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Literatura

Valentín Roma: «La madres que trabajaban en casa tenían una conciencia de clase mucho menos ostentosa, pero hacían ideología cada día»

Noticia Página Dos

  • Página Dos charla con Valentín Roma sobre El capitalista simbólico (Periférica)
  • Con esta novela cierra la trilogía que empezó El enfermero de Lenin (2017) y Retrato del futbolista adolescente (2019)
  • Roma, que jugó al fútbol en su adolescencia, es comisario y director del centro de arte La Virreina

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Cómo cambiar de clase social y no morir en el intento

Recién salido de la universidad, al protagonista de El capitalista simbólico —la nueva novela de Valentín Roma— lo contratan las Guías Michelín para «atender las inquietudes de los ricos», desentrañando aquello que convierte una experiencia turística en sublime. Aunque apenas visita los lugares que debe puntuar y se limita al plagio de otras guías, cobra un sueldo que le asusta por lo elevado: se sabe un fraude. Acaba de abandonar una prometedora carrera deportiva y empieza a coquetear con las élites culturales.

«Durante cinco años trabajé como redactor para las Guías Verdes Michelin. (...) Si hay algo que jamás he olvidado es esa sensación de que, hiciera lo que hiciera, mi única tarea consistía en atender las inquietudes de los ricos, en colmar sus vidas con eso que ellos denominaban algo más. Porque en los viejos tiempos nadie repartía culpas a derecha e izquierda, todos sabíamos —e incluso proclamábamos— que las puertas del ascenso económico se abren en contadas ocasiones, y que es lícito atravesarlas de la manera que corresponda

El joven logra un trabajo en el que por fin tiene la sensación de que ha llegado. «Pero ese lugar», nos explica el escritor, «es un lugar desconcertante y peligroso para las creencias que él tiene. Ve la contradicción que supone desclasarse. En ese sentido, es una novela que narra ese juego de las clases sociales, que explica cómo un chaval que viene del mundo obrero se encuadra en una realidad social distinta, y al mismo tiempo ese entorno le gusta. No podía plantear la historia hablando de buenos y malos, quería hablar de la renuncia que él hace.»

Valentín Roma es director de un importante centro de arte de Barcelona, La Virreina, especialmente dedicado a la imagen, y es un firme defensor del museo útil. Huye de las latas teóricas, de la jerga académica, de las definiciones mareantes y huecas, del organigrama rígido. «Es importantísimo poder equivocarse, partir de unos parámetros y cambiarlos porque la investigación o la interacción los han desmontado. Es bueno que los críticos, periodistas, audiencia y programadores establezcan líneas editoriales que permitan identificar qué se le propone a la ciudadanía, y qué posición tienes dentro de la esfera pública. Ser una comunidad versátil que se autorregula».

La conciencia social de las amas de casa

En la trama de El capitalista simbólico (Periférica), la madre resulta fundamental. «Quería ilustrar el papel de las madres que trabajaban en casa. Se las arrinconaba y se las veía como simplemente responsables de las tareas domésticas, cuando en realidad esas mujeres cuidaban y organizaban todo, se encargaban de la educación y tenían una conciencia de clase mucho menos ostentosa que las de sus maridos. Hacían ideología cada día».

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En la novela el fútbol también tiene un papel importante. «Es un imaginario ligado a las clases populares, un paisaje de fondo fundamental. El éxito deportivo era una manera no ya de desclasarse, sino de triunfar a lo grande.»