Los extrabajadores nucleares en EE.UU. luchan por recibir compensaciones tras años de exposición a la radiación
- Más de 700.000 personas han trabajado en instalaciones nucleares estadounidenses sin protecciones adecuadas
- Las ayudas a los afectados están actualmente paralizadas por los recortes aplicados bajo la Administración Trump
Steve Hicks tiene 70 años y soporta el dolor de varios cánceres en su cuerpo, desde el riñón hasta la piel. Además, ha desarrollado varias neuropatías y diabetes. Antes de jubilarse, fue trabajador nuclear. Su médico le dijo claramente que sus afecciones tenían que ver con la radiación a la que estuvo expuesto.
Durante más de tres décadas, Steve trabajó en la planta nuclear Y-12, una de las instalaciones más importantes del programa atómico de Estados Unidos. De allí salió parte del uranio enriquecido que, en los años 40, sirvió para fabricar la bomba lanzada sobre Hiroshima. Él recuerda con crudeza cómo transportaba aquel material sin apenas protección: "Cargaba uranio enriquecido sobre mi pecho, con mis brazos, sin apenas protección".
Hasta el año 2000, los protocolos de seguridad nucleares en el país eran mucho más laxos que los actuales. Eso ha dejado huella. Según cifras oficiales, más de 700.000 personas han trabajado en instalaciones nucleares estadounidenses desde la Guerra Fría, y una parte de ellos ha desarrollado enfermedades graves vinculadas a la exposición a la radiación.
Las ayudas para los afectados corren el riesgo de desaparecer
Para atender a estos afectados, el Gobierno estadounidense puso en marcha un programa de compensaciones que ha desembolsado, hasta el año pasado, más de 25.000 millones de dólares. La ayuda consistía en un pago único de hasta 150.000 dólares y cobertura médica completa para quienes lograran demostrar que su enfermedad estaba relacionada con su empleo en la industria nuclear.
Sin embargo, esas ayudas están ahora paralizadas por los recortes aplicados bajo la Administración Trump. Más de 2.000 extrabajadores esperan desde hace años que se revisen sus solicitudes, sin ninguna garantía de recibir los fondos. “Muchos no pueden costear sus tratamientos médicos sin esas compensaciones”, advierte la abogada que representa a parte de los afectados. Entre ellos Steve, quien se deja ver en porche de su casa con un póster pro-Tump colgado a su entrada.
La incertidumbre se agrava porque, a menos que Trump renueve la orden ejecutiva que respalda el programa, la Junta encargada de aprobar las reclamaciones podría disolverse definitivamente el próximo mes, dejando a miles de extrabajadores desamparados.