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El fondo del mar Báltico, nuevo campo de batalla

  • El mar Báltico alberga muchos cables de comunicación y de energía vitales para Europa
  • Desde la invasión rusa de Ucrania, se han venido produciendo cortes y daños en algunos de ellos
El fondo del mar Báltico, nuevo campo de batalla
Buque neerlandés en el mar Báltico. Cortesía de la OTAN
Pilar Requena / Red de Periodismo de Investigación UER

En su reciente investigación sobre las amenazas híbridas de Rusia contra los países europeos, la Red de periodismo de Investigación de la UER (Unión Europea de Radiodifusión) analizó los diferentes incidentes ocurridos en el mar Báltico contra su crítica infraestructura submarina. La sospecha recae en barcos relacionados con Rusia, pero, hasta el momento, no se ha podido probar que el Kremlin sea responsable de ninguno de ellos y se sigue investigando.

Una red de cables vital para Europa

El fondo del mar Báltico, con todas las conexiones de datos y de energía (eléctrica y de gas) por cables, ha pasado a ser un nuevo campo de batalla objetivo de la “guerra híbrida” que libra Putin contra los países europeos, sobre todo los vecinos, desde la invasión de Ucrania, en febrero de 2022. Ha habido frecuentes informes de daños en esos cables que los analistas creen que son ataques híbridos. El mar Báltico está simplemente bordeado de cables eléctricos y de comunicaciones y gasoductos que conectan los nueve países con salidas a ese mar.

El buen funcionamiento de esta red determina el suministro de calefacción a la población de toda la región, el acceso a Internet y otros servicios diarios esenciales. Estas circunstancias hacen que la infraestructura estratégica del mar Báltico sea simplemente el objetivo perfecto. Cualquier interrupción muy grave puede provocar el descontento público, que es uno de los principales objetivos de los ataques híbridos.

Es un objetivo estratégico con mucha infraestructura de comunicación. Aún no ha habido interrupciones graves del servicio en ninguno de los casos ocurridos, pero es necesario tener una alternativa para el suministro llegado el caso. Y es preciso abordar estas amenazas de forma colectiva para evitar una situación peor y mayores pérdidas.

Los cables submarinos se rompen constantemente. De media, cada semana, entre dos y cuatro en algún lugar del mundo. Los daños en los casi 1,5 millones de kilómetros de cables submarinos en el mundo son habituales, con una media de 150 a 200 incidentes al año, según el Comité Internacional de Protección de Cables. Hasta el 80 % de estos daños son causados por accidentes de pesca y transporte marítimo. Pero en las gélidas aguas del Báltico, los incidentes se acumulan desde la invasión rusa de Ucrania.

No hay indicios concluyentes de que los cables en ese mar hayan sido dañados intencionadamente. “Por el momento, nuestros servicios de inteligencia aún carecen de información sólida que demuestre que hubo un actor estatal detrás de esas actividades”, asegura Kestutid Budrys, ministro de Asuntos Exteriores de Lituania. Desde octubre de 2023, se han producido daños en al menos 11 cables submarinos que unen a la mayoría de los países de la costa báltica. En su mayoría, están relacionados con el corte de cables de energía y comunicaciones por parte de barcos que arrastran sus anclas durante varios kilómetros por el lecho marino. La situación es muy tensa en la zona, con 9 países ribereños, todos, menos Rusia, miembros de la OTAN.

Michiel Hijmans, experto en seguridad de fronteras marítimas y comodoro retirado de la Marina Real de los Países Bajos, es tajante en su apreciación: “Ningún marino echará el ancla accidentalmente y siempre puede ocurrir que haya un fallo de funcionamiento, pero nunca arrastrará un ancla durante cientos de kilómetros sobre el fondo del mar”.

En diciembre de 2024, comandos finlandeses abordaron y tomaron el mando de un petrolero, el Eagle S, que transportaba crudo ruso bajo pabellón de las Islas Cook y del que se sospechaba que había dañado el cable eléctrico Estlink 2, que une Finlandia y Estonia, además de varios cables de telecomunicaciones. Causó una interrupción en los cables de energía e Internet entre los dos países. Al barco y a parte de su tripulación se les permitió seguir camino a primeros de marzo. Ocho de sus tripulantes son sospechosos de un “delito de daños agravados y obstrucción agravada de las comunicaciones”. El caso sigue bajo investigación.

