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Denis Mukwege: un nobel en busca de justicia para las mujeres 

  • El médico congoleño quiere lanzar un fondo mundial para las víctimas de violación
  • Exige a la comunidad internacional que no proteja a los criminales de guerra

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Reportajes 5 continentes - Denis Mukwege: un nobel que busca justicia para las mujeres

Hace justo un año, el comité encargado de otorgar el Premio Nobel de la Paz decidió impulsar la labor de dos de esas personas que desde hace años luchan para que las mujeres víctimas de violencia sexual en los conflictos tengan algo de Justicia. El galardón se repartió entre la yazidí Nadia Murad que recorrió el mundo denunciando el genocidio de su pueblo a manos de los terroristas del Daesh en Irak, y del ginecólogo Denis Mukwege, que a través del hospital de Panzi ha humanizado la forma de tratar a esas mujeres destrozadas por la guerra del este de la República Democrática del Congo.

Mukwege atiende a RNE desde San Francisco, en una etapa del viaje por el mundo que ha iniciado en las últimas semanas buscando apoyos para su próxima iniciativa: la creación de un fondo mundial para las mujeres víctimas de violencia sexual en conflictos y que ya cuenta con el compromiso de varios estados.

Pregunta.- Si ya es difícil que en muchos lugares del mundo exista la empatía necesaria para apoyar a las mujeres víctimas de violencia sexual, ¿qué espera lograr con el lanzamiento de esta iniciativa?

Respuesta.- Tenemos que saldar la deuda que tenemos con ellas, hay que hacerlo por esas miles de mujeres que viven en el rechazo y tan traumatizadas. Las encuentras por todas partes a lo largo del mundo. Con la creación de este fondo queremos asegurarnos que tengan derecho a algo tan esencial y fundamental como los cuidados médicos pero también buscamos que reciban una reparación material, económica, que podría ser colectiva o individual y que es fundamental para que puedan recuperar sus vidas. Este fondo va a servir para los países en los que la violación se ha usado en el conflicto, tanto donde el poder quiere pero no puede ayudar porque ni tiene medios ni tiene experiencia, como donde el poder se niega a reconocer que ha acometido tal aberración. En los dos casos, creemos que podremos conseguir que ninguna mujer quede abandonada.

P.- En este año que ha pasado desde que recibió el Nobel de la Paz ha viajado mucho. ¿Qué ha aprendido distinto de lo que no haya visto durante su trabajo en los últimos 20 años?

R.- Hay una realidad innegable y es que la cuestión de la violencia sexual en conflicto es global. No importa que sea en América Latina, Europa, Asia o África. Es una realidad mundial que hay que atender. La violación es un arma y las primeras víctimas siempre son las mujeres y los menores, y lo hemos podido comprobar en varios países del mundo. Las tácticas además son comunes a gobiernos y insurgentes. En el caso de los agentes del poder, cuando violan a las mujeres a menudo asumen la cultura de la negación ante todo, siempre, y no reconocen el hecho de haber utilizado esta arma odiosa. Y eso obliga a las mujeres a vivir en silencio, sumidas en la vergüenza, la discriminación y el rechazo total porque la violación siempre va a acompañada de un estigma y un traumatismo bastante profundo.

Hospital de Panzi
Hospital de Panzi

El Hospital de Panzi, en la República Democrática del Congo, es el lugar en el que son atendidas las mujeres violadas. Santiago Barnuevo - RNE

P.- Usted es mundialmente reconocido por su labor en Panzi y por cómo atienden a mujeres totalmente desahuciadas en un entorno muy complicado. Ahora propone que ese mismo modelo se exporte a otros países con contextos similares. ¿Puede funcionar una solución congoleña en el resto del mundo?

R.- Yo creo firmemente que sí porque lo único que hacemos en Panzi es tratar con respeto a la mujer. Son decenas las que llegan cada semana al hospital, algunas con lesiones horribles en sus genitales. Nosotros lo que hacemos primero es curar sus heridas físicas pero después se quedan en el hospital para estar acompañadas y seguir un tratamiento psicológico que les devuelva su auto-estima. Pero eso es insuficiente, también les ofrecemos asistencia jurídica para que denuncien y apoyo para su reintegración económica y social ya que a veces son despreciadas en sus propias casas. Lo digo muchas veces pero mi prioridad es devolver a la mujer el papel que siempre ha tenido: que lideren nuestra sociedad. Y todo esto hay que hacerlo de una vez y en el mismo lugar. Hay países ricos, con recursos suficientes pero que no están realmente a disposición de las víctimas. Puedes tener buenos sistemas sanitarios que asumen una atención física correcta pero luego derivan a esta mujer a otro sitio para recibir atención psicológica o ayuda jurídica. Esto no es bueno, porque les obliga a tener que repetir su historia una y otra vez a distintas personas con el riesgo de que vuelvan a traumatizarse. En Panzi, las víctimas cuentan su historia una sola vez y entran en un sistema que las atiende según sus necesidades. Necesitamos generar esa confianza entre paciente y profesional de forma rápida.

