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Pablo Alborán: "Hay que subirle el volumen a las buenas noticias y no a las malas"

  • El cantante malagueño presenta en Las mañanas de RNE, su nuevo sencillo, "Clickbait", con el que aborda el impacto de los bulos
  • Además, interpreta en directo "La planta 7", un tema inspirado en un proceso de quimioterapia de un familiar cercano
Pablo Alborán en 'Las mañanas de RNE'

No te lo vas a creer. Pablo Alborán lo ha vuelto a hacer. Nadie se lo esperaba. Jamás se ha escuchado algo así de él. Y no, esto no es clickbait. O al menos, no en su versión más sensacionalista. No es un anzuelo vacío con titulares engañosos para generar clics. Es justo lo contrario. Se trata de clickbait, sí, pero en su forma más literal y honesta: la captación de la atención. No con trampas, sino con acordes. No con promesas huecas, sino con música. Con un mensaje claro.

Porque "Clickbait", el nuevo single del Pablo Alborán (Málaga, 1989), no solo sorprende por su sonido –más urbano y con toques de rap–, sino también por lo que dice. Es un golpe directo contra los bulos, la desinformación, la obsesión por la fama y el "me gusta" fácil en la era digital. "Muchos dicen que me conocen, pero no tienen ni idea de quién soy", canta el andaluz.

"En esta canción vierto todas las cosas que me he tenido que callar en muchas ocasiones y que seguiré guardándome. A veces hay que callarse, porque hablar solo generaría más ruido innecesario", confiesa en Las mañanas de RNE con Mamen Asencio, donde también interpreta en directo La planta 7, otro de los temas que formarán parte de su próximo disco: un trabajo reivindicativo, personal y emocional aún sin nombre.

Las mañanas de RNE - Mamen Asencio - Pablo Alborán: "Hay que subirle el volumen a las buenas noticias"

Sin embargo, todo tiene un límite. Y no todo vale. El silencio no es eterno. Llega un punto en el que uno también necesita liberarse. Alzar la voz. Dar un paso al frente.

Una cosa es "que se inventen historias sobre mi vida privada, como dónde vivo o que tengo una colección de coches privada —que ya me gustaría, porque me encantan"—, bromea. Ahora, otra cosa muy distinta es hacer clickbait en temas más serios.

"Lo mío es una tontería, pero cuando lees titulares así en portales de Internet o en redes sociales sobre política, sociedad o salud ya no sabes qué creerte", denuncia.

Porque el problema del clickabait no es exclusivo de los "famosos". Ni mucho menos. Es de la sociedad en su conjunto. Todos somos responsables y, al mismo tiempo, víctimas del sistema.

Cualquiera puede caer en la trampa. ¿Quién no ha sentido la tentación de hacer clic en un titular que promete revelar el secreto inconfesable del intérprete de Solamente tú? ¿O de su deportista favorito? ¿Quién se resiste a leer un artículo que asegura enseñarte a hacerte millonario o curarte milagrosamente de una enfermedad?

Ahí empieza el peligro. Ahí, cuando la delgada línea entre información y desinformación se difumina hasta desaparecer.

"Tengo familia periodista, me encanta el periodismo. De hecho, empecé a estudiarlo. Por eso, cuando veo esta falta de rigor y manipulación, me de rabia y me desilusiona", apunta Alborán. Y sus estrofas lo demuestran: "Algunos tienen veneno en los corazones / Les provoca adrenalina / Más de lo que pensáis / Pura anfetamina / Para un ego sin likes / Fama, fama, fama, fama, fama /¿Dime qué coño te para?", pregunta en "Clickbait".

Sin embargo, la respuesta no es fácil. Estamos inmersos en un bucle del que parece imposible salir. Hay cansancio. También un cierto hartazgo, aunque, por suerte, también alternativas. Siempre está el arte. "Para un artista es necesario poder cambiar, volver, venir, abrir y cerrar las puertas que queramos través de nuestro medio de expresión. Esa es la libertad que tenemos", recuerda el malagueño.

Porque sus estrofas no prohíben ni limitan nada. Al contrario. Abren mentes. Tratan de ayudar. "Esta canción no es en contra de la prensa porque la prensa no es esto. Y tampoco crítico la redes, sino su utilización. Hablo del clickbait, de mi experiencia como artista y como ser humano, y de los malos usos de las redes sociales. Detrás de ellas hay personas maravillosas, pero no podemos dejar que las pantallas nos dominen", reflexiona Pablo Alborán. "Simplemente", se trata de ser responsables. Y valientes.

La música como refugio

Valientes, porque tampoco hay que dejarse arrastrar por la negatividad. Habrá momentos en los que sea necesario vivirla. Por supuesto. Sentirla es humano. A veces, hasta sanador. Pero hay que evitar ahogarse en ella.

"Para mí, el arte es un recipiente donde volcar tu rabia, ansia, deseos y miedos para transformarlo en algo que sea útil para ti y para quien lo escucha", explica el malagueño. Y "La planta 7", otro de sus nuevos temas, es prueba de ello. De hecho, nació inspirada en un proceso de quimioterapia de un familiar cercano.

"Si hablo de este disco sin explicar de dónde viene, estaría decorando algo, y no me apetece decorar", confiesa el artista. "Cuando en mi familia pasamos por aquello, recibimos muy poca esperanza. Instintivamente, el cerebro siempre se va a lo malo. Piensas en el plan B, en el C… pero rara vez en que las cosas puedan salir bien".

Por eso, ahora que su familiar está recuperado, Alborán siente la necesidad de acompañar con su música a quienes atraviesan lo mismo. "La esperanza hay que transmitirla como sea, porque existe", recalca. Y si bien las malas noticias—a menudo amplificadas por el clickbait—ensordecen todo lo demás, él lo tiene claro: "Hay que subirle el volumen a las buenas noticias".

Y también, cómo no, a aquellos que las hacen posibles: "Por supuesto, gracias a la sanidad pública y a la investigación, especialmente a la del Hospital La Fe de Valencia, donde hemos estado. A todos ellos hay que cuidarles. No tienen guardias reguladas y no son superhéroes. Son personas de carne y hueso. Necesitan nuestra ayuda y nuestro apoyo porque, si no, nos vamos a cargar nuestra sanidad pública", concluye Pablo Alborán.