron a su anterior amigo perruno cuando Stephen y Alira eran novios, por lo que los niños vivieron toda su vida junto a él. “Nacer con un perro es un regalo. Tienes un amigo automáticamente al nacer”, termina Miles. Estamos deseando que esta familia encuentre la conexión con un perrito, ¿habrá suerte en el jardín?
El staff cree que la perrita más compatible con ellos es Dana. Esta perrita fue adoptada con tres meses y estuvo año y medio con una familia, pero volvió a ser abandonada. “Es una perrita que prácticamente nació conociendo la familia y después se vio sola”, explica el staff.
Este encuentro ha traído conmigo momentos de tensión, ya que Stephen ha intentado hacer que la perrita se sentase en un momento en el que ella no parecía estar dispuesta a hacerlo. “Están acostumbrados a un labrador. Estos perros responden a lo que les decimos y se involucran mucho. Sin embargo, el mastín tiene un carácter muy distinto al que tendrán que acostumbrarse”, dice Hugo.
A pesar de que a esta familia le queda mucho por aprender de Dana, el amor entre ellos parece que ha surgido. “Ha sido un flechazo”, confiesa Alira. Por su parte, Dana parece que también ha disfrutado mucho jugando con ellos y ha salido del jardín con mucha alegría. Esperamos que sean muy felices juntos porque, como dice Chenoa, “si cuando llegaron parecían de anuncio, ahora son la viva imagen de la felicidad”.
Sofía y Jorge: mucho, mucho amor
El albergue se llena de amor con la llegada de una joven pareja que llega en busca de un perrito que les acompañe en la vida. “Jorge es el amor de mi vida”, dice Sofía. Se conocieron en una fiesta del trabajo y ambos sintieron una conexión que sigue viva a día de hoy. “Sentimos que es el momento. Tenemos estabilidad en el trabajo, en casa y nosotros estamos bien juntos”, dice Sofía. Con el amor que desprenden parece que se lo pondrán fácil al staff, que ha decidido apostar por Manolo, un perrito abandonado que debió vivir en una casa porque lo encontraron atado en un parque de niños con su camita.
Los primeros momentos de Manolo con la joven pareja han estado marcados por la distancia del perrito. Sin embargo, el roce hace el cariño y un rato después parecía estar muy cómodo a su lado, tanto es así que se ha tumbado junto a ellos. Parece que no solo va a haber match entre ellos, sino que van a tener una vida muy feliz juntos.
Ana y Leo: ¿Un conejito y un perro pueden ser amigos?
Llegan a Dog House en busca de un perro que sea compatible con su conejita Balbina. “A veces les digo a mis conocidos que me tengo que ir porque está sola Balbina y se ríen. Yo pienso: ‘Pues quiero a ese conejo más que a ti”. Por su parte, el pequeño Leo siente un gran amor por los animales: “Los animales siempre me quieren mucho, no se por qué”, dice el pequeño.
En el jardín, la familia se ha encontrado con Mora, una perrita de tres años que ha pasado por varias casas. Su última familia fue una señora mayor que no consiguió aceptarla porque Mora era cachorra y tenía mucha energía. Como dice Chenoa: “Cuando te han roto el corazón cuesta volver a confiar”. Eso le ha pasado a Mora, que ha tardado en abrirse con su familia. Aunque, pronto ha empezado a demostrar gestos de amor. “Al principio pensábamos que no iba a ir bien, pero en cuanto la he visto con Leo he sabido que me equivocaba”, dice Ana. El amor entre el pequeño y Mora es innegable. Es un amor que aún hay que trabajar, pero que parece que va a llenar sus vidas.
Loli, Domingo y Judith: volver a salir a la calle
La familia llega a Dog House en busca de un perrito para su hija Judith. “Queremos un amigo para Judith, y que ella se tenga que hacer cargo de un ser vivo”, dice Loli. Judith es una niña que está muy encerrada en sus aficiones y que le cuesta mucho salir, por lo que la familia considera que le ayudará a relacionarse y salir más a la calle.
Los chicos del albergue creen que Pizza será buena compañera para ellos. Tiene doce años y es muy tranquila, aunque le encantan las pelotas. Y así lo ha demostrado en su entrada al jardín: la pequeña perrita ha ido directa a saludar a su familia nada más entrar y, seguidamente, se ha ido a jugar con las pelotas. ¿Encajará la perrita con la familia?
La energía y alegría de la perrita ha inundado todo y ha enamorado rápidamente a la familia. A pesar de que su gran afición son las pelotas, el staff advierte de que, en ocasiones, es peligroso que los perros se obsesionen con ellas y es interesante ofrecerles juegos de olfatear, dejando de lado la pelota.