Enlaces accesibilidad

Polonia elige al próximo presidente entre la polarización y pendiente del papel en Europa

  • Las encuestas dan una ventaja mínima al candidato europeísta Rafał Trzaskowski, frente al nacionalista Karol Nawrocki
  • "Si Nawrocki gana las elecciones, habrá una de guerra institucional entre oposición y el Gobierno mucho más acentuada"
Reñida segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Polonia entre el europeísta Trzaskowski y el ultranacionalista Nawrocki
BEATRIZ DOMÍNGUEZ (ENVIADA ESPECIAL DE RNE A VARSOVIA)

El término polarización ha estado tan presente en los últimos años que en 2023 la Fundéu la eligió palabra del año por sus repetidas apariciones en los medios de comunicación. Se podría abrir un debate acerca de su uso, si es o no exagerado. Sabremos que no lo es si lo asociamos a un país concreto: Polonia y polarización van de la mano desde hace años. "Es extrema, es muy extrema. Desde hace un año y medio la balanza se ha volcado a favor de la coalición del primer ministro, Donald Tusk, pero la Presidencia es una institución, si bien no decisiva, sí importante, que puede bloquear la agenda legislativa del actual Gobierno", cuenta a RNE Maciej Stasiński, periodista de la Gazeta Wyborcza, el primer periódico del país.

La razón de por qué la cita con las urnas de este domingo marcará los pasos políticos de los próximos años la encontramos en el rol que juega el jefe de Estado en este país de Centroeuropa. La Presidencia también ejerce poderes legislativos, es decir, puede proponer leyes y, sobre todo, vetarlas; esa es la línea que ha seguido el hombre en el cargo hasta ahora, Andrzej Duda, desde que Tusk llegó al poder a finales de 2023 tras desbancar a su partido, al ultranacionalista Ley y Justicia (PiS), que había gobernado desde 2015.

El saliente Duda - se irá tras agotar en agosto los dos mandatos presidenciales- ha tumbado numerosas iniciativas del Gobierno en este año y medio, llevando al país a un bloqueo institucional que el primer ministro espera salvar después de estos comicios si su candidato, Rafał Trzaskowski -actual alcalde de Varsovia y, como él, un político liberal y europeísta-, consigue vencer a su contrincante, la nueva opción del PiS, Karol Nawrocki. Los deseos de Tusk, sin embargo, no tienen por qué adecuarse a la realidad. Las encuestas dan ventaja a Trzaskowski, pero la diferencia con Nawrocki es pequeña, por lo que todo está en el aire este domingo y la participación -que en la primera vuelta fue del 67,31%-, la capacidad de movilización de los electores, juega un papel protagonista.

Las calles de Varsovia, escenario de dos marchas convocadas por los dos candidatos a presidente de Polonia

Una brecha estrecha entre los candidatos

En esa primera vuelta, a la que concurrieron 13 oponentes el pasado 18 de mayo, la brecha entre ellos ya fue más estrecha de lo esperado, 31,36% frente a 29,54%. El tercer puesto (con un 14,81%) lo ocupó Sławomir Mentzen, el candidato de Confederación, el partido de extrema derecha que tiene su caladero donde no suelen salir a pescar los partidos tradicionales: internet en general, las redes sociales como patio particular. Pero nada asegura un simple trasvase de esos votos hacia Nawrocki. "Los votos no se traspasan tan fácilmente, no se puede sacar una aritmética para la segunda vuelta, a base de los resultados de la primera", recuerda el periodista.

Hombres jóvenes conforman el grueso de los electores ultras que, igual que en otros países, han crecido exponencialmente en los últimos años (un informe del instituto de encuestas CBOS de agosto de 2023 señala que el 63% de los votantes potenciales de Confederación tienen entre 18 y 34 años). Por el contrario, el voto femenino se decanta por Rafał Trzaskowski.

En esta vuelta decisiva, el alcalde de Varsovia tiene que jugar bien sus cartas. "Las encuestas dan en torno a un 10-12% de indecisos y la pregunta es quién moviliza a esa gente. Si Trzaskowski comunica de manera clara, tiene oportunidad de convencerlos. Si les llega que con él se pueden obtener buenos datos económicos, mantener baja la inflación, implementar reformas importantes... Pero también debe hacer concesiones a los progresistas liberales, por ejemplo, dar el paso para legalizar el aborto; tiene que dirigirse directamente a las mujeres. Muchas mujeres le han votado a él, muchas de ellas jóvenes", resalta Joanna Maria Stolarek, directora de la Fundación Heinrich Böll de Varsovia, en un encuentro con periodistas extranjeros en Berlín.

