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Las Merindades, un balcón al norte de Burgos

  • Recorremos una desconocida comarca repleta de pueblos encantadores
  • Castillos imponentes, iglesias románicas, paisajes que emocionan
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Las Merindades, un balcón al norte de Burgos | 'Nómadas'

El tercio septentrional de la provincia de Burgos es tierra de transición, un espacio donde la meseta Norte se funde con el valle del Ebro y las estribaciones de la cordillera Cantábrica. El resultado es una gran comarca, Las Merindades, que reúne cientos de pintorescos pueblos desperdigados entre montañas boscosas, ríos, valles, desfiladeros, cuevas y campos de cultivo. El paisaje es tan imponente como su historia, pues estas merindades –órganos gubernativos medievales– fueron el germen de Castilla.

La ciudad más pequeña de España

Castillos no faltan. Algunos son tan imponentes como el de Frías, que vigila desde lo alto del cerro de La Muela la armoniosa colección de edificios que tapizan su ladera sur hasta la vega del río Molinar. Todos marcados por el tono claro de la piedra de toba, la misma que lucen las célebres casas colgadas del municipio.

Las casas colgadas de Frías

Las casas colgadas de Frías Carmen Zujeros

La guía Edurne García nos acompaña en nuestra visita a la ciudad más pequeña de España (que lo es) antes de adentrarnos en su costado natural.

Cascada de Tobera

Cascada de Tobera Carmen Zujeros

Muy pocos kilómetros aguas arriba, en la pedanía fredense de Tobera, un pueblo rodeado por riscos y bosques, encontramos una hermosa colección de cascadas. Son varios saltos encajados entre las casas de la localidad. Su rumor es la eterna banda sonora que acompaña a los vecinos. Se puede subir a un mirador que ofrece una impactante panorámica elevada del conjunto. En el extremo superior, las ermitas de Santa María de la Hoz y del Cristo de los Remedios, junto a un sencillo puente en arco, componen una estampa de recuerdo imborrable.

Entre montes y desfiladeros

Estamos a las puertas del Parque Natural de los Montes Obarenes-San Zadornil, un espacio protegido cubierto de hayedos, encinares, enebrales y pinares. Josu Olabarria, responsable de la Casa del Parque, nos recibe en este vanguardista centro de interpretación que ocupa la antigua vaquería del monasterio de San Salvador de Oña. La institución religiosa, fundada por el conde Sancho García en el siglo XI, hoy es uno de los principales polos culturales de la comarca, protagonista de El cronicón de Oña, una multitudinaria representación teatral vecinal que, desde hace más de tres décadas, relata cada mes de agosto la historia del lugar. La presidenta de la asociación que lo promueve, Berta Tricio, nos muestra la iglesia abacial, que conserva un peculiar conjunto de sepulcros en nogal y abundantes piezas artísticas repartidas entre el templo, la sacristía y el claustro gótico.

Iglesia del monasterio de San Salvador (Oña)

Iglesia del monasterio de San Salvador (Oña) Majope (iStock)

El último rebaño del valle de Valdivielso

Nuestro viaje continúa por la Merindad de Valdivielso, un rosario de 14 pueblos agrupados en torno a un mismo ayuntamiento y distribuidos a lo largo de un valle moldeado por el Ebro. En Quintana de Valdivielso conocemos al pastor Leandro Valle, quinta generación de ganaderos de ovino que mantiene, junto con sus hermanos y a la manera tradicional, el último rebaño que pasta por estos contornos. Buscamos paisajes tan abrumadores como los Cuchillos de Panizares, un desfile de agujas calizas que coronan la sierra de la Tesla.

Cascada y túnel de Tartalés de los Montes (Merindad de Valdivielso)

Cascada y túnel de Tartalés de los Montes (Merindad de Valdivielso) Carmen Zujeros

Más al norte, a través de bosques caducifolios, llegamos al diminuto Tartalés de los Montes. La iglesia de San Miguel y San Juan Bautista, levantada con las piedras de varias ermitas de la zona, es el centro de este pueblo al que se accede por un angosto túnel picado en la roca que deja a su izquierda un gran salto de agua. También es posible recorrer toda esta merindad por senderos, enlazando parajes y monumentos extraordinarios como las iglesias románicas de San Pedro de Tejada (Puente Arenas) o de San Miguel Arcángel (Valdenoceda).

Un evocador monasterio en ruinas

Remontando el Ebro hacia el Parque Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón, enclavados en un mirador natural sobre el valle de Manzanedo, descubrimos los restos del monasterio de Santa María de Rioseco, una imponente construcción que se salvó de la desaparición total gracias a la generosidad e implicación de los vecinos del entorno.

Claustro del monasterio de Santa María de Rioseco

Claustro del monasterio de Santa María de Rioseco Carmen Zujeros

El sacerdote Juan Miguel Gutiérrez capitanea la fundación que se ha encargado de consolidar las estructuras y transformar un lugar abandonado en una evocadora ruina que, más allá de su innegable componente romántico, permite algo tan infrecuente como observar el esqueleto de un gran monumento. No hay que perderse su iglesia, la sala capitular, el claustro, la cilla, los vestigios de la torre del abad y el recién recuperado jardín renacentista.