Un mes antes, un barco chino, el Yi Peng 3, que transportaba fertilizante ruso, estuvo bajo sospecha de haber cortado un cable de telecomunicaciones que conectaba Lituania y Suecia. En ambos casos, los barcos echaron el ancla y los arrastraron por el lecho marino durante 100 kilómetros o más, lo que causó daños en los cables, según los investigadores. Algunos líderes europeos no tardaron en señalar al Estado ruso, pero no se han encontrado pruebas de que se tratara de acciones intencionadas.

El fondo del mar Báltico, nuevo campo de batalla

Buque neerlandés en aguas del mar Báltico. Cortesía de la OTAN

La flota negra rusa

Ninguno de estos barcos navegaba bajo bandera rusa, aunque forman parte de la que se conoce como la flota fantasma o la flota negra rusa. “No se refiere a buques que se dedican a hacer sabotajes, sino a buques que sortean las sanciones transportando petróleo de manera ilegal o gas o productos sujetos a sanciones y puede haber buques civiles que en un momento dado son capaces de llevar a cabo estas acciones”, explica José Luis Calvo Albero, coronel del Ejército de Tierra. “China también los utiliza mucho en el mar del sur de China. Ha ocurrido siempre”. Estos barcos navegan bajo pabellones de países terceros para poder eludir así las sanciones internacionales. Muchos de ellos son viejos y están en malas condiciones.

“Sabemos lo perjudicial que es la flota fantasma rusa”, asegura Elina Valtonen, ministra de Asuntos Exteriores de Finlandia, “En primer lugar, Moscú la está utilizando para socavar las sanciones. En segundo lugar, es una amenaza masiva y hay riesgos para el medio ambiente. Y ahora, por supuesto, vemos el aumento de los incidentes en el mar que están relacionados con todo esto. Y, en tercer lugar, es una amenaza para nuestra infraestructura crítica. Así que, de nuevo, ya sea intencionado o no, tenemos que encontrar la forma de restringir el uso de la flota fantasma”.

“Presionarán hasta que se les detenga”, dice Ben Hodges, excomandante general del Ejército de Estados Unidos en Europa. “Saben que seremos reacios a hacer algo con un barco que arrastra un ancla por el océano o el fondo del mar Báltico, si no estamos 100% seguros, como en un juicio penal, de que lo hicieron. O si se trata de un barco con bandera de algún país africano. Todas estas son cosas que hacen para evitar la atribución. Y ven que estamos luchando por cómo detener eso”. Pero, si realmente Rusia está detrás, seguirá aprovechando estas circunstancias.

La misión de la OTAN “Centinela báltico”

Ante una infraestructura vulnerable pero esencial, y unas complicadas leyes marítimas y de seguros en juego en las zonas económicas exclusivas (ZEE), superpuestas en el Báltico, la OTAN desplegaba en enero la operación de vigilancia “Centinela Báltico”, en la que participan fragatas, aviones de patrulla marítima y drones navales para identificar actividades sospechosas y disuadir de posibles actos de sabotajes u otras acciones hostiles. El objetivo es que no se “puedan perturbar infraestructuras críticas”.

“Más de 2.000 barcos pasan ahora con frecuencia por el mar Báltico. No todos son barcos de la flota fantasma. Pero sé que algunos transportan mercancías ilegales que intentan llegar a otros países y a San Petersburgo y a los puertos que conectan con Rusia. Por lo tanto, el mar Báltico es importante para nosotros. Y tenemos que encontrar la manera de protegerlo”, asegura Evika Siliņa, primera ministra de Letonia. “Nuestra función es vigilar, obtener toda la información posible e informarnos para estar mejor preparados”, añade Darius Jauniškis, director del Departamento de Seguridad del Estado de Lituania.

A pesar de que no se ha podido probar la intencionalidad en ninguno de los incidentes ocurridos hasta ahora en el Báltico, la sombra del sabotaje está ahí y había que tomar decisiones al respecto. La misión de la OTAN fue anunciada por su secretario general, Mark Rutte, el 14 de enero de 2025, como respuesta al posible sabotaje de varios oleoductos y cables submarinos de los aliados bálticos y nórdicos de la OTAN. Los países miembros de la Alianza son responsables de vigilar y proteger sus aguas territoriales, mientras que la operación “Centinela Báltico” aprovechará las unidades marítimas permanentes de la OTAN en aguas internacionales para vigilar de cerca el tráfico marítimo y buscar indicios de comportamientos sospechosos.