Donar el cuerpo a la ciencia: un regalo "de valor incalculable" para la medicina
- El estudio de cuerpos fallecidos ha sido indispensable para los avances médicos desde hace siglos
- España es el único país de la UE que no tiene regulada por completo la donación de cuerpos


Donar el cuerpo a la ciencia es un acto de altruismo que puede tener una repercusión muy positiva para la sociedad. El estudio de cuerpos fallecidos ha sido indispensable para el avance de la medicina desde hace siglos, y ha permitido desarrollar un conocimiento más profundo de la anatomía humana, lo que ha ayudado a comprender mejor las enfermedades y a perfeccionar las técnicas quirúrgicas, a un nivel que ni siquiera las aplicaciones y simuladores actuales han conseguido superar.
En España, la donación de cuerpos es desinteresada y se realiza principalmente a través de las facultades de Medicina, que los utilizan para la formación de los futuros profesionales sanitarios y también con fines de investigación. A pesar de que el interés por este tipo de donaciones y su número han crecido con el paso de los años, esta sigue siendo una práctica capaz de despertar recelos en muchas personas por diferentes motivos, como pueden ser las creencias religiosas o el temor a que los cuerpos no sean tratados con respeto en el ámbito científico.
Representación del cuadro 'La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp', de Rembrandt. MUSEO MAURITSHUIS
María Victoria Martínez López es doctora en Filosofía por la Universidad de Granada, y ha investigado las motivaciones que impulsan la donación de órganos con fines de trasplante, tanto propios como de seres queridos. Aunque es cierto que la percepción de la donación de órganos puede presentar diferencias importantes con la del cuerpo íntegro, los fundamentos esenciales no tienen por qué ser tan distintos. Después de entrevistar a numerosas familias que se han enfrentado a este proceso, ella cree que el principal incentivo para ofrecer a la ciencia el cuerpo de un ser querido es "contribuir al progreso y a la curación de enfermedades".
Sobre la donación de los propios órganos, Martínez López asegura que estas personas "tienen muy claro el concepto de utilidad", y "consideran que el cuerpo es materia, que no hay una identidad, una trascendentalidad relacionada con el cuerpo, por lo que se puede dividir". "Para ellas, el todo no aporta nada, y son las partes las que pueden ser de utilidad", describe.
Un acto altruista
Los programas de donación de cuerpos son muy costosos y no todas las universidades disponen de uno. Las facultades asumen todos los gastos, ya que costean el traslado del cuerpo hasta sus instalaciones y, salvo que los familiares muestren interés por recuperar los restos, también se hacen cargo de la incineración y del depósito de las cenizas en un cenicero común, una vez que ha finalizado su aprovechamiento educativo o científico.
La donación de cuerpos en España es un acto altruista por regla general, aunque no está regulada de manera tan específica como la donación de órganos. A diferencia de esta, que está regulada por la Ley 30/1979, la donación de cuerpos para la ciencia y la enseñanza se rige por normativas más antiguas, como una orden ministerial de 1950 y el Real Decreto de Policía Mortuoria de 1974, además de regulaciones autonómicas.
En la práctica, las facultades de medicina y centros de investigación que aceptan donaciones establecen que el proceso es altruista y sin compensación económica, en línea con el principio general de gratuidad en la donación de órganos y tejidos en España. Tampoco se puede donar un cuerpo sin el deseo expresado en vida del fallecido o el posterior consentimiento de los allegados.
Mediante el procedimiento habitual, el donante acude a la facultad para declarar su voluntad de que su cuerpo se utilice con fines docentes. Entonces, firma un acta y entra en la base de datos del centro. Pero cuando fallece, la familia debe llamar a los teléfonos de guardia habilitados, porque si no lo hiciesen, el centro académico no tiene manera de enterarse. Por eso, en última instancia, el acto de donación depende de los allegados, que son los que lo harán o no posible.
"Los familiares son los que toman la última decisión", expresa a RTVE.es Teresa Vázquez, presidenta de la Sociedad Anatómica Española y directora del Centro de Donación de Cuerpos de la Universidad Complutense de Madrid, quien explica que "incluso aunque el donante se haya hecho donante en vida, si los familiares se niegan a hacer la donación, nosotros no tenemos conocimiento del fallecimiento, con lo cual el cumplimiento de la última voluntad siempre depende de los familiares".
Tal y como describe Vázquez, cuando uno de estos cuerpos llega a la facultad, allí se anonimiza y se embalsama o se congela para preservarlo, después de someterlo a análisis para verificar que no existe ninguna enfermedad contagiosa. La presidenta de la Sociedad Anatómica Española recuerda que también es importante tener las instalaciones adecuadas para mantener los cuerpos "en condiciones de absoluta dignidad", especialmente después del escándalo de los cadáveres hacinados en los sótanos de la Complutense de 2014, que se saldó con una condena de 18 meses de cárcel para el entonces responsable.
