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Elecciones en Corea del Sur: la resiliencia de una democracia tras un fallido golpe de Estado

  • El nuevo mandatario enfrentará una sociedad polarizada y la herencia de una política exterior deficiente
  • El candidato liberal, Lee Jae-myung, lidera las encuestas pese a enfrentar cargos judiciales
Elecciones en Corea del Sur: la resiliencia de una democracia tras un fallido golpe de Estado
Ilustración simplificada estilo manhwa (manga coreano) de dos jóvenes surcoreanos con una papeleta de votación ADRIÁN ROMERO
ADRIÁN ROMERO

Corea del Sur llega a las elecciones presidenciales del 3 de junio con una herida institucional todavía abierta. En apenas seis meses, el país ha transitado del borde del autoritarismo a la reafirmación democrática. El intento del expresidente Yoon Suk-yeol de instaurar un régimen de excepción en diciembre dejó al descubierto las tensiones latentes en el sistema político surcoreano. La respuesta institucional fue firme, aunque la cita con las urnas deja el desenlace en el aire.

"Definitivamente estamos en un período turbulento", asegura a RTVE.es el historiador y profesor de la Fundación Coreana de la Australian National University, Kyung Moon Hwang. "La pregunta más importante es si, en última instancia, esto fortalecerá la democracia del país, o si es una señal del malestar de su sociedad", observa.

Para muchos surcoreanos, estos comicios actúan como un referéndum sobre la resiliencia democrática. Pero también están marcados por la urgencia: la cuarta economía más grande de Asia atraviesa una etapa de estancamiento, golpeada por los temblores geopolíticos y la polarización.

"Estas elecciones son cruciales, pese a que el mayor peligro ya ha pasado", anota el profesor de Estudios Coreanos de la Fundación Corea en la Universidad de Monash, Daniel Pieper. "Hay muchos aspectos familiares en esto y lo que sucedió en 2016 y 2017 con los escándalos de la expresidenta Park Geun-hye. Sin embargo, en ese momento Corea del Sur parecía más unida y, aunque hubo unidad contra la ley marcial, esta pronto ha devenido en una relación conflictiva entre aquellos a favor y en contra de la moción de censura de Yoon", distingue.

El candidato conservador Kim Moon-soo, heredero incómodo de Yoon, ha intentado marcar distancias con el expresidente. Del otro lado, el candidato liberal, Lee Jae-myung, que ya quedó a las puertas de la elección en 2022, ha regresado liderando las encuestas y con su partido al mando del Parlamento. "Todos los sondeos muestran que ganará, y podría hacerlo con una diferencia de hasta el 10%, lo cual sería bastante excepcional en la historia de las elecciones presidenciales", revela Kyung Moon.

El legado de Yoon en política exterior

Además de las cuestiones internas, un reto pendiente para el nuevo presidente será hacer frente a unas relaciones internacionales condicionadas por la competitividad entre China y Estados Unidos y la siempre presente amenaza norcoreana.

En su momento, Yoon trató de posicionar a Corea del Sur como un actor relevante en el Indo-Pacífico, alineándose con la estrategia estadounidense de contención a China. No obstante, la teoría pronto se topócon la práctica. Pese a que poseía el músculo militar y la autonomía económica necesarias, Seúl sostuvo con altibajos una política exterior exigente.

"Lo que me parece interesante es que es ahora cuando los surcoreanos están hablando de forma más combativa sobre China", considera la experta y exprofesora de investigación en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Tokio, Meredith Shaw. "Es curioso que históricamente no hayan sido más anti-China, en especial porque libraron entre ambos una y en cualquier otro lugar se esperaría que tuvieran resentimientos", sostiene.

En cuanto al tema de Corea del Norte, y pese a la actitud desafiante de Yoon contra el régimen de Kim Jong-un, "parece que actualmente ambos partidos se están manteniendo alejados de él y no están hablándolo tanto como de los aranceles con EE.UU.", puntualiza Shaw. "Además, Piongyang ha declarado que no le interesa ningún tipo de reunificación pacífica, por lo que si hay un intento de recuperar políticas de cooperación como las del expresidente Moon Jae-in, es muy posible que muchos surcoreanos se opongan", predice.

Bajo el mandato de Yoon, y como apunte para la próxima presidencia, trató de convertir a Corea del Sur en un país que hablaba con el lenguaje de una gran potencia, una política finalmente limitada por las restricciones clásicas de ser una "gamba entre ballenas".

"Si se está produciendo un cambio [en la política exterior surcoreana] no creo que sea hacia Corea del Norte, sino incorporar a China a la ecuación general", recalca Shaw. "Eso podría ser muy interesante de cara al futuro presidente, porque ningún partido puede permitirse antagonizar demasiado a China, si bien podría ser políticamente tentador para los conservadores. Algo que puede llevar a que la gente diga cosas desafortunadas que enfaden a Pekín", establece.

Un candidato con opciones de ganarlo todo pese a sus antecedentes

Mientras la derecha surcoreana aún digiere la caída de Yoon Suk-yeol, la oposición liberal enfrenta un escenario diametralmente opuesto. Como líder del Partido Democrático, Lee Jae-myung es el favorito para ganar las elecciones, pese a que arrastra antecedentes judiciales por sus acciones pasadas.

