Sanusi, "el tercer hijo" de Moisés: un joven de Gambia, acogido en El Hierro por un policía local
- Sanusi llegó a El Hierro siendo menor y ahora juega en un equipo de fútbol
- El joven conoció al agente en el centro de menores y conectaron gracias al balón
Quién iba a decirle hace un año y siete meses que iba a estar aquí y ahora. De Gambia a Valverde, capital de El Hierro, y ahora se juega el ascenso en la liga juvenil de fútbol. Se llama Sanusi.
Todos confían en él para ganar el partido. Ha sido el pichichi de la temporada en su equipo, el CD Concepción: "He metido 34 goles. Quiero ser futbolista como Cristiano Ronaldo", expresa. Es la estrella del día y está pletórico. Cuesta poco entender lo que significa este momento para él. "Es mi segundo año aquí", afirma Sanusi, que llegó el 31 de octubre de 2023 en cayuco.
"El fútbol es importante para nosotros porque conoces a mucha gente", cuenta Omar, uno de sus mejores amigos, de Mauritania. No para de grabar con el móvil y también habla con alguien por videollamada. Igual que Sanusi, llegó en cayuco, "como todos los negros que estamos aquí", dice.
Ocupan un tercio de la grada por lo menos. Son el grupo más numeroso del público, incondicionales, excompañeros del centro de acogida "de Mali, de Senegal, de Mauritania, de Guinea", explica Sanusi. Ellos ponen cara a los números que se reparten las comunidades y ocupan el debate político.
Sanusi llegó en cayuco a Canarias y ha sido acogido por un policía local en El Hierro. RTVE
Hace tres semanas les sobrecogieron las siete muertes en el cayuco que volcó en La Restinga. Algunos eran sus compatriotas, cuenta Sanusi. "He visto que Fatoumata era de Gambia. Es muy triste, vino para ayudar a su familia", añade. Para él, la vida en su país es "muy difícil": "Te pueden pagar 4 euros por el trabajo de un mes", asegura.
Omar no puede ni hablar del naufragio. Se le escapan las lágrimas: podía haber sido cualquiera. Y juntos rememoran sus experiencias en el mar: uno pasó cinco días, el otro, ocho, y al cuarto se quedaron sin comida ni bebida. 130 personas iban en el cayuco, sobrecargado también como el accidentado, que llevaba 160.
Acogido por un policía local
"Ooh", se escucha en la grada, gol del equipo contrario. Caras largas, siguen animando. "Necesitamos ganar porque perdimos en la ida, nos jugamos mucho", cuenta uno de los educadores que ha acompañado a los chicos al campo. En el CD Concepción juegan dos chicos que pasaron por el centro: Sanusi, por ejemplo, ya ha cumplido los 18 y ahora vive fuera de esa institución.
Le ha acogido Moisés Gutiérrez, policía local de Frontera, sí la localidad se llama así. La comisaría está justo en el mismo edificio que el albergue de menores. Comparten patio. "Mira que pasan chicos por ahí, pero con Sanusi, no sé qué le entró. Tuvo una conexión especial", explica Davinia Carvallo, la mujer de Moisés.
Se veían en los descansos, pero Sanusi no era uno más. "Hablaba en inglés como podía, tuvimos una conexión", rememora Moisés. "Cosas que pasan. Es muy especial. Lo mejor es el corazón tan grande que tiene", sentencia. Y, hablando de fútbol, sintió que tenía que ayudarle.
"Nos conocimos las primeras semanas cuando llegué a La Restinga", recuerda Sanusi. "Nos saludábamos cada vez que él venía a trabajar. Me preguntó sobre el viaje, mientras estábamos en el mar, y le expliqué todo. En ese momento ni siquiera tenía un móvil para comunicarme con mi familia en Gambia, estaban muy preocupados por mí, sobre todo mi madre", explica.
Moisés hizo todo lo posible para que pudiera contactar con su familia. "Estuvo dispuesto a ayudarme en todo, porque lo sentía mucho por mí. Me presentó a su hermosa familia, que me cuidaron como a su hijo, especialmente su esposa Davinia. Todavía les estoy agradecido porque me apoyaron en todo para tener una vida mejor. Confían en mí y siempre estoy orgulloso de ellos".
Cuando iban a trasladarlo para hacerle las pruebas óseas, les costó mucho separarse de él. Lloraron mucho en la despedida. Y entonces lo decidió. Sanusi no iba a quedarse en la calle. Moisés habló con Davinia y le han acogido en casa como un tercer hijo: "Tenemos otra de 16 y uno de 11, también juegan al fútbol, así que todo el día estamos hablando de ello en casa".
"Le iban a mandar para Tenerife", recuerda el agente. "Y nosotros dijimos que nos hacíamos cargo y aquí está estudiando, trabajando de vez en cuando, cuando le salen cositas y jugando a fútbol, que es lo que le gusta a él. Fue muy difícil conseguirle que jugara, ponían muchos impedimentos. Tuvo que ir a la Federación a Madrid para conseguir la ficha, pero bueno, lo logramos y ahí está", argumenta.
Sanusi valora que ha tenido "mucha suerte, me han ayudado mucho y ahora tengo todos mis papeles". Sin embargo, habla preocupado por su español. Le importa mucho aprenderlo bien y cuanto antes. También Omar ha recibido ayuda de otra familia: ahora vive solo y trabaja.
Entre el público del fútbol hay otras parejas que llevan, de una mano, algún pequeño africano, de la otra, a los suyos. Son las fiestas de la Apañada en El Hierro y tras el partido muchos de los espectadores irán para allá a comer y pasar el domingo. En esta pequeña isla, la más remota y la menos poblada, tienen la sensación de que si no se ayudan ellos, nadie va a venir a hacerlo.
No es un simple partido
Pero antes de que el árbitro pite el final del partido, el marcador se ha dado la vuelta: cae el tercer gol de Sanusi. Remontan. Todos estallan y se lanzan en avalancha por todo el campo para abrazarle y celebrar. Entonces algunos se quejan: "Invasión de campo, hay inseguridad", suena algún insulto. Piden que venga la Guardia Civil para poder jugar el resto de los minutos. Hay tensión en las gradas.
No es un simple partido, son las caras de la migración en una escena cotidiana. Entre ellas, también la que por fortuna pesa más en la isla, la integración y la unión que el deporte es capaz de conseguir.
Tras el parón, ya con los agentes en el campo, retoman el juego los últimos minutos. Moisés ya está de pie a punto de salir corriendo en cuanto piten.
Y ahora sí. Victoria y ascenso gracias al triplete de Sanusi, es la estrella del campo. Hasta le espera la televisión para entrevistarle.
Sanusi y Moisés se abrazan tras el final del partido. RTVE
Moisés estruja fuerte y orgulloso a Sanusi. Ese abrazo de enhorabuena es ahora la foto de perfil que el chico lleva en su Whatsapp. Es fácil entender esa emoción, el abrazo de alguien que siente tu triunfo, los pasos que vas abriendo, pese a la dificultad.