La Marcha Verde: 50 años de la polémica entrega a Marruecos del Sáhara español en la fase final del franquismo
- El 6 de noviembre de 1975, miles de civiles marroquíes cruzaron la frontera del Sáhara español
- Fue una hábil maniobra política del rey Hassan II que sigue provocando consecuencias medio siglo después
El 6 de noviembre de 1975, una multitud de voluntarios, armados únicamente con banderas marroquíes y ejemplares del Corán, cortó las alambradas fronterizas y penetró de forma pacífica en la provincia española del Sáhara occidental, acampando durante varios días en el territorio y sin que se produjeran enfrentamientos armados. Fue la llamada Marcha Verde, una operación hábilmente ideada por el entonces rey de Marruecos, Hassan II, que supuso la retirada española en vísperas de la muerte de Franco y cuyas consecuencias siguen vigentes en la actualidad.
Mientras Franco agonizaba en el hospital de La Paz, el 14 de noviembre de 1975 el Gobierno español, presidido por Carlos Arias Navarro, firmó el Acuerdo Tripartito de Madrid, por el cual España cedía el control del territorio a Marruecos y Mauritania, que se retiraría del Sáhara cuatro años después.
El Sáhara había sido colonia española desde finales del siglo XIX, pero en 1958 el Gobierno de Franco, tras su ingreso en Naciones Unidas y para evitar las obligaciones descolonizadoras que había asumido como miembro, lo catalogó como provincia. "Hasta los años 60 no empieza a haber un interés por el territorio, pero entonces se empieza realmente a colonizar", asegura en una entrevista a RTVE José Luis Rodríguez Jiménez, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y autor del libro Agonía, traición, huida: el final del Sahara español.
Pese al anacronismo que suponía en aquel momento la colonización, fue entonces cuando se llevó a cabo la construcción de infraestructuras para los militares y civiles españoles, "pero también para la población saharaui, que dejaba de ser nómada y se iba estableciendo en las ciudades", añade el profesor Rodríguez. Entre las inversiones, destaca la que hizo el Instituto Nacional de Industria (INI) para la explotación de las minas de fosfato de Bucraa.
Presión de la ONU
Además, el franquismo trató de combatir la presión descolonizadora mediante el fomento de "la idea de un territorio desconectado de su contexto marroquí y mauritano, cortando todo contagio, buscando alejar al máximo a los saharauis del contacto natural con sus vecinos", señala Bernabé López García, catedrático honorario de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Autónoma de Madrid.
En un artículo publicado en el libro conjunto Rebelarse en el desierto, López García descubre la existencia de un documento secreto del Alto Estado Mayor español, fechado en 1960, que proponía "sustraer a nuestros saharauis de la influencia de mauritanos y marroquíes" y llevar a cabo "una política antimarroquí, pero no nacionalista", lo que, según el autor, "fue la base de la política española en el territorio".
Sin embargo, la ONU mantuvo su presión y a principios de la década de los setenta reclamó a España la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara, consulta a la que finalmente Madrid accedió tras el asesinato de Carrero Blanco, que era el principal opositor a la descolonización del territorio del Sáhara, fijándola para inicios de 1975, lo que Marruecos trató de frenar a toda costa.
Juan Carlos de Borbón visita el Sáhara en 1975 EFE
Situación complicada para Hassan II
La situación política se complicó con la aparición del Frente Polisario, que reclamaba la autodeterminación de la provincia, y la presión de Marruecos, que aspiraba a controlar el territorio. Hassan II se encontraba en una situación complicada, tras sufrir un intento de golpe de Estado y un atentado fallido contra el avión en el que viajaba. Por ese motivo, "intentó buscar un objetivo exterior como una forma de unificar las fuerzas políticas marroquíes", dice el doctor en Geografía e Historia José Luis Rodríguez Jiménez.
Para intentar que no se celebrara el referéndum de autodeterminación, en el otoño de 1974 Rabat consiguió que la Asamblea General de Naciones Unidas encargara al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya (TIJ) que dictaminara si el territorio del Sáhara pertenecía a Marruecos o formaba una entidad independiente, como sostenía Madrid. Según cuenta Rodríguez Jiménez, "España se fue quedando sola frente al independentismo del Frente Polisario; frente a Argelia, que no quería comprometerse a nada pero sí influir en el territorio cuando España se marchara; y frente los países más interesados en la zona, es decir, Francia y Estados Unidos".
Ante la posibilidad de que el dictamen del TIJ fuera desfavorable a sus tesis, Hassan II fue preparando en secreto un golpe de efecto: una invasión pacífica del Sáhara a través de una marcha popular que hiciera inviable una respuesta bélica de España, militarmente superior a Marruecos.
El dictamen se hizo público el 16 de octubre de 1975 y negaba la relación de dependencia política, aunque reconocía ciertas relaciones de dependencia religiosa entre el Sultán de Marruecos "y algunas de las tribus que vivían en el territorio del Sáhara occidental". Fue suficiente para que el rey marroquí instrumentalizara la decisión del TIJ, asegurando que la Corte Internacional le daba la razón y anunciando ese mismo día la Marcha Verde en un discurso público en el que señaló que el derecho había "prevalecido sobre la injusticia".
