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Literatura

Los cuentos de Julia Viejo debutan en Blackie Books

Noticia Página Dos

  • Página Dos entrevista a la traductora y escritora Julia Viejo (Madrid, 1991)
  • Los relatos de En la celda había una luciérnaga (Blackie Books) muestran las rarezas que se esconden en lo cotidiano
  • El surrealismo, la ternura y la crueldad conviven en treinta y cuatro cuentos breves

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Página Dos entrevista a Julia Viejo, que debuta en Blackie Books

En los cuentos de Julia Viejo caben toda clase de chifladuras maravillosas: una familia que deberá luchar contra una plaga de comadrejas, un bosque mágico que no desea que nadie lo visite, una chica encerrada toda la noche en un supermercado, un fantasma condenado a ser eternamente joven, una luciérnaga que ilumina una celda… Relatos cortos que tratan lo raro como si fuera normalísimo, y que señalan la extrañeza de algunas cosas que hemos dado por normales. «Lo extraño brilla. Todos nos definimos por cómo reaccionamos ante lo extraño. Todos seguimos comportamientos aún más humanos, de ternura y de pánico, de amor y de asco, cuando nos enfrentamos a lo extraño.» La editorial que ha publicado el debut de Julia, Blackie Books, la define como una Ana María Matute de la generación millennial. Nos citamos con ella para hablar de En la celda había una luciérnaga.

Óscar López pregunta a Julia Viejo a propósito de esa comparación con Matute, y ella sonríe. «¡Menuda presión! Siempre la he admirado mucho, y me identifico con su manera de mirar el mundo, con una mirada trágica, infantil y gamberra.» El proceso de escritura coincidió con el confinamiento de 2020. «Escribí estos cuentos con la idea de que cada uno fuera de su padre y de su madre, lo más diferentes posibles. Al acabar me di cuenta de que había un espíritu común de soledad, perplejidad, humor absurdo… pero eso no lo vi hasta el final. El cuento sigue siendo el hermano feo de la novela, y no debería ser así. A veces pueden ser más difíciles de concebir y de escribir que un texto largo.»

El cuento, el patito feo de la literatura

A pesar de ser la Cenicienta de la narrativa, un alto porcentaje de los escritos literarios más interesantes de las últimas décadas han sido cuentos. John Updike, Joyce Carol Oates, Alice Munro o Roberto Bolaño escribieron cuentos inolvidables. Los autores que cultivaron otros géneros parecen más ellos que nunca en ese formato breve. En un cuento no hay lugar donde esconderse, no hay tiempo para la cháchara. Hay pocas páginas y hay que ir al grano. Son la forma más libre de descubrir personajes disparatados y lugares nuevos, a pesar de que hay solo unos pocos argumentos universales que repetimos una y otra vez.

«Me gusta la ligereza y el humor para acercarse a las tragedias de la vida», explica Julia Viejo. «A mí por lo menos me salva de vivir angustiada de la oscuridad que hay en el mundo. No es un género fantástico, pero me gusta destilar lo extraordinario de lo cotidiano. A todos nos suceden cosas curiosas a diario y que no tienen mucha explicación.»

La pregunta sigue siendo siempre por qué escribir. «Necesitamos los cuentos más que nunca, aunque a veces no acaben bien, o aunque simplemente no acaben, porque conservan una narrativa en la que la recompensa está en el camino, no en el fin. (...) Escribir te obliga a acumular más preguntas que respuestas, hasta llegar a un punto en que ya no te caben en casa y necesitas donarlas a alguien, si es que alguien quiere quedarse con ellas.»