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Grandes musas de la historia de la pintura: bellas, sí, y mucho más que eso

  • Gala, Simonetta Vespucci, Elizabeth Siddal o Kiki de Montparnasse
  • Más allá de su inspiradora apariencia tuvieron una vida con inquietudes intelectuales

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El gallo que no cesa - Gatas del arte: Grandes musas de la historia de la pintura

Si pensamos en grandes musas de la historia del arte nos viene rápido a la cabeza Gala, una auténtica leyenda y la mujer con la que Salvador Dalí creó una verdadera simbiosis de admiración y arte.

Nació en una familia de intelectuales rusos y su primer marido, Paul Éluard, la introdujo en el cícurlo intelectual de la vanguardia, plagado de hombres. A ellos les incomodaba bastante su presencia pero ella, muy avanzaba para su tiempo y que se negaba a ser una simple modelo sin aspiraciones, se sentía como pez en el agua.

Coleccionista de obras de arte, conoció a Dalí en un viaje a Cadaqués y allí se quedó, tras un auténtico flechazo. Formaron una especie de empresa de inspiración y admiración mutua llamada Gala-Dali en la que ambos trabajaron constantemente, aunque a ella se la conozca sobre todo por su papel de musa.

Gala es solo una de tantas mujeres que más allá de su inspiradora apariencia tuvieron una vida con inquietudes y fueron inspiración para unos y obsesión para otros, por lo que muchas de ellas han sufrido en ese papel de modelo de artistas.

Repasamos sus vidas con la crítica de arte Sara Rubayo en El gallo que no cesa.

Simonetta Vespucci, la obsesión de Botticelli

Es el rostro de El nacimiento de Venus. Se la conocía en la Florencia renacentista como la bella Simonetta y con su rubia y larga melena, sus ojos claros y su blanca piel, en su corta vida enamoró a su marido pero también a artistas y aristócratas como la familia de los Medici o a Sandro Botticelli.

Con solo 15 años esta joven noble se casó con Marco Vespucci, emparentado con el navegante Américo Vespucio, y falleció a la corta edad de 23 años de tuberculosis. Antes, el pintor italiano ya había inmortalizado su rostro hasta la obsesión y la conviritó en diosa de la belleza en una de sus obras poniendo cara a la Venus en un retrato póstumo que se considera también una de las grandes obras del Quattrocento italiano.

Botticelli jamás se olvidó de ella e incluso pidió que le entarran a los pies de su tumba.

Elizabeth Siddal y su tormentosa relación con Rossetti

Fue la mayor modelo de la Hermandad Prerrafaelita, la asociación de pintores y poetas fundada en Londres en el siglo XIX.

De clase baja, quiso ser artista en un mundo de hombres que la aceptó solo si desarrollaba el papel de musa. Siddal trabajaba en una sombrerería londinense y allí, con su belleza y sus cabellos rojizos, deslumbró al pintor Deverell.

Empezó como modelo en dicha hermandad y fue la inspiración de John Everett Millais para su famoso cuadro Ofelia que representa el ahogamiento de la amada de Hamlet, escena incluída en la obra homónima de Shakespeare. Para ello, Siddal tuvo que introducirse en una bañera helada para empalidecer su rostro e inmortalizarlo lo más fiel posible a la realidad, lo que le valió una fuerte neumonía.

Detalle de

Detalle de "Ofelia", de John Everett Millais (Tate Britain, Londres).

En la hermandad conoció a Dante Rossetti, él la tuteló, la enseñó pintura y se casaron. El pintor la prohibió posar para otros artistas, a pesar de que él sí tenía otras musas que fueron incluso amantes. Siddal, que llegó a pintar varios cuadros y también escribió poesía, acabó suicidándose con una sobredosis de láudano, una mezcla alcohólica de opio con otras sustancias.

Suzanne Valadon, la musa que agarró el pincel

Antes que musa tuvo profesiones tan dispares como lavandera, modista, obrera, camarera, funeraria o trapecista de circo.

Muchos artistas se sintieron atraídos por su belleza y a los 15 años se convirtió en modelo de Degas, de quien fue muy amiga; de Toulouse-Lautrec o Renoir, entre otros.

Supo aprovechar bien las sesiones y entre posado y posado aprendió de estos artistas técnicas pintóricas que la permitieron dedicarse a este arte. Fue una de las primeras mujeres en ser admitida en la Sociedad Nacional de las Artes de Paris y tuvo grandes amigos pintores, entre los que estaba Picasso.

Libre y ajena a la moral burguesa del siglo XIX, con 18 años tuvo un hijo de padre desconocido y su segundo marido, amigo de su hijo, se convirtió en su agente hasta su divorcio. Valadon murió en 1938.

Kiki de Montparnasse, la inspiración del arte moderno

Modelo, cantante, actriz e icono de toda una época. Alice Ernestine Prin, que ese era su nombre de pila, llegó a París con 13 años en busca de su madre que trabajaba en la capital francesa mientras ella vivía con su abuela.

Con 18 años consiguió su primer trabajo como modelo de artistas y dos años después, tras posar para muchos de ellos, conoció al artista visual estadounidense Man Ray, quien se convertiría en su gran compañero sentimental y artístico. Ray la inmortalizó en cientos de retratos fotográficos en los que aparece con su inconfundible estilo: cabello cortado a tazón, ojos pintados con khol y labios avivados con carmín rojo.

Con él se fue a Nueva York a probar suerte como actriz pero regresó pronto a París para volver a su reinado: posar para los grandes de la vanguardia europea y amenizar la escena artística de los años de entreguerras.

Además, Kiki pintaba retratos, autorretratos, animales fantasiosos o paisajes con un estilo expresionista ligero y desigual, donde volcaba su forma de ser optimista y tranquila. Tuvo su propia exposición en 1927 en París agotando las entradas.

Cuando disfrutaba de su gran éxito, estalló la Segunda Guerra Mundial y toda su vida se fue al traste. Se dio al alcohol y otras adicciones y, totalmente acabada, murió en 1953 mientras actuaba en un escenario.