Debilidad del régimen
A ello contribuyó la debilidad del régimen franquista, que vivía sus últimos días debido a la grave enfermedad del dictador, una situación que Marruecos aprovechó "hábilmente" y con "plena conciencia de que era la ocasión propicia para efectuar la presión, convertida en verdadero chantaje", asegura a RTVE.es el profesor Bernabé López García.
Con Franco agonizando, el entonces príncipe Juan Carlos tuvo que asumir la jefatura de Estado y el 2 de noviembre, consciente de la gravedad que supondría en aquel momento que España entrara en una guerra colonial, voló a El Aaiún para explicar la situación a las tropas españolas y al general Gómez de Salazar, gobernador del Sáhara español. Según cuenta el hispanista Paul Preston en su libro Juan Carlos, el rey de un pueblo, el príncipe "habló con las fuerzas españolas y explicó, para intenso alivio de todos ellos, que no habría ni matanza de inocentes ni retirada deshonrosa, sino una retirada negociada".
Marruecos llevó a cabo un gran esfuerzo logístico para movilizar 350.000 voluntarios y 127.800 toneladas de mercancías, para lo que fueron necesarios 2.100 vehículos, 6.000 camiones y autobuses requisados, así como 113 trenes, según cuenta Bernabé López García en su texto. Se establecieron en destino dos campamentos base, en Tantán y Tarfaya, donde se instalaron 10.000 tiendas, 430.000 utensilios de cocina y mantas para los voluntarios.
El 6 de noviembre, pese a los intentos desesperados de España de que la Marcha Verde no alcanzara su objetivo, los voluntarios se adentraron en territorio español cerca del puesto fronterizo de Tah y unos 50.000 marroquíes establecieron un campamento. El 9 de noviembre, una vez que Hassan II logró la garantía de España de que le sería entregado el territorio, ordenó el regreso de los civiles. "No se permitió a nadie quedarse, por el temor de que la población española pudiera sufrir algún tipo de daño", dice José Luis Rodríguez Jiménez, quien apunta que en aquel momento primaba la política interior ante el inminente final de Franco.
El acuerdo que puso fin al dominio español
El 14 de noviembre se firmó el Acuerdo Tripartito de Madrid, en el que España ponía fin a su presencia en el Sáhara —que hizo efectiva el 28 de febrero de 1976— y cedía el norte del territorio a Marruecos y el sur, a Mauritania. Según señala el profesor Rodríguez Jiménez, en ese contexto de debilidad española, Hassan II trató de que "en otro documento España transmitiera no solo la administración, sino también la soberanía, pero Arias Navarro se negó".
Tras la firma, se especuló con la existencia de cláusulas secretas entre Madrid y Rabat, que incluirían la explotación de las minas de fosfatos por parte de Marruecos a cambio de acuerdos de pesca favorables a España, pero no hay pruebas de las mismas. "Que sepamos no hay acuerdos secretos dentro del Acuerdo Tripartido de Madrid", dice José Luis Rodríguez Jiménez, quien, sin embargo, señala que sí se pactó que, conforme se retiraban las unidades españolas de los fuertes de la zona del desierto "el Ejército marroquí estaba a las puertas esperando, de forma que ni el Frente Polisario ni el Ejército argelino se pudieran meter".
Los españoles abandonaron el país de inmediato, incluyendo la población civil, y también lo hizo una parte importante de la población saharaui, que se instaló en los campamentos de refugiados de Tinduf, en el sur de Argelia, país que quedó fuera del reparto. Pocos años después, en 1979, Mauritania abandonó la parte que le había sido cedida en el acuerdo en favor del Frente Polisario, pero fue Marruecos quien ocupó el territorio.
El Frente Polisario y Marruecos mantuvieron un largo conflicto armado que no se resolvió hasta 1991, después de que la ONU y la Organización de la Unidad Africana consiguieran el cese de las hostilidades a cambio del envío de una fuerza internacional de observación, la Misión Internacional de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), y de la celebración de un referéndum de autodeterminación que nunca se produjo.
Giro histórico
En 2007, Marruecos anunció un plan de autonomía para el Sáhara, que cedía a sus habitantes ciertas competencias, pero en el que Rabat se reservaba asuntos clave como la defensa, la política exterior y la religión, acabando con las aspiraciones de independencia saharauis.
Durante años, el Gobierno español defendió la celebración de un referéndum, lo que ocasionó conflictos diplomáticos con Marruecos. Pero en marzo de 2022, el Gobierno de Pedro Sánchez dio un giro histórico en su política sobre el Sáhara Occidental, alineándose con el plan marroquí de 2007, en la línea de otros países como Francia, Estados Unidos o Alemania.
Hace apenas unos días, el 31 de octubre, el Consejo de Seguridad de la ONU, a instancias de Estados Unidos, también varió su postura y aprobó un texto por el que respalda, por primera vez, que el Sáhara Occidental sea un territorio autónomo dentro de Marruecos. Un movimiento que supone un duro revés a las aspiraciones independentistas saharauis.