Desde aquí podemos seguir río arriba en busca de poblaciones tan conocidas como Pesquera de Ebro, con su magnífico surtido de casas blasonadas. Más al oeste, Orbaneja del Castillo, un pintoresco pueblo encaramado en la roca en torno a una de las cascadas más hermosas del mundo. Es un secreto a voces, una visita tan recomendada que en temporada alta puede resultar difícil aparcar.

En torno al río Nela

Rumbo al norte alcanzamos Villarcayo, capital de Las Merindades. En su agradable Plaza Mayor, junto al templete de música y su fuente, nos citamos con Íñigo Alonso, periodista deportivo que desempeña un trabajo de proyección nacional desde este entorno rural conectado. El municipio ofrece variadas opciones de esparcimiento, como sus senderos de pequeño recorrido o El Soto, un parque lineal en torno al río Nela donde es posible bañarse en verano. La bicicleta, sea de montaña o de carretera, también es una excelente opción de turismo activo. Hacia el este llegamos enseguida a la ciudad de Medina de Pomar, donde nos recibe el rotundo Alcázar de los Condestables, sede del Museo Histórico de las Merindades.

El puente de roca de Puentedey

El puente de roca de Puentedey Carmen Zujeros

Si preferimos pedalear hacia el oeste, a diez kilómetros de Villarcayo daremos con Puentedey, un pueblo construido sobre un gigantesco arco de piedra esculpido por las aguas del Nela. Este insólito accidente geográfico justifica plenamente el grandilocuente topónimo: puente de Dios.

Villa fortificada sin murallas

Cerca ya de la frontera con Cantabria hacemos parada en Espinosa de los Monteros, cuyo apellido alude a la primera guardia real, creada en el siglo XI para proteger el sueño del ya mencionado conde de Castilla don Sancho García. A la vera del río Trueba se yerguen varias torres y palacios fortificados, defensas de una población que nunca estuvo amurallada. El responsable del Centro de Iniciativas Turísticas, Rodolfo Guitérrez-Solana, nos invita a descubrir la arquitectura civil y militar del municipio comenzando por la gran iglesia de Santa Cecilia, que ocupa el centro de la plaza principal.

Las entrañas de la tierra: Ojo Guareña

Terminamos ruta en la contigua Merindad de Sotoscueva, que atesora uno de los complejos kársticos más importantes de Europa.

Una enorme estalagmita de la cueva Palomera (Ojo Guareña)

Una enorme estalagmita de la cueva Palomera (Ojo Guareña) Carmen Zujeros

El sistema de cuevas de Ojo Guareña, que suma más de cien kilómetros de galerías, permite adentrarse en un laberinto de seis niveles horadado por la paciencia del agua a lo largo de millones de años. La coordinadora de las visitas a este monumento natural, Clara López, y el guía Alberto Gómez nos proponen dos visitas complementarias. La primera, en torno a la cueva ermita de San Bernabé, nos permite conocer los usos de unas cavidades que a lo largo de la historia cumplieron funciones de ayuntamiento, granero, establo y templo. Una serie de pinturas sobre los martirios de San Tirso decora el tramo convertido en iglesia. La segunda visita, físicamente más exigente, desciende a las profundidades de la cueva Palomera. Equipados con casco y frontal, recorremos varios kilómetros entre estalactitas, estalagmitas, profundas simas, angostos pasadizos y amplias cámaras inundables.

Sabores de Las Merindades

En el capítulo gastronómico hay que probar las morcillas de Las Merindades, todas con una base común que las emparenta con las burgalesas, pero con sutiles e interesantes variaciones de pueblo en pueblo. También se hacen quesos, yogures y mantequillas de primera calidad con la leche que se ordeña en Las Machorras, junto a Espinosa de los Monteros. Estamos en tierra de carnes –especialmente de ternera– y de setas de monte. En abril se desata el furor del perrechico, santo grial micológico de la comarca. De la huerta no pueden faltar las lechugas de Medina de Pomar ni las patatas del valle de Losa. Opciones para degustar todo este surtido hay bastantes. En la localidad de Trespaderne nos asomamos a los fogones del Restaurante José Luis con su gerente, Abel Fernández; y en Villabascones de Sotoscueva José Antonio Rodríguez nos abre la cocina del Asador Cueva Kaite.

Edurne García (Frías), Leandro Valle (Quintana de Valdivielso), Juan Miguel Gutiérrez (Rioseco), Íñigo Alonso (Villarcayo), Clara López (Ojo Guareña), Berta Tricio (Oña), José Antonio Rodríguez (Villabascones de Sotoscueva), Rodolfo Gutiérrez-Solana

Edurne García (Frías), Leandro Valle (Quintana de Valdivielso), Juan Miguel Gutiérrez (Rioseco), Íñigo Alonso (Villarcayo), Clara López (Ojo Guareña), Berta Tricio (Oña), José Antonio Rodríguez (Villabascones de Sotoscueva), Rodolfo Gutiérrez-Solana (Espinosa de los Monteros) Carmen Zujeros

Nuestro recorrido

1. Frías

2. Tobera

3. Oña

4. Merindad de Valdivielso

5. Monasterio de Santa María de Rioseco

6. Pesquera de Ebro

7. Orbaneja del Castillo

8. Villarcayo

9. Puentedey

10. Medina de Pomar

11. Espinosa de los Monteros

12. Ojo Guareña

Ver mapa de Las Merindades más grande.