El auge de la extrema derecha en Europa: "En 12 países ya es primera o segunda fuerza"

"Una campaña electoral de muy bajo nivel"

La campaña, sin embargo, ha ido por otros derroteros: la emoción en detrimento de la razón. "El debate político, la campaña electoral en Polonia ha tenido un nivel muy bajo. Con muy pocos argumentos y muchas emociones. Se ha hablado mucho del miedo a la migración, a perder la soberanía del país, a la pobreza, a la falta de desarrollo, cuando Polonia es uno de los países que más crece en Europa", señala.

Incide Stolarek en el hartazgo de los ciudadanos: "Domina la sensación de que solo hay broncas y conflictos políticos, de que el país no avanza. Por ejemplo, en Polonia una de las grandes preocupaciones es la situación del sistema sanitario. La gente, en su día a día, tiene la impresión de que los políticos solo se pelean mientras 'yo no tengo mi cita médica, hay esperas eternas en urgencias'… El estado de ánimo es ese, 'dejémonos de campañas electorales y tengamos un poco de estabilidad y tranquilidad en el país'", que es lo que promete Trzaskowski.

Y en esa Polonia enfrentada no hay que pasar por alto las diferencias entre las grandes ciudades, que suelen ser afines a la Plataforma Cívica de Donald Tusk, y el campo, más tradicional y conservador: "Polonia no es Varsovia. La mayoría de la gente vive en el campo y la mayoría de los electores también, no en las grandes ciudades. Y allí, la gran política apenas llega".

Trzaskowski vs. Nawrocki: dos perfiles divergentes

Al contrario que Rafał Trzaskowski, que respalda y defiende el ideario europeo y es fiel a los parámetros de Bruselas, Karol Nawrocki –y su confesa simpatía hacia Donald Trump- se desvincula de esos valores comunitarios. Su marcado nacionalismo polaco potencia todavía más la división del país que ya el PiS abonó durante sus años en el poder: "Si él gana la Presidencia, va a haber una especie de guerra entre instituciones, entre la oposición y el Gobierno, mucho más acentuada que ahora", advierte Maciej Stasiński.

Ha sido el histórico político ultraconservador Jarosław Kaczyński, primer ministro del país entre 2006 y 2007 y al frente de la presidencia del PiS desde 2003, quien ha elegido a este candidato sorpresa, frente a otros políticos de primera línea. Un movimiento que Stasiński define así: "Todas las decisiones de ese partido las toma su caudillo Kaczyński. Esta, probablemente, en contra de la opinión de algunos colaboradores, que habrían preferido algún personaje más conocido, como el ex primer ministro [Mateusz] Morawiecki, pero apostó por él, como una cara nueva, con expresas ideas nacionalistas, antieuropeas, antiucranianas, antialemanas… y ahí está".

Más allá de su línea política, el pasado de Nawrocki es controvertido. Aunque actualmente dirige el Instituto de la Memoria Nacional, un organismo estatal que alberga archivos e investiga los crímenes de la Segunda Guerra Mundial y la era comunista, este historiador de 42 años, que ha sido boxeador y portero de discoteca, formó parte de hinchadas de fútbol radicales, "moviéndose en ambientes neonazis, nacionalistas de extrema derecha y violentos. Él participaba en peleas de barras bravas y, además, lo admite, eso sí lo admite, otras cosas no", dice Stasiński. Se refiere a una investigación que el medio de comunicación polaco ONET destapaba hace unos días en la que se señala a Nawrocki por haber participado, supuestamente, en el proceso de contratación de prostitutas para los huéspedes del Grand Hotel de Sopot, en el norte de Polonia, cuando trabajaba allí como guardia de seguridad.

"La situación es bastante dramática para el papel de Polonia en Europa"

Polonia y el duopolio. Los dos bandos que han dominado la política en las últimas décadas, la Plataforma Cívica de Donald Tusk frente al PiS de Jarosław Kaczyński.

Como sexta economía de la Unión Europea y el peso cada vez mayor que está adquiriendo en el continente (con la guerra en la vecina Ucrania, la amenaza rusa o los interrogantes acerca de la continuidad del apoyo de Washington), el país centroeuropeo elige algo más que al que será su nuevo presidente durante los próximos cinco años.

"La situación es bastante dramática para el papel que desempeña Polonia en Europa y para su propia democracia liberal. Porque este Gobierno no va a dimitir, pero lo va a tener mucho más difícil si la presidencia cae del lado de una oposición tan fiera, tan feroz y tan antieuropea", lamenta Maciej Stasiński.

Lo que las urnas decidan –al parecer, por la mínima-, marcará su futuro. Dos caminos abiertos y totalmente dispares en Polonia. Y Europa, para bien o para mal, no permanecerá ajena.