Elecciones en Corea del Sur: la resiliencia de una democracia tras un fallido golpe de Estado

El candidato del Partido Democrático, Lee Jae-myung, emite su voto para las presidenciales surcoreanas en Seúl. SERVICIO DE PRENSA DE LEE JAE-MYUNG

Su biografía alimenta su leyenda: criado en la pobreza, trabajó desde niño en una fábrica, sufrió lesiones que lo incapacitaron de por vida, y logró abrirse camino como abogado en derechos civiles antes de entrar a la política. Para la sociedad surcoreana, donde el éxito personal se mide con base en la meritocracia, Lee encarna su propia mitología.

Como alcalde de Seongnam y luego gobernador de Gyeonggi, Lee construyó una imagen de gestor implacable y defensor de los trabajadores. Su estilo directo, a veces provocador, recordaba a la audacia de líderes populistas, mientras que su "giro" durante la campaña hacia el centrismo le ha permitido obtener apoyos del Partido del Poder Popular (PPP) de Yoon.

"Algunas reservas sobre Lee Jae-myung son que anteriormente era mucho más izquierdista en sus políticas y su retórica, y ahora ha virado hacia la derecha, pues la sociedad coreana se ha inclinado más hacia el conservadurismo en las últimas décadas", anota Pieper. "Pero él fue el rostro de la resistencia entre los principales partidos de izquierda durante el fallido golpe de Estado: fue el primero en ir al Parlamento y difundir su oposición al mayor número de personas. Y eso la gente lo recuerda", señala.

Lee no solo atrae por su idiosincrasia, también por las investigaciones que lo rodean. El caso más espinoso se encuentra en el escándalo urbanístico de Daejang-dong, un proyecto en el que su gestión como alcalde aún está bajo escrutinio. En 2021, durante la campaña presidencial, afirmó no conocer a un funcionario clave del caso —luego fallecido en un aparente suicidio— y atribuyó las decisiones urbanísticas a presiones del Gobierno central.

Por esas declaraciones fue condenado por difundir información falsa, si bien posteriormente lo absolvieron. Ahora, el Tribunal Supremo ha revocado el fallo y ordenado un nuevo juicio, aún pendiente de resolverse.

"Si llega a la presidencia, estos juicios se suspenderán, porque la Constitución surcoreana solo permite que un presidente en funciones sea procesado por dos crímenes: insurrección y colusión con una potencia extranjera", subraya Kyung Moon. "Creo que la mayoría de los surcoreanos piensan que, en conjunto, estos delitos, lamentablemente, no son tan inusuales en Corea del Sur ni llegan al nivel de declarar la ley marcial e intentar derrocar al Gobierno", expone.

La polarización, también en Corea

La noche en que Yoon Suk-yeol declaró la ley marcial, Corea del Sur no se rindió al autoritarismo, pero tampoco escapó ilesa. Aunque la mayoría de los ciudadanos vieron con claridad las excusas del expresidente, su discurso conspiranoico —centrado en una supuesta interferencia norcoreana— resonó en un sector cada vez más visible y ruidoso del país.

"Existe un problema de polarización generacional en Corea del Sur: incluso dentro del mismo hogar se pueden observar choques políticos entre padres e hijos", asevera la investigadora afiliada al Instituto de Investigación Asiática de la University of British Columbia, Sun Ryung Park. "Pero incluso entre la generación joven, la brecha se da en el género; entre quienes apoyan a progresistas y conservadores", añade.

Lejos de contener este fenómeno, el Partido del Poder Popular lo ha alimentado. Esta retórica revanchista de los conservadores se ha trasladado también a la campaña electoral. "Un argumento que el PPP ha usado contra Lee Jae-myung es que, si sale elegido, su partido, que posee mayoría en la Asamblea Nacional, convertirá al país en 'casi una dictadura'", incide Park.

Como menciona la investigadora, Corea del Sur afronta una profunda diferencia ideológica entre hombres y mujeres, algo que Yoon supo canalizar con su retórica antifeminista. Durante su presidencia, dejó vacante el cargo de ministro de Asuntos para la Mujer, criticando los "privilegios" que poseen. Actualmente, Corea del Sur es el miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos con la brecha salarial de género más alta (29%).

Las consecuencias de la división política también han puesto en riesgo a los candidatos presidenciales. Lee Jae-myung ha debido hacer campaña con chaleco antibalas tras sobrevivir a un apuñalamiento en 2024 y saber que legisladores de su partido recibieron amenazas de asesinato. Pero también a los miembros de las instituciones democráticas: "Un episodio que resalto fue que, justo después de que las autoridades decidieran encarcelar a Yoon, un grupo de jóvenes vandalizó un tribunal de Seúl con el objetivo de atacar a uno de los jueces que emitió la orden de arresto", explica Park.

La democracia surcoreana no está derrotada, aunque necesita sanarse. "Una de las principales razones por las que me desanimé fue cuando Yoon dijo eso de 'lo hice por el valor democrático de Corea'", rememora Sunryung. "Me hubiera gustado que admitiera que lo hizo por sus propios motivos, pero no por la democracia. Corea es uno de los países democráticos más avanzados y, en la noche del 3 de diciembre, Yoon derrumbó todo lo que la gente había mantenido con tanto esfuerzo. Esto marcará y dejará una secuela muy duradera en el sistema, y no se solucionará de inmediato", sentencia.