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'El asesinato de Aristóteles' de Marcos Chicot: "Me interesa llegar a la ética a través de la lógica"

  • El autor recrea la vida del filósofo en una Atenas sometida al imperio de Alejandro Magno
  • La última novela de la trilogía sobre la Grecia clásica ya está en las librerías
'El asesinato de Aristóteles' cierra la trilogía de Marcos Chicot
Marcos Chicot, autor de 'El asesinato de Aristóteles' EFE/ROMÁN G. AGUILERA
CRISTINA PÉREZ

Alejandro Magno, Aristóteles y Atenas protagonizan la última entrega de la trilogía de Marcos Chicot sobre la Grecia Clásica El asesinato de Aristóteles, tras haber dedicado otras dos novelas a los filósofos Sócrates y Platón. Un autor interesado en "llegar a la ética a través de la lógica", fascinado por el pensamiento político platónico y el concepto socrático de la justicia.

El filósofo Aristóteles es el preceptor de Alejandro Magno, el conquistador macedonio que ha sometido toda la Hélade. El libro arranca con la visita del joven rey a su antiguo maestro antes de partir hacia Oriente. Intenta convencerlo para que le acompañe en su campaña militar, pero no lo consigue: -Yo voy a conquistar Persia y tú Atenas. A ambos se nos ha designado un destino propio de los dioses. - La sonrisa se acentuó-. Vayamos a cumplir con él.

Chicot es fiel a los hechos históricos, pero introduce en la trama otros personajes que hacen avanzar la trama como la espartana Penélope, hábil lanzadora de jabalina, que huye de su ciudad tras asesinar a su futuro marido, un despótico general, que maltrata a su primera mujer. Economista y psicólogo clínico de formación, confiesa a los medios que antes de escribir sienta a sus personajes en el diván y les hace una batería de test psicológicos como si fueran pacientes reales.

Portada 'El asesinato de Aristóteles'

La novela refleja la vida cotidiana de Aristóteles en el Liceo, la institución que rivaliza con la Academia platónica en el cultivo del saber, y el ambiente político de Atenas con una creciente corriente belicista que busca la ocasión propicia para liberarse del dominio macedonio. Perfeccionista hasta el extremo, Chicot indica que revisa obsesivamente las versiones de la novela hasta estar satisfecho y que por eso tarda tanto en terminarlas.

Pese a que el rechazo popular contra el filósofo aumenta, instigado por el rico comerciante Creonte que se sirve de algunos destacados oradores para que la Asamblea se incline a favor de sus intereses, la sombra de Alejandro es alargada y solo el miedo a su ira protege a Aristóteles de los ataques.

"La presencia de Aristóteles en Atenas no es sólo una humillación, sino también un peligro por tener entre nosotros a un espía en quien muchos atenienses poderosos confían ciegamente. ¡Y al mismo tiempo es una oportunidad de vengarnos de Antípatro y Alejandro matando a uno de sus allegados más cercanos!".

Política y demagogia

Chicot se muestra cercano a la concepción platónica de un gobernante filósofo y admira que Platón intentará llevar a cabo su teoría en Siracusa, pero cree que la democracia, ahora y en la época clásica, no permite que los "mejores" ocupen el poder sino los más ambiciosos o más capacitados para alcanzarlo.

Reflexiona, que las habilidades que necesitan los políticos para llegar al poder y mantenerlo "por definición" son las "contrarias" de las de un buen gobernante: "Ser solidario, ser justo, estar volcado en los demás... Eso está muy bien para gobernar, pero para alcanzar el poder lo que tienes que tener es pocos escrúpulos, ser capaz de lograr alianzas que te interesan y de traicionarlas".

Apunta que los problemas de Atenas eran los mismos de las democracias actuales "la corrupción, la injusticia y la demagogia" y contrapone a los filósofos que buscaban la verdad y de la razón, con los sofistas: "Los sofistas son los que quieren que su argumento prevalezca sobre cualquier cosa, sobre todo en la Asamblea, en la política y en los tribunales. No les importa la verdad, les importa imponerse".

Una saga familiar

En la novela, Prometeo, un luchador nieto de un olimpiónico (el campeón olímpico más destacado que da nombre a la olímpiada), le sirve a Chicot para contar cómo era la competición y la importancia de los Juegos para las ciudades griegas.

El autor recupera la figura de Altea, ceramista y filósofa platónica, madre de Prometeo, que era una de las protagonistas de El asesinato de Platón y cuyo nacimiento se relataba en El asesinato de Sócrates, que fue finalista en el Premio Planeta de 2016. En esta entrega es una anciana que sufre de artrosis y cada vez tiene más dificultades para moldear vasijas y kilix.

Con este volumen, Chicot cierra la saga familiar que se inicia con Deyanira, abuela espartana de Penélope, y su empeño de recrear de forma completa la Grecia clásica. Su fidelidad a los hechos, la inclusión de mapas explicativos y la reproducción de entradas de la Enciclopedia Universal en el texto ha hecho que algunos institutos recomienden a sus alumnos la lectura de esta trilogía, un logro del que se siente especialmente satisfecho.

Revivir el pasado

Chicot asegura que en su proceso creativo visualiza las escenas en su cabeza y luego las escribe "desde el recuerdo" y se divide en escritor y lector. El reto es transmitir con palabras "esa visión muy cinematográfica que yo vivo antes de escribirlo" para que el lector tenga "una experiencia parecida" a ver una serie y usa capítulos cortos y deja la acción en alto para incitar a seguir leyendo.

Sobre los títulos de sus novelas, justifica El asesinato de Aristóteles para dejar claro que es ficción y que metafóricamente habla del asesinato de su pensamiento: "Más que querer matar a Aristóteles, que lo querían matar, y a Sócrates y a Platón. Los querían matar por sus ideas, querían matar sus ideas. Sus ideas eran revolucionarias y peligrosas, como lo siguen siendo hoy. Y les generaron muchos enemigos entre gente poderosa".

A la hora de comparar la Grecia clásica con la actualidad, señala que la esclavitud estaba aceptada y las mujeres estaban subordinadas a los hombres. En este sentido, considera erróneo dar por sentado el progreso social: "La historia demuestra que tenemos que ser muy vigilantes en la defensa de nuestros derechos, de nuestros avances. Y Sócrates, Platón y Aristóteles son muy conscientes e insisten en que hay que luchar por ellos".

Un simposio ideal

Preguntado por RTVE.es con quién de los tres filósofos se iría de cañas, a Chicot le cuesta elegir y confiesa que le "encantaría poder tener esa conversación para poder contrastar ideas con los tres mayores pensadores que ha habido". Un anhelo de un simposio ideal que pone en boca de Aristóteles al final de la novela.

"No conocía a Sócrates, pero sin duda fue un hombre excepcional, como lo era Platón. Habría sido muy interesante mantener una larga conversación entre los tres."

De cara al futuro, está revisando ofertas de adaptaciones audiovisuales de sus anteriores libros, pero no tiene ningún proyecto cerrado. Avisa de que quiere embarcarse en una actividad "más compatible con la vida" y que no le lleve 16 horas de trabajo diario. Reconoce que aún tiene puesto el árbol de Navidad porque no la ha vivido, enfrascado como estaba en la novela, a la que puso el punto final en marzo.