La mina de oro de los test caseros de ADN: "Protegeremos nuestra información genética como ahora la cuenta bancaria"
- Las pruebas genéticas directas al consumidor combinan salud, marketing y, sobre todo, datos personales
- Los genetistas critican su escaso rigor científico y el posible uso comercial de la información proporcionada
Con solo una muestra de saliva, millones de personas en todo el mundo han podido obtener una información genética que va desde su origen étnico hasta la predisposición a padecer ciertas enfermedades. Lo que comenzó como una herramienta utilizada mayoritariamente con fines genealógicos se ha convertido en un suculento negocio que combina ADN, salud, marketing y, sobre todo, datos personales. Un auge que no está exento de polémica, con críticas que apuntan tanto al escaso rigor científico de los resultados obtenidos como al posible uso comercial de esta información.
Una simple búsqueda en internet permite comprobar que la popularidad de estos test caseros no ha dejado de crecer, de la mano de compañías como 23andMe, AncestryDNA o MyHeritage. El proceso es sencillo: el usuario se toma una muestra de saliva con un hisopo, que envía por correo a un laboratorio, donde se analiza para identificar marcadores genéticos. Poco tiempo después, los resultados se entregan a través de una cuenta personal en el sitio web de la empresa.
Pero, más allá del evidente negocio que ya de por sí supone esta actividad, existe otro aún más lucrativo que puede convertirse en un verdadero filón para estas empresas: la explotación de los datos personales de cada individuo. "En nuestra información genética hay una especie de huella digital personal, distinta de la de todo el mundo, que tiene datos muy significativos, como por ejemplo la probabilidad de desarrollar determinadas enfermedades, o características sobre nuestra fisiología y nuestra fisionomía. Hoy en día, gran parte de esa información no se sabe interpretar, y otra parte sí, aunque no se utiliza, no tiene valor, pero en el futuro va a ser el tipo de información personalizada más valiosa que exista, y probablemente la protegeremos como hoy protegemos nuestro número secreto de la tarjeta de crédito, o el número de la cuenta bancaria", explica a RTVE Noticias el genetista y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Miguel Pita.
“Miguel Pita, genetista: En el futuro, la información genética va a ser el tipo de información personalizada más valiosa que exista.“
Pero, ¿qué secretos se esconden detrás del código fuente de la biología humana y para qué podrían utilizarse? Nuestro genoma contiene una información extremadamente sensible que puede aportar datos muy jugosos desde el punto de vista comercial, relacionados con aspectos como la nutrición, el rendimiento deportivo, la salud mental, el envejecimiento o la eficacia de determinados medicamentos, solo por citar algunos.
En principio, entre los sectores más interesados en disponer de nuestros datos genéticos se encontrarían el farmacéutico, el bancario o el de seguros; aunque la lista es larga. "A todos nos vienen a la mente las pólizas, pero puede tener otros muchos significados a nivel social, porque pueden determinar también la selección de personal por parte de las empresas, por ejemplo", advierte Pita, quien no obstante aprovecha para subrayar la importancia de los avances en genética y su utilidad terapéutica: "Llegará un día en el que nuestro historial clínico tenga nuestra secuencia de ADN, y será muy lógico, porque en función de ella, para una determinada situación, te darán una dosis u otra de un medicamento o de otro, lo que se conoce como medicina personalizada".
Nuestro genoma contiene una información muy sensible que puede ser explotada comercialmente. GETTY IMAGES
Escasa fiabilidad de los resultados
Tras popularizarse inicialmente en el ámbito genealógico, estas empresas han expandido su mercado hacia el sector de la salud, a menudo promoviendo beneficios poco respaldados científicamente y generando expectativas poco realistas en los consumidores. "Nunca se va a encontrar un gen que nos diga que vamos a desarrollar una determinada enfermedad con total certeza, simplemente va a ser una probabilidad", aclara Miguel Pita.
En esta misma línea, Lluís Montoliu, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología, señala que "un diagnóstico genético es algo muy serio que requiere una serie de validaciones y de confirmaciones", por lo que "los test directos al consumidor no van a resolver los problemas de salud de nadie, ya que no están diseñados para eso".
“Lluís Montoliu, experto en genética: Los test directos al consumidor no van a resolver los problemas de salud de nadie.“
"Estas empresas emplean tecnologías masivas que tienen un porcentaje de error muy grande", comenta este experto en genética y biomedicina, quien califica a las pruebas directas como meros "test de entretenimiento", que además no están permitidas desde el punto de vista legal si atañen a cuestiones sanitarias. "En España, los test que están dedicados a salud solamente los pueden encargar los genetistas desde los hospitales o desde las empresas que están asociadas con profesionales de la genética; y lo que es esencial, solamente los pueden interpretar y explicar a los pacientes esos mismos profesionales", apunta a RTVE Noticias.
