Ser mujer, periodista y artista en el Sahel: "No tenemos prácticamente derecho a la palabra"
- El pasado mes de noviembre, la influencer Mariam Cissé fue secuestrada y ejecutada en el norte de Mali
- Las mujeres son el motor de las comunidades, pero a la vez son las que más sufren la discriminación
En el mundo no hay tantos lugares amables y seguros para las mujeres. El Sahel o la "lengua de arena" es un vasto territorio semiárido, de 5.000 kilómetros, que separa el desierto del Sahara de las sabanas y selvas verdes que asoman al África negra. En la última década, se ha convertido en un territorio cada vez más hostil, especialmente para las mujeres, pese a que son ellas las que se esfuerzan cada día en construirlo y contarlo. Tonka, un pueblo de la región de Tombuctú, en el norte de Mali, aún sigue consternado tras el secuestro y ejecución de Mariam Cissé, en la plaza central del pueblo, el pasado 6 de noviembre. La víctima tenía poco más de 20 años y su perfil en TikTok contaba con más de 100.000 seguidores. En la red expresaba sus opiniones sobre los acontecimientos de actualidad de la región, pero también narraba la vida y las inquietudes de las comunidades locales. Esta parte de Mali está dominada por el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en árabe), leales a Al Qaeda.
"En estos momentos ser mujer, bloguera y activista no es nada fácil en Mali. Si eres una mujer, te tienes que callar. Ni las autoridades, ni los grupos armados, quieren que se escuche la voz de las mujeres", explica Fatoumata Harber, una bloguera originaria de la misma región de Tombuctú, en una entrevista con RTVE Noticias, durante su visita a Madrid para participar en el V Encuentro de periodistas África-España organizado por Casa África. Ella nació y vive actualmente en la mítica ciudad maliense, conocida históricamente por ser un punto de encuentro intelectual y espiritual, y que también fue un centro estratégico para el comercio transahariano. La periodista veterana presume de su ciudad natal, pero desde que ha sido ocupada por las milicias yihadistas en 2012 reconoce que la situación en los últimos años se ha vuelto insostenible. Desde entonces parte de la población ha intentado huir de la violencia que gobierna el norte del país, los grupos terroristas reclutan a jóvenes y han convertido el lugar en un campo de batalla que han librado primero contra Francia y Naciones Unidas, después afrontaron la vigésima rebelión tuareg y recientemente un golpe de Estado.
"Cuando ocuparon mi ciudad me di cuenta de que tenía que contar todo lo que estaba pasando", explica sobre sus comienzos en el periodismo, envuelta en un traje típico maliense. Tiene 46 años, estudió psicología, se casó y se divorció. Es madre de una niña de 11 años que protegió contra la Mutilación Genital Femenina que sufren el 70% de las niñas y mujeres en el país africano. Desde 2012 decidió ocupar espacio y alzar su voz a través del activismo en Internet. Primero recurrió al anonimato para informar, se hacía llamar tumutuwi, que significa "la dama de Tombuctú", pero a partir de 2014 ya no pudo mantener oculta su identidad. Harber lucha contra la brecha digital de género dirigiendo un centro de tecnología y comunicación social, Sankore Labs. Forma a jóvenes comprometidos con la comunidad. Pese a las dificultades para mantener el proyecto, ella se empeña cada día en convertir la informática en una herramienta de empoderamiento para las mujeres y "en un instrumento que permita a los jóvenes conocer la importancia de su papel en nuestra sociedad", dice.
Fatouma Harber, psicóloga y bloguera en Mali. Foto cedida por Casa Africa / Javier Barbosa
Su trabajo le ha costado amenazas de muerte, en varias ocasiones ha tenido que abandonar su casa, pero intenta mantener "un perfil neutral en lo político para centrarme en las mujeres. No hablo de terrorismo, no hablo de política, solo hablo de los derechos de las mujeres", matiza. Ellas en Mali se enfrentan a múltiples desafíos. Según Harber el primero y más destacado es la educación. "A las niñas se las educa para ser en el futuro madres y esposas para dirigir la casa", denuncia. Otra de las grandes lacras, destaca, es la violencia física y sexual a la que están expuestas y que se ha exacerbado en un contexto de conflicto y de guerra. "Hay muchísimas violaciones contra las mujeres, pero no hay una voz autorizada en el país que luche por nosotras ni por nuestros derechos. A nivel oficial existe ninguna lucha por la igualdad. Nosotras no tenemos prácticamente el derecho a la palabra", añade.
Por esto ella quiere que las mujeres de su comunidad vuelvan a apoderarse de la palabra. Les enseña a utilizar las redes sociales de forma segura y a luchar contra los ataques cibernéticos. Cuenta con más apoyos fuera, que dentro de su país. "Tengo una cruz encima de mi nombre", asegura. "No lo hago por mí, sino por todas, porque en estos momentos las mujeres son las más vulnerables y solo nosotras podemos abordar lo que nos ocurre", concluye en medio de un suspiro.
"La poesía es la voz de los sin voz"
En este contexto de hostilidad, cada una busca una fórmula para expresar lo que piensa o lo que siente. Aminata Bamby Konaté ha encontrado en la poesía una forma de hacer llegar su voz y la voz de las mujeres. Es conocida como Slambamby y representa a una de las voces más influyentes de la apoesía Slam en Mali. Se trata de un recital de versos libres que se cantan en público. "Se trata de recitales en vivo, donde se crea una conexión entre el público y yo. En estos encuentros las mujeres expresan todo lo que piensan, todo lo que sienten sin límites", explica la joven artista en una entrevista con RTVE Noticias en Madrid. Tiene las ideas claras. Que emanan de expresiones en un rostro redondo en el que destaca una sonrisa perfecta y unos ojos grandes. Se apoya en las manos para contestar a las preguntas. "La poesía es la voz de los sin voz", continúa.
