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¿Qué esconde la joyería Llop de 'La Promesa'? Esta es la terrible verdad

La Promesa - Esmeralda cuenta a Curro la verdad sobre la joyería Llop

Tras descubrir que el frasco que encontraron escondido en el estuche de la pulsera era cianuro, Curro hizo venir hasta La Promesa a Esmeralda. Una vez en el hangar, el lacayo se descubrió ante ella y le contó toda la verdad: que había ido para investigar su intento de asesinato y el de su hermana. La joven, acorralada, se niega a contar la verdad y sale huyendo. En cambio, cuando ya pensaban que no iban a volver a verla, Esmeralda ha vuelto a La Promesa dispuesta a ayudar al protagonista de la serie, y gracias a un nombre que le da Lope descubre quién es el verdadero dueño de la joyería Llop. ¿Quieres saber todo sobre las nuevas averiguaciones que han hecho? ¡Te contamos todos los detalles!

La terrible verdad que oculta la joyería

Esmeralda regresa a La Promesa con la intención de hablar con Curro. Una vez en lugar discreto, el lacayo le pide que hable y ella le explica el motivo de su vuelta: "He estado pensando lo que me contó. Usted quiso sincerarse conmigo y me confió su búsqueda del asesino de su hermana". Algo que el joven hizo porque ve un aro de bondad en la mujer y que no se corresponde con su posición en la joyería. Y no iba mal desencaminado el muchacho pues la señorita tiene su propia desgracia: "En la vida hay que estar siempre alerta y desconfiar de lo que parecen golpes de suerte".

"Yo trabajaba en un mercado ambulante vendiendo calderos de cobre. Se me daba bien, si algo he tenido siempre ha sido desparpajo. Un día, un señor muy distinguido me compró un caldero, y a la semana volvió y me ofreció trabajo. Las condiciones eran tan buenas que costaba creerlas", empieza narrando la joven. Ante un horario más corto y el triple de sueldo, Esmeralda no pudo decir que no, pero ese no fue el único motivo por el que aceptó el trabajo. También porque al fin sus hermanos y sus padres iban a dejar pasar necesidad.

Podría decirse que toda la familia de Esmeralda depende de ella, pues su padre tiene 'rota' la espalda y solo puede hacer pequeñas tareas. "El caso es que, los tres primeros meses en la joyería fueron duros, pero lo recuerdo con cariño, pues todo iba encaminado a refinarme, a transformarme en una señorita, y ya de paso, a convertirme en la mejor vendedora de joyas. Todos estaban muy contentos conmigo y yo me sentía orgullosa porque no sospechaba lo que vendría después", continúa diciendo la muchacha.

"Poco a poco vi que la joyería era en realidad una tapadera y entendí que a cambio de ese refinamiento y de ese sueldo tan bueno iba a tener que realizar trabajos especiales", le explica al lacayo, añadiendo que esos trabajos tenían que ver con agresiones e incluso asesinatos. En cambio, cuando ella se dio cuenta, ya era demasiado tarde: "Quise salir de allí corriendo, pero los pobres no podemos permitirnos ciertos lujos, y con ese dinero, mi familia podía vivir de forma digna". Cuando se lo planteó a su jefe, este amenazó con matar a toda su familia si se iba de allí: "El trabajo que hacemos es demasiado delicado para dejar cabos sueltos. Jamás permitiré que te marches de aquí", es el mensaje que le dio.

Curro le pregunta quién fue el que compró el veneno para su hermana, pero ella no lo recuerda. También le se interesa por quién encargó su asesinato o el de un doctor, pero la joyería no funciona así: "No se hacen las cosas tan abiertamente. Además, los interesados no acuden en persona, se valen de un tercero al que envía para involucrarse lo menos posible".

El motivo por el que las citas se cierran con antelación es para que el dueño pueda estar presente y observar sin ser visto a través de un agujerillo de un cuadro en la pared. "De ahí lo de un plazo de un mes, así tiene tiempo de organizar el seguimiento. Una vez que ha observado a los enviados en el despacho los manda seguir, así puede extorsionar a los responsables después", termina diciendo Esmeralda. Por suerte, el dueño no sabe quiénes son Curro y Lope porque, como fueron de un día para otro, Esmeralda no dijo nada: "Me parecieron dos pardillos".

El verdadero dueño de la joyería que Vera conoce muy bien

Todo se registra en un cuaderno de tapas doradas en el que un tal Jacinto Iglesias, mano derecha del dueño de la joyería, donde se apuntan los verdaderos nombres de las personas que están detrás del encargo. Lo que no sospechábamos es que Vera sabría de quién se trata.

Cuando Curro le cuenta toda la información que le ha dado Esmeralda a Pía y Lope, la doncella escucha ese nombre, por lo que se muestra enfadada con su novio. Lope no da crédito cuando Vera le pregunta por qué están investigando a su familia. ¿El motivo? Jacinto Iglesias: "Por desgracia sí le conozco. Es el hombre para todo de mi padre, su secretario. Come en casa, vive en casa, es su persona de confianza". Esto solo tiene una explicación que nos desvela quién está detrás de los trapicheos de la joyería Llop: el duque de Carril.

La Promesa - Vera conoce al dueño de la joyería Llop

¿Cuál será el siguiente paso que den Pía, Lope y Curro? ¿Le contarán lo que están investigando a Vera? ¡No te pierdas los próximos capítulos de La Promesa!