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La Matemática del Espejo

María Marte: una chef con dos estrellas Michelín que renunció a criar a sus mellizos

  • La chef reconocida mundialmente empezó fregando platos para sobrevivir
  • María Marte ha reconocido que lo más duro en toda su historia fue tener que dejar a sus hijos en República Dominicana

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La chef María Marte habla con Carlos del Amor, en `La Matemática del Espejo¿
La chef María Marte habla con Carlos del Amor, en `La Matemática del Espejo¿

El éxito de María Marte es la historia de una chef que vino de República Dominicana, empezó fregando en la cocina y no paró hasta lograr alcanzar las estrellas con sus propios platos. En tan solo 5 años como chef, logró consolidar dos estrellas Michelin, el premio internacional a la innovación y hasta un premio nacional de gastronomía. Aunque su victoria más celebrada fue poder traer a sus hijos a España, ya que tuvieron que quedarse en su país con sus abuelos: “Mis hijos en esta historia han sido la parte más sacrificada”. Así se lo ha confesado a Carlos del Amor en La Matemática del Espejo.

Lo más duro en la historia de la chef María Marte: sus hijos

María Marte no lo ha tenido nada fácil en su vida. Como le ha confesado a Carlos del Amor, ella siempre fue “padre y madre” de sus tres hijos, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera para sacarles adelante: “Yo siempre valoré fregar platos y no porque fregar platos no sea un trabajo digno, sino, porque mis hijos tenían que comer y este trabajo para mí, fue mi salvación”.

La chef de alta cocina ha reconocido que lo más duro de su historia y su consecuente marcha a España, fue tener que dejar a sus mellizos al cuidado de sus abuelos: “Mis hijos fueron lo más sacrificado, porque ellos no tienen la culpa de que yo les trajera al mundo y los dejara en República Dominicana con 3 años. Eso sí que es una parte triste

“El día que yo cobraba, lo primero que hacía era salir corriendo e ir a un locutorio para mandar el dinero a mis hijos”

Para Marte, que no ha parado de llorar al recordar todo esto en La Matemática del Espejo, lo más importante era que sus hijos estuvieran bien y poder darles la educación que se merecían, aunque eso le llevara a tener que malvivir con algo más de 20 euros en su cartera: “El día que yo cobraba, lo primero que hacía era salir corriendo de aquí e ir a un locutorio para mandar el dinero para mis hijos. Me quedaba al mes con la propina, con el bote. Y eso era muchas veces 27 euros, no más”.

Todo eso, según ha contado la chef, le llevó a endeudarse y todo se complicó tras fallecer sus padres: “El 3 de julio se muere mi mamá, pero, unos meses antes había muerto mi padre también. Entonces, no tenía dinero para pagar un vuelo para ver a tu mamá muerta, lo podía hacer, no te voy a decir que no, porque alguien me ofreció una ayuda, me dijo: ¿Quieres ir? Y yo: “No es que quiero ir, era mi mamá”.

Eso sí, aún con deudas y con incertidumbre, no hubo ni un año en el que María no fuera a visitar a sus hijos: “Yo hacía todo lo posible, nunca dejé de ir a República Dominicana, ni un año, sin tener ni un euro, cuando empecé fregando platos a 3 euros con 50 la hora, y había días que yo hacía 2 horas, y había días que me decían, no vengas porque hoy no hay”.

En ese tiempo María todavía “no era nadie”, según cita, ella siempre fue la segunda en cocina: “Pero nunca me lo habían reconocido hasta que se murió mi mamá”. Pero, ¿qué hizo entonces? Parece que la dominicana empezó a ver la luz al final del túnel, ya que poco después de morir su madre, en 2011, el Club Allard consigue su segunda estrella Michelin: “Entonces es cuando a mí empieza a cambiarme la vida y empecé a ganar un sueldo decente, por el trabajo que llevaba años haciendo”.

¿Cómo logró traer a sus hijos a España?

María se pasaba más de la mitad de su día entre fogones hasta que porfin logró ser reconocida como ‘jefa de cocina’ del restaurante, es entonces cuando decide ir más allá y traer a sus hijos al país donde logró la oportunidad: “Yo vivía en La Latina, en 15 metros cuadrados, conseguí un piso en Juan Alvarez Mendizabal, de 3 habitaciones, ¿por qué? Yo siempre tenía pensado traer a mis hijos, entonces pensé, necesito un piso con 3 habitaciones porque mis hijos tienen que tener cada uno una habitación, porque mis hijos siempre han vivido bien allí, porque yo lo pagaba todo”.

Según cuenta, en ese momento empezó a cambiarle la vida a la chef. Pasó de sobrevivir de las propinas, a poder vivir de lo que a ella más le gusta: cocinar. Desde ese momento María no ha dejado de subir y siempre con una gran sonrisa por delante, tanto, que se ganó el apodo de ‘La cocinera feliz’.

Para María, los grandes héroes en toda esta historia son sus hijos, que hoy en día siguen los pasos de su madre y, afortunadamente, pueden hacerlo de su mano: “Yo les aplaudo porque sean más fuertes que yo. La educación de ellos fue muy diferente a la mía, quizá también viene por ahí, pero también me aplaudo yo, porque esa educación se la di yo fregando platos”.

“Muchas veces quise volver atrás”

En todo ese proceso, María lo pasó mal, sí, y, según cuenta, muchas veces pensó volver a su país, pero sentía que algo le decía “tú no te puedes ir”: “No sé qué era ese algo, quizá era el deseo tan grande de superación que tenía lo que me hizo quedarme aquí. Porque yo entendía que este era mi sitio también y estaba sufriendo porque no estaba allá, pero pienso que pasan cosas y que me pasaran a mí pues mira, a alguien tenían que pasarle”.

En 2018 dejó el Club Allard, cogió a sus hijos y volvió al lugar donde empezó todo, pero esta vez para cumplir su gran proyecto de vida, siempre rodeada de aquellos que nunca la menospreciaron: “Siempre he querido ser autosuficiente y eficiente en muchas cosas. Siempre soñé con tener un terreno que fuera grande para poder construir ese proyecto. Ahí quiero tener mi restaurante, a mi manera, y quiero tener mi pequeña escuela,. Eso ya hoy en día es una realidad, porque ya lo estoy haciendo. Ese sí es el proyecto de mi vida. Estar en mi pueblo, con la gente que me quiere, que quiero.”