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En 'Mi reino por un caballo'

Tu pupila en mi pupila

  • Nos colamos en los ensayos de Pablo Messiez para ver su intenso trabajo con los actores
  • La mirada del director nos muestra su visión de Marianela, la famosa obra de Pérez Galdós

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Mi reino por un caballo - 07/11/11

Poesía. Diga lo que diga, suena poético. Sin grandilocuencia, con encantadora delicadeza y finísima ironía.

la belleza está en los ojos de quien mira

Dicen que la belleza está en los ojos de quien mira y él sabe mirar.

Sabe encontrar lo bello en las cosas pequeñas, en las emociones más sencillas, pero sin caer en la cursilería.

Argento de orígen/ibérico de adopción, Pablo Messiez vino a España en pos del amor y cuando aquel romance hizo un océano de aguas, ya fue incapaz de regresar.

Había encontrado aquí a ese grupo humano al que pertenecer que tanto ansiaba la pequeña Frankie en "Ahora".

Y aquí sigue, por suerte para nosotros. Yo le conocí precisamente con esa obra, versión libérrima de la novela "Frankie y la boda" de Carson McCullers.

Como actor había trabajado a las órdenes de grandes como Veronese, pero como director poco o nada sabíamos de él.

No ignorábamos que con "Muda", su segundo proyecto en la dirección, había recibido una excelente acogida. Eso sí, pero poco más.

En cualquier caso, nos bastaron una corta entrevista y un par de escenas para enamorarnos y descubrir lo que el tiempo ya está evidenciando: que Messiez es un valor cada día más en alza en el panorama escénico actual.

una obra sobre la vista, la tierra, el amor, o la falta de cualquiera de esas tres cosas

Su última mirada la titula "Los Ojos" y es su cuarto proyecto como autor y director.

Nuevamente tira de un clásico (en este caso de la "Marianela" de Pérez Galdós) para masticarlo y deconstruirlo.

Y el resultado, que mira muy de lejos al original, es "una obra sobre la vista, la tierra, el amor, o la falta de cualquiera de esas tres cosas".

Una delicada reflexión sobre la dificultad de ver al otro y de vernos a nosotros mismos

Una delicada reflexión sobre la dificultad de ver al otro y de vernos a nosotros mismos, con una escenografía minimalista que prioriza el texto y el trabajo actoral.

En el reparto, amigos, como siempre: Marianela Pensado en el papel de su homónima Nela, la apocada lazarillo (con ese nombre no podía ser otra "¡era una señal del Cosmos!", sentencia Messiez); Óscar Velado da vida al apuesto novio, un más que convincente ciego llamado Pablo ("¡otra cósmica coincidencia!") y Violeta Pérez es la oftalmóloga, una suerte de hada madrina que acaba desencadenando el drama.

Cierra el círculo, en la piel de la atormentada madre de Marianela, Fernanda Orazi o la pasión hecha carne.

Es la actriz fetiche de Messiez y no nos extraña nada porque es tan bella y carismática que enamora. Yo misma confieso que, si algún día decido dar el salto al universo lésbico, no dudaré en tirarle los tejos.

Todos, cómplices, hermanados tras meses de convivencia y hasta de retiros.

Implicadísimos en cada segundo de esos intensos ensayos que tuvieron a bien compartir con nosotros y que supusieron una experiencia tan grata como memorable.

"Sos regia", me dijo al acabar la grabación. Vos sí que sos regio, Pablo Messiez. Ojos que ven. Corazón que siente.