Enlaces accesibilidad
Atlas de lo pequeño

Cariñena rebobina 80 años para recordar cómo era

  • El Ayuntamiento del pueblo se ha empeñado en recuperar su memoria a través de entrevistas a la gente mayor
  • Hubo un tiempo en que los colchoneros vareaban los colchones de lana y la leche se compraba fresca, en la puerta de casa
  • ¿Te vienes a conocer su historia? Te la contamos en España Directo

Por
España Directo - Recuperando el pasado: conocemos el pueblo de Cariñena

Hubo un tiempo en Cariñena que la leche se compraba fresca, a la puerta de casa. Hubo un tiempo en que los colchoneros vareaban los colchones de lana. “A mi casa venían una vez al año. Los golpeaban con la vara para limpiarlos. Incluso los lanzaban al aire”, recuerda Manolita, setentaytantos, que todavía duerme en uno de ellos. “Era de mi madre y no quiero desprenderme de él”, cuenta en su casa, una cápsula del tiempo a la que se mudó hace 57 años, cuando se casó.

Colchoneros vareando colchones de lana en Cariñena
Colchoneros vareando colchones de lana en Cariñena

Colchoneros vareando colchones de lana en Cariñena Laura García Rojas

Por la casa de Manolita no ha pasado el tiempo, pero hay mucho recuerdo que se ha perdido. El Ayuntamiento de Cariñena se ha empeñado en recuperar la memoria de su pueblo a través de entrevistas a la gente mayor. El encargado de hacerlas ha sido el etnógrafo Félix Rivas. Con esos testimonios y antiguas fotografías se ha editado un libro que pronto verá la luz. “Toda la memoria de cómo se vivía cuando ellos eran jóvenes había que recogerla porque de otro modo se iba a perder completamente. Lo que me llamó la atención es que casi en cada recuerdo aparecía la viña, las cepas, el vino”, que hoy sigue siendo la seña de identidad de Cariñena.

Le da al play a su grabadora y escuchamos la voz de Dolores Soler, 91 años: “Mi padre tenía unas 1.000 cepas y nosotras íbamos a vendimiar con él. Y enorgullecía, ya me he vendimiado, decía”. Hoy Manuel Galindo tiene 99 años. Fue apicultor toda su vida: “Hay veces que se desenjambran y salen enjambres de esos vasos, y otras veces pues se te van”, cuenta la grabación.

Cariñena, un pueblo de tradiciones
Cariñena, un pueblo de tradiciones

Cariñena, un pueblo de tradiciones Laura Rojas García

Cariñena tuvo dos lavaderos. Hoy no queda ninguno. Alicia Gutiérrez (76 años), que vive donde estaba el pequeño, sabe todavía hacer jabón de tajo. “Aprendí de mi madre. Se utiliza agua, aceite usado y sosa. Y a mí me gusta poner un cacito de detergente”, explica. Hay que mezclarlo durante 45 minutos. “En el palo salen como unas cortecicas, entonces está el jabón hecho. Antaño todo el mundo hacía el jabón en casa, porque no había dinero para comprar los detergentes, como ahora”. Después de un día de reposo, la mezcla ya se ha solidificado y ya está listo para cortar. Los trozos, los trocicos, se llaman tajos. “A mi madre le gustaban los tajos muy gordos. A mí, no”, cuenta.

A pocos metros de la casa de Alicia pervive el antiguo abrevadero. “Traíamos aquí a las ovejas, los machos, los mulos a beber”. Habla Luis Izquierdo, ganadero jubilado de 75 años. “En toda la comarca llegó a haber una veintena de pastores. Hoy en Cariñena queda solo un ganado”, hace memoria. En su caso no ha habido relevo generacional, pero al menos sus pastos, en un paraje en medio de la nada que se ondula al ritmo enloquecido del cierzo, los aprovecha José Javier, pastor de quinta generación. “El pastoreo, el manejo del ganado en el campo, no ha cambiado demasiado”, cuenta mientras vigila a sus 300 ovejas. “Ahora nos basamos mucho en vallas, en parideras, cosas que antes no tenían”.

Las ovejas, las madres, salen disparadas hacia ese mar verde que ondea el viento. Hacía tiempo que Luis no pisaba estas tierras. “Siento nostalgia, la verdad”. Al menos, su memoria, no se la llevará el tiempo.

España Directo - El testimonio de Cariñena