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La 'Velvet' y Lou Reed, la fórmula perfecta

  • La Velvet Underground fue el germen del punk y del indie

Su debut “Velvet Underground & Nico” es uno de los discos más influyentes    

  • Se convirtieron en una de las revoluciones más decisivas de la historia del rock

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Fotografía de archivo del 17 de abril del 2000 del legendario músico de rock estadounidense Lou Reed, cofundador de la banda The Velvet Underground
Fotografía de archivo del 17 de abril del 2000 del legendario músico de rock estadounidense Lou Reed, cofundador de la banda The Velvet Underground

Cuando Paul Morrissey recibió el encargo de Andy Warhol de buscar una banda de rock no podía imaginar que la primera que iba a ver sería la elegida. Ya no quiso saber nada más de ninguna otra cuando entendió, o creyó entender, que era eso lo que quería. Y “eso” era un grupo  formado por un antiguo compositor de jingles, Lou Reed, un galés con formación clásica que había emigrado a Estados Unidos con una beca Bernstein, John Cale, un guitarrista que había conocido Reed en la Universidad de Syracuse, Sterling Morrison, y una chica que tocaba la batería de pie, Maureen “Moe” Tucker. Es decir, la Velvet Underground, la banda por la que se creó el concepto de “banda de culto”.

Hoy, los cuatro discos en estudio de la Velvet son clásicos, especialmente los dos primeros. No contamos aquel fraude llamado “Squeeze” (1973) firmado por una Velvet Underground en la que no estaban ni Reed ni Cale.  Y, sin embargo, cuando vieron la luz apenas tuvieron repercusión. El mundo no estaba preparado para una banda ruidosa, que pisaba los terrenos más experimentales y, al mismo tiempo, paría melodías a la altura de los más grandes compositores de pop. En Los Angeles eran demasiado neoyorquinos, en Nueva York eran demasiado raros y el resto del mundo no los entendía. 

Su debut, “Velvet Underground & Nico” (1967), es uno de los discos más influyentes de la historia. Había odiseas callejeras que hablaban de drogas sin maniqueísmo ni sentimentalismo barato, como “Heroin” o “Waiting for the man”, psicodelia ilustrada en “Venus in furs” o ambrosías con la dulce firmeza de la voz de Nico en “Sunday morning”, “All tomorrows parties” o en la canción de amor definitiva,  “I'll be your mirror”.  Era el equilibrio perfecto, algo que termina por romperse tras grabar “White light, white heat” (1968). La tensión entre Lou Reed y John Cale estalla en un disco en el que la Velvet rompe los límites del rock con “The gift” o, sobre todo, con “Sister Ray”. Después de este hito, Cale se fue. La asociación que formó con Lou Reed era brillante pero, por definición, no debía durar mucho. Era una hermosa estrella fugaz que regresó fugazmente con aquel “Songs for Drella” (1990) grabado por Lou y John en homenaje a su antiguo mentor Andy Warhol.

Todavía quedan Lou Reed, Sterling Morrison y “Moe” Tucker. El tercer álbum, “The Velvet Underground” (1969), vuelve a la Tierra aunque Lou sigue escarbando en los sitios del alma donde nadie quiere mirar como en la adúltera “Pale blue eyes”, al parecer basada en una historia real. Cuando se edita “Loaded” (1970) Lou Reed ya ha dejado el grupo. Aún le dio tiempo a escribir y registrar las canciones más bellamente inocentes de su carrera, su homenaje a la música que le salvó, “Rock and roll”,  el inmortal riff de “Sweet Jane” y un tipo de canción que nunca volvería a escribir, “Who loves the sun”.

La Velvet fue el germen del punk y del indie. La quinta columna en un momento en el que el rock estaba siendo domesticado por las jerarquías sociales, culturales y económicas. Reclamaron el derecho a ser una minoría dentro de la minoría y, al mismo tiempo, tener más recorrido que nadie. Fueron una bomba de relojería que fue estallando poco a poco hasta convertirse en una de las revoluciones más decisivas de la historia del rock...contra todo pronóstico. Y si Lou Reed, si ese chico con cara extraña e ideas poco convencionales, no hubiera impulsado a la Velvet Underground, probablemente el mundo de la música sería hoy muy distinto.