J.J. Vaquero y Álex Clavero se convierten en vigilantes del Archivo de RTVE con 'La Garita'
- J.J. Vaquero y Álex Clavero presentan en Las tardes de RNE y Mañana más la apuesta para el access prime time veraniego: La Garita
- De lunes a jueves, a las 21.40 horas en La 1 de TVE un nuevo programa de La Garita
Acceder a las instalaciones de RTVE en Prado del Rey estos dos meses de verano no está siendo tarea sencilla. Tanto Ángel Carmona y su equipo de Mañana más como Lourdes Maldonado y el completo de Las tardes de RNE lo pueden corroborar. Desde el 14 de julio, los controles de acceso para entrar en la Casa de la Radio se han vuelto más exigentes. Aunque no precisamente por sofisticadas medidas de seguridad. Más bien al contrario.
La culpa la tienen los dos nuevos "guardias de seguridad": J.J. Vaquero y Álex Clavero, que se han instalado en La Garita (de lunes a jueves a las 21.40 horas en La 1 de TVE) en sustitución de David Broncano. "Me alivió cuando supimos que no había que cuidar de verdad el plató de La Revuelta. ¿Tú sabes cómo está eso de cachivaches?", confiesan entre risas en Las tardes de RNE.
La de trastos que habría que limpiar. Y la de cosas que habría que "custodiar". Mejor limitarse a "controlar" el Archivo de RTVE —al que tienen acceso libre— y el sofá que han convertido en su segundo hogar. O primero, porque ganas de ejercer de guardias, las justas.
Eso de pasar horas y horas metidos en La Garita uniformados con pantalones grises y unos polos que con el "calor nos derriten los pezones", señalan, no es para ellos. "Hay una sala llena de monitores en la que se ve todo y abajo hay una tele. ¿Entonces dónde vas a mirar? Si tienes la tele y el vídeo…", se justifica Clavero en Mañana más.
¿Qué podría salir mal?
Aparte de que quien se asome termine enganchado a las incontables historias y curiosidades de la hemeroteca de RTVE y pierda la noción del tiempo, algún que otro detalle sin importancia. Tal vez alguna ciertas brechas de seguridad. Nada tan grave.
De hecho, como hay quien no se fía, de vez en cuando se dejará caer "gente ilustrísima para controlar qué estamos haciendo y qué estamos viendo —Soraya Arnelas, por ejemplo—". Y ya de paso, "sentarse a charlar", agrega Clavero.
No es de extrañar, por lo tanto, que ninguno de los dos dispongan de demasiadas papeletas para convertirse en guardia de seguridad del año. Aunque discrepen. Porque ellos, sobre todo Vaquero, se sienten uno más del oficio.
"Hemos estado tanto tiempo con la ropa de segurata que cuando llego a Prado del Rey, los miro diciendo 'soy compañero'. Como cómico he tenido el síndrome del impostor, como actor muchísimo más. Y como presentador de televisión ya ni te cuento. Pero, me pongo un polo y por fin se me quita. Sé lo que soy", dice.
Eso sí, en lo que se refiere a risas y entretenimiento, la cosa cambia. Ahí sí podrían ser empleados del mes.
"La Garita va dirigida a todos los públicos", explica Clavero. No se trata solo de un programa, es una invitación a bucear entre la nostalgia y la curiosidad. La premisa es sencilla: rescatar reliquias y momentos televisivos que forman parte del imaginario colectivo. "Dejamos que la gente vea las cosas con tranquilidad, con dos pesados de fondo opinando sobre lo que se ve", añade.
Aunque, en realidad, solo haya un "pesado". Y pista, no es él. "Vaquero no me deja ni hablar. Hay veces que solo hago gestos. Él tiene mucha más memoria y ha visto mucho más tele que yo", reconoce Clavero, contento, no obstante, de conservar la capacidad de sorpresa.
"En mí se va a ver reflejada mucha gente. Habrá quien diga: '¿En serio Curro Jiménez era un barquero que luego se convirtió en bandolero?' Yo no me acordaba. Tampoco me daba cuenta de que Isabel Pantoja salía cantando en la serie", admite Clavero.
Han pasado casi cincuenta años desde que esa ficción dejó de emitirse, y los detalles, como sucede con todo, se van difuminando. El tiempo y el contexto social hacen su parte.
"Habrá jóvenes que descubran joyas televisivas", apunta Clavero. Si bien algunas les puedan chirriar. "Les vamos a situar en las circunstancias de la época. Van a disfrutar porque conocerán cosas nuevas y verán cómo han envejecido".
Porque en cuatro décadas, todo cambia. Desde el ambiente —"ahora hay un bajo uso de la laca. Antes, con la laca que se usaba y lo que se fumaba en los platós, no estallaban de casualidad", resalta Vaquero— hasta la propia manera de reírse.
"Más allá de cómo ha evolucionado el humor en cuestiones de tabaco o género, por ejemplo, lo que ha cambiado es cómo se ríe la gente. Antiguamente, las personas se pegaban cuando se reían, daban en el hombro a quien estuviera delante. Necesitaban esa reacción física. Ahora hemos dejado de darnos", reflexiona Vaquero. Por suerte, no hemos parado nunca de reírnos.