Otro de los escándalos relacionados con la donación de cuerpos se produjo aproximadamente hace un año, con el caso de una funeraria valenciana que vendía cadáveres de forma fraudulenta a universidades que los utilizaban luego en sus facultades de Medicina. Para evitar este tipo de prácticas delictivas, los anatomistas reclaman una legislación específica, ya que los reglamentos autonómicos de sanidad mortuoria no detallan cuáles son los centros a los que pueden ir los cadáveres ni cómo tienen que ser las instalaciones o los procedimientos de trabajo, entre otras cuestiones importantes.
"Somos el único país de la Unión Europea que no tiene regulada la donación de cuerpos", denuncia Teresa Vázquez, quien califica esta actividad como "absolutamente alegal". "La donación de cuerpos en España está reconocida a través de una orden de 1950, y un real decreto de 1974, que luego se ha modificado a través de las comunidades autónomas en algunos aspectos. Lo único que dice es que existe esa posibilidad: que uno puede donar su cuerpo para la docencia y la investigación, pero no se regula nada: ni cómo deben ser los centros que recogen esos cuerpos, ni qué formación debe tener el personal que los trata, ni cómo deben ser las instalaciones", se lamenta, para subrayar que "el hecho de que no haya regulación promueve escenarios poco claros en el uso de los cadáveres".
Sobre la importancia que tiene la donación de cuerpos para el ámbito de la ciencia y la medicina, esta anatomista se muestra rotunda: "Su valor es incalculable". "El aprendizaje que proporciona el material cadavérico no es comparable al que puede proporcionar cualquier otro material. De verdad que no tiene precio, y por ello el agradecimiento de los usuarios y de los estudiantes es enorme", expresa.
Investigación con cerebros
La donación del cuerpo completo con fines educativos o científicos no es la única fórmula que se contempla. Existen otras, como la donación de cerebros a biobancos, que se utilizan para mejorar el conocimiento sobre enfermedades neurológicas -párkinson, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), alzhéimer...- además de para ayudar a diseñar tratamientos más eficaces contra estas patologías.
Imagen de archivo de Alberto Rábano observando un cerebro humano enfermo de alzhéimer. EFE / F. ALVARADO
"Lo que nosotros hacemos está contribuyendo mucho a desarrollar eso que se llama medicina de precisión, o medicina personalizada, en las enfermedades neurodegenerativas", explica a RTVE.es Alberto Rábano, director del Banco de Tejidos de la Fundación CIEN, donde se almacenan más de 800 cerebros.
Tal y como subraya este patólogo, sus donaciones son "siempre voluntarias", y están acompañadas "por un consentimiento informado". Aunque en este caso están reguladas desde 2007, con la Ley de Investigación Biomédica, que regula la participación de muestras de pacientes en investigación biomédica. Además, desde 2011 el Real Decreto de Biobancos regula cómo funcionan las instituciones que se dedican a recoger muestras humanas para investigación, como es el caso de la Fundación CIEN, que depende del Instituto de Salud Carlos III y está respaldada por la Fundación Reina Sofía.
"El problema se produce cuando el sujeto donante no es capaz de dar su consentimiento, lo que ocurre muy a menudo en casos de demencia. Pero si existe un tutor legal, es este quien da el consentimiento", apunta Rábano, quien cuenta cómo "además existe un tipo de consentimiento informado que es muy especial, desde el punto de vista bioético, que es post mortem, y que nosotros utilizamos prácticamente en la mitad de las donaciones que tenemos: el familiar o allegado, que conocía bien al donante, certifica que la persona fallecida no se habría opuesto a la donación si hubiera conocido el programa de donación".
Fundamentalmente, las fuentes de este banco de cerebros son tres: las campañas destinadas a la población general, las asociaciones de pacientes y los especialistas médicos -como neurólogos, psiquiatras, geriatras…- que les ofrecen a los pacientes, dentro de su relación a lo largo de los años, la posibilidad de donar.
"Nosotros solo extraemos el cerebro, y cuando procede porque hay enfermedad de la médula espinal como en el ELA, también la médula espinal. Lo hacemos muy rápido, para no incordiar mucho a la familia, que así puede continuar con el duelo y con el proceso de enterramiento o incineración", describe este especialista.
"Lo que hemos ido viendo en la última década es que las enfermedades neurodegenerativas generalmente se presentan en combinación con otras enfermedades. Por ejemplo, los pacientes con alzhéimer tienen además otras patologías, como enfermedad cerebrovascular, enfermedad de Párkinson…", asegura Alberto Rábano, quien subraya que el banco de tejidos cerebrales es "muy importante para entender el curso clínico de cada paciente y poder diseñar tratamientos, ahora que empieza a haber tratamientos que tienen algún impacto sobre la enfermedad de Alzhéimer". "Tenemos que saber que estos pacientes no tienen solo alzhéimer, y en el futuro habrá que tratarlos de todas estas patologías", indica.