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La dolorosa humillación de Curro en 'La Promesa' a manos de don Lisandro

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La Promesa - Curro echa en cara a Alonso su comportamiento

El capítulo 611 de La Promesa nos dejó un enfrentamiento sin precedes en la serie: un lacayo cara a cara con un duque que además es mano del derecha del rey Alfonso XIII. Curro, cuando fue a pedir permiso para hacerse cargo del cuerpo de doña Eugenia, se encontró que su madre ya había sido enterrada por orden de don Lisandro. Esto desencadenó una discusión en la que el Carvajal y Cifuentes llamaba loca a la hermana de la marquesa, así como fregona a Dolores, la verdadera madre del lacayo. Esas palabras hartaron a don Alonso, el marqués, que llegaba a ponerse en pie.

Ahora, Curro le pide a don Lisandro que se retracte de los insultos que ha dedicado a su madre, pero termina pasando todo lo contrario: el lacayo es humillado, y el marqués no hace nada para impedirlo. Es más, don Alonso exige a su hijo no guardar luto por Eugenia. ¿Te has perdido el momento? ¡Te contamos todo lo que ha sucedido!

Curro, humillado por Lisandro

"Le voy a dar la oportunidad de que retire sus palabras", le dice Curro al duque de Carvajal y Cifuentes después de llamar fregona a su verdadera madre, pero el invitado de La Promesa no está dispuesto a que "un bastardo lacayo de órdenes a un duque". Hastiado por la discusión, el marqués les pide que se relajen, pues los ánimos están muy caldeados. Pero faltaba el tercero en discordia: el capitán de la Mata.

"Mira Curro, ya habría sido un atrevimiento cuando eras barón de Linaja, pero ahora que eres lacayo es un imperdonable desatino. Pídele perdón", le exige al que fue su hijo, que se niega rotundamente. Para el duque, Curro está haciendo el ridículo, a la vez que el marqués intercede por su hijo: "No tenga en cuenta sus palabras, el dolor está nublando su entendimiento". En cambio, el duque no ve "dolor, solo ira, y ni una ligera sombra de arrepentimiento". Llegado este punto, el marqués decide exigir al lacayo que pida perdón a don Lisandro: "Curro, discúlpate, es una orden".

Tras pensarlo mucho, Curro finalmente cede: "Le pido perdón por mi actitud, señor duque. Efectivamente, era el dolor el que hablaba por mi boca". Acto seguido, don Alonso le pide que se retire, pues ya hablarán más tarde. En cambio, don Lisandro tenía una petición más: "Antes, quiero que me des las gracias. Enterrar a esa era la única manera de que esta casa salvara su honra, si hubiera trascendido lo que ocurrió hubiera sido el fin del apellido Luján. ¿Cómo crees que reaccionaría su majestad de haberse enterado de todo lo que hizo tu supuesta madre, como te gusta llamarla?".

"Mal, gracias señor duque", responde el lacayo en una de las humillaciones más dolorosas de La Promesa y que termina con el capitán de la Mata invitando a don Lisandro a ir a Luján a tomar el aperitivo antes de la cena.

La Promesa - Curro, humillado por Lisandro

Curro le echa en cara al marqués su comportamiento

Tras la marcha del capitán y el duque, Curro también hace el gesto de abandonar la sala, pero don Alonso se lo impide. "Ya le he pedido perdón al duque, ya le he agradecido que enterrase a mi madre como si fuese una cualquiera. ¿No le parece suficiente humillación? ¿Qué más quiere?", le dice el lacayo a su padre, que le pide que se tranquilice y le escuche: "Entiendo cómo te sientes. No solo has perdido a tu madre, si no que te han negado el derecho a despedirte de ella".

El joven cree que el marqués ya no defiende el proceder del duque, pero don Alonso le deja claro que nunca lo ha defendido: "Nos guste o no, ese hombre acaba de evitar la ruina de esta familia. Lo ha hecho en su propio beneficio, lo sé, para que no le salpicara, pero los hechos son los que son". En cambio, la petición de disculparse con don Lisandro no ha sido la única que le ha hecho don Alonso a su hijo. En esta ocasión, Curro vuelve a sufrir otro duro golpe por parte de su padre después de ser repudiado: "Tengo que pedirte, con todo el dolor de mi corazón, que hagas todo lo que puedas por tapar lo ocurrido. Empezando por no guardar luto por Eugenia".

Curro no da crédito a lo que acaba de decir el marqués, pero su padre está hablando completamente en serio. El lacayo le pide que no fija que se preocupa por él, en cambio para don Alonso, Curro es muy importante: "Me preocupo por ti. Sabes perfectamente lo que significas para mi. Puedes visitar la tumba de tu madre cuando lo necesites, y no tienes por qué ir solo, yo te acompañaré".

El lacayo, dolido por lo que le ha dicho su padre, le dice que puede ahorrarse el esfuerzo, aunque el marqués lo haría con gusto. Claro, que Curro termina reprochando a don Alonso qué pasaría si lo hiciera: "Dígame, qué pensarán si le ven con su hijo bastardo visitando la tumba de una loca suicida. No, no ponga en riesgo la honra de su familia, marqués". Unas palabras que duelen mucho al Luján, pues a pesar de todo, es su hijo.