El helicóptero en el que murió una familia española en el río Hudson no tenía registros de vídeo ni de audio
- El piloto llevaba unas gafas con capacidad de grabar, pero no han podido ser recuperadas
- El informe preliminar de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte no ha hallado ninguna irregularidad
El helicóptero estrellado el pasado 10 de abril en aguas del río Hudson, entre Nueva York y Nueva Jersey, y que terminó con la muerte de una familia española de cinco miembros más el piloto, carecía de registros de audio y video, según el informe preliminar de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB).
El informe detalla, además, que el piloto tenía un título en regla y un certificado médico de la Administración Federal de Aviación (FAA) expedido hacía solo diez días. El vuelo que resultó fatal era el octavo que realizaba ese día con el mismo aparato, destinado a viajes turísticos sobre la ciudad.
El piloto trabajaba en una rotación de diez días de trabajo seguidos de diez libres, y el día del accidente era su primera jornada de trabajo tras esos diez de descanso. Tenía en su haber 790,2 horas de experiencia de vuelo, de las cuales 48,6 habían transcurrido en ese aparato o en otro de la misma marca y modelo que el siniestrado, un Bell 206L-4.
En el momento del accidente llevaba puestas unas gafas con graduación computerizada y con capacidad de grabar tanto vídeo como audio, pero las lentes no han podido ser recuperadas.
Continúa la investigación
El siniestro provocó la muerte del exconsejero delegado (CEO) de Siemens en España Agustín Escobar, de su mujer y de los tres hijos del matrimonio, así como del piloto. Las autoridades locales examinan desde entonces qué pudo pasar para que el aparato se desplomase, sin que por ahora se haya establecido una hipótesis clara, a tenor del informe divulgado este miércoles.
En el informe, se recoge que el helicóptero, un modelo Bell 206L-4, llegó a estar a una altitud de unos 200 metros antes de iniciar "un rápido descenso". La última altitud registrada es ya de apenas 38 metros y, según testigos, antes del descenso del aparato salieron "varios ruidos fuertes".
El helicóptero se rompió en tres partes antes de caer al agua: el fuselaje, el rotor y la cola. Había pasado dos inspecciones -la de "300 horas" y la de "100 horas"- el 27 de febrero, y en su último vuelo acumulaba 12.975 horas de operación, mientras que el motor llevaba casi el doble (23.305 horas). Habían pasado 50 horas de vuelo desde esa inspección en el momento del accidente.
El informe preliminar describe por último las condiciones meteorológicas de ese día, con nubes situadas a 7.500 pies (2.200 metros), vientos de entre 10 y 18 nudos y una visibilidad de 10 milla.
En el informe preliminar no consta irregularidad alguna a la que pudiese achacarse el suceso.