Slambamby, además, es cofundadora del grupo Maralinké, inició su carrera en el liceo tras ganar concursos escolares y desde 2015 se consolidó como artista comprometida con causas sociales. Sus textos abordan los derechos humanos, la violencia de género y la desigualdad, convirtiendo la poesía en una herramienta de educación y reivindicación. En la red de mujeres, ellas logran cantar, verbalizar y exteriorizar sus reivindicaciones. La violencia conyugal o la importancia de la educación para las niñas, son algunos los asuntos más recurrentes. "Con la poesía es más fácil tocar el alma de las personas. La rima llega muchísimo más, embellecemos las palabras y la gente lo capta mucho mejor que a través del periodismo. Incluso aquellos mensajes más sensibles", explica. Este ritual cuenta con un tiempo limitado y el público vota para determinar a la ganadora de cada competencia, según los principios del formato Slam.
Considera que esta forma de expresión le ha dado fuerza tener un lugar en la sociedad y que le ha permitido transmitir mensajes muy delicados, pero que son "bastante útiles para la sociedad". La joven artista ha representado a su país en festivales internacionales en Togo y en Costa de Marfil, destacando por la fuerza y sensibilidad de sus palabras. "Solo con la educación garantizamos el futuro, para que las mujeres lleguen a puestos donde puedan tomar decisiones y ocupen su lugar en la sociedad", reitera.
Aminata Bamby Konaté, cantante y poeta, Mali. Foto cedida por Casa Africa / Javier Barbosa
Las mujeres en el Sahel se enfrentan a los graves efectos del cambio climático, que se suman a la violencia yihadista, secuestros, violencia sexual o matrimonios forzosos. Todo esto mientras ejercen de agentes indispensables para la supervivencia de la comunidad y la familia. Ellas juegan un rol importante para que no se paralice la maquinaria de la economía local, el cuidado y se hacen hueco para ocupar espacios relacionados con el desarrollo, la educación y la participación en la seguridad. ONU Mujeres insiste en la idea de que solo contando con "ellas se puede lograr una resiliencia de toda la región a la estabilidad y las crisis". Se enfrentan cada día a todos los retos marcados por la inseguridad que sufre la región, pero también cargan con el estereotipo occidental que las anula y victimiza. Slambamby y Harber reprochan a los medios europeos contar el Sahel y a sus mujeres como una sola idea. "Las artistas o poetas sahelianas buscan sus caminos y ocupar espacios para hablar de lo que les preocupa", asegura Elia Borrás, periodista freelance que trabaja sobre todo en Burkina Faso. Allí viajó en 2021 por primera vez a la capital Uagadugú a hacer un reportaje y decidió quedarse para contar África Occidental a los medios españoles.
"Exponen sus cuerpos para contar la noticia"
"No somos justas para nada de como contamos las mujeres africanas en los medios. Son mujeres que si un día pararan y todo se cae porque en estos países lo aguantan todo", añade la periodista española. "Esto es una violencia, porque muchas veces las mostramos como que no son sujetos activos sino pasivos. Es como si fueran mujeres que no hacen nada, que no tienen intereses, ni vida profesional, ni vida particular, y las relegamos a un espacio como de mujeres así inactivas", añade Borrás.
Èlia Borràs es periodista freelance especializada en África Occidental y establecida en Burkina Faso. Foto cedida por Casa África /Javier Barbancho
La periodista ha cubierto los recientes golpes de Estado en Mali, en Níger y en Burkina Faso. "Los tres países se han unido en una confederación para defenderse y hacer sus propias políticas en septiembre de 2023", dice. Lo cierto es que el Sahel es una región muy desconocida y compleja de contar. "Vi que había un vacío informativo. No había periodistas españoles y decidí intentar cubrir el país y la región", explica a RTVE.es. Es muy consciente de que la zona se ha vuelto en uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Reporteros Sin Fronteras ha denunciado que, desde hace dos años, el periodista maliense y director de Radio Coton d'Ansongo, Saleck Ag Jiddou; y el presentador de este mismo medio local, Moustapha Koné, fueron secuestrados por miembros de un grupo armado no identificado el 7 de noviembre de 2023, cuando se dirigían a Gao, en el norte del país, con dos de sus compañeros. Los secuestradores exigieron un rescate de cuatro millones de francos CFA (unos 6.000 euros) por cada periodista.
En Burkina Faso, el director del periódico de investigación L’Événement, Serge Oulon, está desaparecido desde que fue secuestrado, el 24 de junio de 2024, en su domicilio por una docena de hombres armados que se identificaron como miembros de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANR). "Ser periodista en esta zona ya suponer vivir con el miedo en el cuerpo de que te va a atacar y que puedes desaparecer sin que nadie se entere", denuncia. Pero, ser mujer y periodista es mucho más peligroso. Ellas pagan con agresiones sexuales y abusos por informar. "Nos ven más débiles, vulnerables y se creen que pueden abusar de nosotras. Muchas mujeres que se exponen sus cuerpos para contar la noticia con miedo a lo que les pueda pasar después. Están desprotegidas, además están explicando su vida", añade.