"Lo más importante de un diagnóstico genético es el informe genético, sentarte con la familia y explicarle los resultados; y estas empresas tampoco hacen esto", censura Montoliu, quien agrega que, además, en España este tipo de diagnósticos "tienen un decalaje, un tiempo mínimo, de aproximadamente cinco años".
Otro de los factores que han contribuido a la proliferación de los kits de ADN ha sido el vacío legal que los rodea, ya que las empresas que los comercializan no están registradas como entidades sanitarias, lo que las exime de cumplir con normativas mucho más estrictas. El mayor problema surge cuando las muestras se combinan con los datos personales facilitados por los clientes, que muchas veces no han leído la letra pequeña antes de contratar estos productos, especialmente durante los primeros años, cuando comenzaron a popularizarse y apenas se sabía nada de ellos. Aunque, en este sentido, la ley sigue protegiendo a los usuarios de la Unión Europea, que en cualquier momento pueden solicitar la supresión de sus datos a estas compañías.
"En España, tenemos el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), implementado en 2018 a nivel comunitario, que nos protege no solamente de empresas europeas, sino también de empresas que, estén donde estén en el mundo, gestionen datos de ciudadanos europeos", explica Lluís Montoliú.
Confidencialidad y anonimato
Además, hay que tener en cuenta el peligro que supone una mala gestión de esos datos almacenados por estos laboratorios, que podrían comprometer gravemente la intimidad de sus propietarios. En diciembre de 2023, una de las compañías más populares, 23andMe, fue hackeada, lo que dejó al descubierto la información genética de siete millones de usuarios.
El incidente hizo saltar las alarmas entre los consumidores, y destapó una realidad, la del uso secundario de estos datos, en la que hasta ese momento apenas se había reparado.
Para seguir manteniendo atractivo de cara a los consumidores, estas empresas han comenzado a ofrecer sus servicios asegurando la confidencialidad y el anonimato de las muestras. Pero, incluso en este caso, los especialistas siguen pidiendo que se extreme la precaución. "Por mucho que se tengan los datos genómicos de forma anonimizada de un individuo, este se puede llegar a identificar gracias a su excepcionalidad genética", advierte Ignacio Blanco, de la Asociación Española de Genética Humana (AEGH).
"Muchas de estas compañías han atraído a la gente con el tema de los ancestros para poder tener un banco de datos gratuito, y ahora disponen de un capital valiosísimo", apunta a RTVE Noticias este genetista clínico, quien precisa que "el problema ético es que no pueden vender esa información a terceros, a pesar de que no hay un incumplimiento de la ley per se, porque en su día la gente enviaba las muestras de manera voluntaria y las regalaba".
“Ignacio Blanco, AEGH: Muchas de estas compañías han atraído a la gente con el tema de los ancestros para poder tener un banco de datos gratuito.“
"La información genética es propiedad del individuo, y es el individuo el que tiene el derecho a decidir qué hacer con ella, aunque con el matiz de que como puede afectar a su descendencia, esa información también es de terceros, por lo que con más razón debe prevalecer la privacidad", añade, y cuenta cómo la sociedad que representa, la AEGH, al igual que la Sociedad Europea de Genética Humana (ESHG), se han posicionado en contra de estos test, "por el uso que se les puede dar", y porque “hay mucho engaño” alrededor.
"Estas compañías que ofrecen los test directos al consumidor no cumplen con la legislación vigente a nivel nacional, pero, como la gran mayoría no están dadas de alta como compañías sanitarias, no se les puede aplicar otro tipo de legislación más punitiva, y por eso han aflorado tantísimas", explica Blanco, y añade que "de acuerdo con la ley que nos aplica en genética, que es la Ley de Investigación Biomédica de 2007, todo estudio genético tiene que tener una indicación, y también se tiene que acompañar de un proceso de asesoramiento genético tanto previo como posterior a la prueba, pero aquí no hay nada de eso".
"Otro elemento que falla en estas compañías es informar al cliente sobre lo que van a hacer no solo con la muestra que tú les das, sino con los remanentes de la muestra. ¿Qué hacen con ellos? ¿Los destruyen, los guardan, experimentan con ellos?", se pregunta, y explica que la situación se complica porque las muestras "viajan fuera de España, que es donde suelen estar los centros de análisis".
Los genetistas españoles siguen sin comprender "por qué no se regula más el mercado", y recalcan que únicamente están reclamando "que se haga cumplir la ley". "Nosotros, la AEGH, lo que pedimos es que el legislador legisle. Es un producto sanitario, y como tal requiere legislación. Yo no puedo poner a la venta un medicamento, o un test, si no se cumplen unos rigores de calidad y unas determinadas características", concluye Blanco.