Rob Reiner, el talento múltiple tras 'La princesa prometida', 'Misery' o 'Cuando Harry encontró a Sally'
- El director, hallado muerto junto a su mujer, Michelle Singer, en Los Ángeles, firmó algunas de las películas más famosas de los 80 y 90
Su cámara filmó escenas tan icónicas como el orgasmo fingido de Meg Ryan, la venganza de Íñigo Montoya, los martillazos de Kathy Bates a su prisionero, o la confesión del código rojo de Jack Nicholson. Ser hijo de una absoluta leyenda de la comedia estadounidense –la estrella televisiva Carl Reiner- puede tener ventajas, pero también pesar como una alargada sombra que, sin embargó, no eclipsó a Rob Reiner, que terminó siendo el cineasta de éxitos más heterogéneos de los años 80 y 90.
Ya fuera reinventando el falso documental (Spinal tap), narrando un tierno y crudo paso a la madurez (Cuenta conmigo), sofisticada comedia (Cuando Harry encontró a Sally), terror asfixiante (Misery), fábulas para todos los públicos (La princesa prometida) o thriller político-judicial (Algunos hombres buenos), Reiner tocó bien todos los palos. Su carrera como director fue declinando a finales de los 90, pero atesoraba ya tal cantidad de películas queridas y apreciadas por el público que su talento como narrador nunca se ha discutido.
Fue conocido primero como actor en la serie setenteraTodo en familia, y siguió divirtiéndose con todo tipo de apariciones y cameos (para Woody Allen en Balas sobre Broadway; con Scorsese en El lobo de Wall Street, o, recientemente, en The bear), pero su lista de grandes películas como director está ligada a una época dorada del cine popular del que fue uno de los mayores responsables.
This is Spinal Tap (1984)
En pleno auge del heavy metal, Rob Reiner debutó con un falso documental en el que él mismo interpretaba a un director de cine que, a la manera que popularizaría posteriormente Michael Moore, se acompaña permanentemente con una cámara para retratar las interioridades de una banda de rock metal.
This is Spinal Tap resultó una de las parodias más hilarantes del mundo artístico y discográfico. Los amplificadores que suben el volumen “hasta el 11”, la banda perdida en el backstage sin encontrar el escenario, los hinchables fallidos que saboteaban sus actuaciones… Tantos gags hicieron fortuna que se sitúo como película de culto de la comedia y la banda creada para el falso documental acabó girando y dando conciertos con los temas creados.
La carrera de Reiner, de hecho, se ha cerrado en un círculo: este septiembre estrenó en EE.UU. Spinal Tap II: The End Continues, secuela de su primera película –con cameos de Elton John o Paul McCartney- que es y a su obra póstuma.
Cuenta conmigo (1985)
“Nunca tuve amigos como cuando tenía 12 años, ¿alguien los tiene?”. Para su segunda película Reiner adaptó una novela corta de Stephen King en la que cuatro amigos se lanzan a la búsqueda de un cadáver por la América deprimida de 1960. En la película participaba una incipiente generación de jóvenes actores (River Phoenix, Corey Feldman, Jerry O’Connell, Kiefer Sutherland), pero es justamente célebre por contener el punto exacto de nostalgia, emotividad y dureza, hasta convertirse en uno de los paradigmas del género de paso a la madurez. Obtuvo nominaciones a los Globos de Oro como película y dirección, y al Oscar como mejor guion.
Imagen de 'Cuenta conmigo'.
La princesa prometida (1986)
Rodeado siempre de grandes talentos, Reiner fue el elegido para filmar una de las historias más personales de uno de los guionistas más reconocidos de Hollywood, William Goldman, que adaptó su propia novela para la versión cinematográfica.
Aunque no fue un éxito de taquilla, La princesa prometida creció en vídeo y televisión hasta llegar a ser la película de Reiner más querida por el público, por el ingenio y humor con el que subvierte los cuentos tradicionales y por estar trufada de escenas y diálogos brillantes (“Me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir” o “Como desees”) convertidos en cultura popular.
Cuando Harry encontró a Sally (1988)
Apoyándose esta vez en el ingenio de la escritora, guionista y directora Nora Ephron, Reiner firmó un clásico de la comedia romántica que teorizaba sobre la posibilidad de la amistad cuando media la atracción a través de las idas y venidas de un hombre y una mujer a lo largo de 12 años.
El personaje de Billy Cristal estaba basado en el propio Reiner, divorciado entonces de su primera mujer, Penny Marshall, mientras que Ephron se proyectó en parte en el personaje de Meg Ryan. En un brainstorming, Reiner preguntó a Ephron sobre cosas que hacen las mujeres. Y la respuesta de Ephron, “fingir orgasmos”, acabó en la célebre escena del restaurante.
Misery (1990)
De nuevo una novela de Stephen King para el que Reiner volvió a contar con William Goldman para su escritura cinematográfica. King plasmó su propio terror como escritor de éxito en una trama sobre una seguidora fanática (Kathy Bates) que acaba secuestrando a su admirado escritor de best-sellers (James Caan). En la novela, la enfermera amputaba con un hacha el pie del escritor, pero Reiner prefirió que destrozase sus tobillos a martillazos. Bates ganó el Oscar a mejor actriz.
Algunos hombres buenos (1992)
En el apogeo de su fama, acometió otro cambio de registro en la que estaba a destinada a ser la película que cimentara su prestigio definitivamente: Algunos hombres buenos tenía el reparto más lujoso de la carrera de Reiner, con las entonces superestrellas jóvenes Tom Cruise y Demi Moore, al que se sumaba Jack Nicholson.
Está vez el punto de partida era la obra de otro genio del guion, Aaron Sorkin, que adaptó su propia obra teatral sobre un juicio a militares estadounidenses por un asesinato en el limbo jurídico de la base militar cubana de Guantánamo. Aunque por fin obtuvo la nominación al Oscar a mejor película y es una reconocida película judicial, quizá está un peldaño por debajo de sus anteriores obras por su mayor convencionalismo. Volvió a contar con Sorkin poco después para combinar comedia y política en El presidente y miss Wade.