El hospital del doctor Mukwege, referente de las mujeres violadas en El Congo
El hospital de Panzi, referente de las mujeres violadas

El hospital del doctor Mukwege, referente de las mujeres violadas en El Congo Santiago Barnuevo - RNE

P.- El este de la República Democrática del Congo es conocido tristemente por esa ‘guerra sin fin’ que asola el territorio desde hace más de 20 años entre decenas de grupos armados y las fuerzas estatales. ¿Cómo ha evolucionado en los últimos tiempos?

R.- Desde 2016 hemos visto que el número de violaciones se ha incrementado mientras que en los años anteriores había disminuido, lo que nos daba esperanzas. Pero no, cuando el anterior presidente, Joseph Kabila, decidió alargar su mandato, los grupos armados brotaron como champiñones y las violaciones masivas regresaron de la mano de la inseguridad. En 2018, hubo pueblos enteros arrasados con todas sus mujeres violadas. Un grupo armado muy concreto, los Raia Mutomboki, hicieron cosas que no se pueden ni explicar. Afortunadamente, el que era su líder fue detenido y hoy está delante de un tribunal. La situación no es muy buena pero parece que ahora la Justicia militar intenta ayudarnos.

P.- ¿Ha servido de algo el cambio de presidente en el país a principios de año?

R.- El nuevo presidente lleva muy poco en el cargo, acaba de nombrar a su gobierno y no ha podido demostrar nada aún. Pero lo que tiene que quedar claro es que después de destruir a casi dos generaciones enteras de congoleños, esto no se arregla con unas simples elecciones. Lo que necesitamos es una revolución moral que permita a los congoleños recuperar los auténticos valores. Porque en la República Democrática del Congo, aquellos que los vulneran son aceptados por la sociedad como si fuera lo normal.

Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz 2018, por su labor en la lucha contra la violencia sexual
Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz 2018

Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz 2018, por su labor en la lucha contra la violencia sexual AFP

P.- Usted ha aprovechó su discurso de recepción del Nobel de la Paz para echar en cara a la comunidad internacional que hayan mirado hacia otro lado tantos años antes las atrocidades que se han cometido en la República Democrática del Congo. ¿Ha notado algún cambio de actitud?

R.- Hemos logrado algunas cosas pero confieso que me hubiera gustado conseguir mucho más. En mi discurso, denuncie que se hubiera sacrificado la justicia para lograr la paz y hoy, en la República Democrática del Congo, no tenemos ni justicia ni paz. Y creo que no se puede construir ningún tipo de paz por encima de las fosas comunes y de las mentiras. No habrá paz si no conseguimos que la población se reconcilie de verdad.

P.- En aquel discurso llegó a decir que varios estados protegían a los criminales de guerra de su país.

R.- Y así es todavía. Los que dirigen las guerras aún en el este del país son los mismos que desde 1996 tomaron las armas. Son los que mataron, los que violaron y los que destruyeron el Congo. Son los mismos que hoy están en la capital Kinshasa y que siguen atizando el odio tribal mientras la población se muere. Hasta que no respondan de sus actos, seguirán decidiendo cuando tenemos que morir, o cuando nos tienen que violar, desde sus salones climatizados. La comunidad internacional tiene una responsabilidad clara más allá de que el coltán que alimenta las guerras esté en todos los bolsillos del planeta. Aquel día en Oslo, reclamé que el informe ‘Mapping’ de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU saliera del cajón en el que alguien decidió meterlo y en el que se demostraban crímenes atroces. Muchas de las personas señaladas por crímenes contra la humanidad están libres y hasta con cargos políticos. Exigí que fueran llevadas ante la justicia y no protegidas por la comunidad internacional. Es así y debo decirlo. Porque estos criminales siguen formando parte del Ejército, de la Policía y de la Administración. ¿Pero por qué están protegidos a pesar de haber cometido aquellas atrocidades? Es mi gran pregunta aún sin respuesta. Los congoleños tenemos derecho a la Justicia y a ese derecho internacional del que tanto hablan algunos.