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70 años de los maestros rurales motorizados, un servicio exclusivo en la provincia de Toledo

  • Prestaron este servicio a mediados del siglo XX, de forma voluntaria
  • Su objetivo era erradicar el analfabetismo entre los niños que vivían en el campo
Un total de 50 maestros participaron en este servicio de forma totalmente voluntaria
Un total de 50 maestros participaron en este servicio de forma totalmente voluntaria
RAQUEL FERNÁNDEZ / RTVE CASTILLA-LA MANCHA

El maestro Luis Moreno fue el precursor de este programa de maestros motorizados, que cumpliría setenta años este 2025 . También fue colaborador en algunas publicaciones de la prensa regional y nacional, y diputado provincial por el denominado Tercio Familiar en los años cincuenta. En aquella época, propuso al entonces presidente de la Diputación provincial de Toledo, Tomas Rodríguez Bolonio, crear este servicio dentro de un Plan Nacional de Alfabetización. Finalmente se puso en marcha la experiencia, única en toda España, con presupuesto del Ministerio de Educación y de la propia Diputación.

Aula de escuela rural: profesor en traje explica geometría en pizarra con figuras geométricas; alumnos atentos.

Maestro impartiendo clase en una de las escuela de finca o de temporada

Escuelas de finca o de temporada

Durante algo más de diez años, periodo en que estuvo vigente este servicio, se llegaron a crear más de setenta escuelas en fincas o en instalaciones ferroviarias, como en las localidades de Bargas, Almonacid o Los Yébenes. El historiador Francisco García Martín lo explica en uno de sus libros, centrado en este programa educativo de ámbito rural. Aclara que estas escuelas no llegaron a funcionar todas al mismo tiempo, pero “se creaban en lugares donde, según la normativa, debía haber un mínimo de seis alumnos que necesitaran recibir enseñanza”.

El requisito mínimo eran seis niños con necesidades educativas

Eran niños de diferentes edades y distinto nivel educativo. Muchos ayudaban a sus familias en tareas domésticas y al estar en el campo, trabajaban como aprendices en actividades agrícolas o con el ganado. En aquellos años había trashumancia y recolección de cosechas. Por eso, además de “rurales”, también se las llamaba “escuelas de finca” o “de temporada”.

Grupo de niños, vestidos con ropa de los años 50-60, posan junto a una motocicleta clásica (matrícula SG 3474) en una calle empedrada.

Grupo de alumnos junto a la moto de su maestro

Arzobispo bendice motocicletas ante hombres en traje.  Caja con inscripción

Arzobispo bendiciendo las motocicletas de los maestros rurales

En moto o en bicicleta

En total, participaron cincuenta maestros de forma totalmente voluntaria. Se desplazaban en moto, en bicicleta o en coche, quienes se lo podían permitir. “La Diputación provincial les facilitaba una moto si no la tenían y les sufragaba los gastos de carburante”.

La Diputación provincial les facilitaba moto y les sufragaba gastos de carburante

Además, se les hacía entrega de una pizarra, un mapa, una bandera y una maleta. “Esa maleta contenía cuadernos, cartillas y material escolar que los docentes adaptaban a cada alumno”. También se colocaba una placa de cerámica con el número identificativo de cada escuela en la puerta del edificio adaptado para ese fin.

Grupo de niños posando ante una escuela rural de una planta en Toledo.  Placa cerámica con el número 23 visible sobre la puerta.  Imagen en blanco y negro.

Alumnos delante de una escuela rural motorizada con la placa que las numeraba

Francisco García apunta, como curiosidad, que este programa de enseñanza motorizada estaba prácticamente reservado a los hombres. Las maestras no podían conducir una moto solas porque estaba mal visto en esa época. “Solamente en algunas ocasiones, las maestras podían enseñar en estas escuelas, bien porque podían desplazarse hasta ellas en transporte público o porque su padre, marido o algún hermano las trasladaban en coche”.

Cuaderno escolar con dibujos de carabela, jirafa, medusa y patos, acompañados de textos manuscritos sobre Colón, animales vertebrados e invertebrados y aves. Se aprecian las cruces de Castilla en las velas de la carabela.

Cuaderno escolar de un alumno de las escuelas rurales motorizadas

Un experiencia única a nivel nacional

Según se recoge en los textos documentados sobre este servicio educativo, la pretensión era exportarlo a más lugares, pero finalmente no llegó a replicarse en el resto de España. Se convirtió en una experiencia única de la provincia de Toledo que se desarrolló de forma exclusiva entre 1955 y finales de los años sesenta. "Su desaparición estuvo motivada por la coincidencia de varios acontecimientos sociales, como la mecanización del campo y la migración a las ciudades". En ese momento, se produjo una primera gran migración a las grandes urbes. Se vaciaron las tierras de cultivo de prácticamente toda la meseta.

La mecanización del campo y la migración a las ciudades motivaron la desaparición de este servicio

Además, paralelamente tuvo lugar la escolarización universal, entonces de la EGB, “y con ello, el transporte escolar, los colegios de concentración y las universidades laborales permitieron que parte de ese alumnado se fuera concentrando en los núcleos urbanos”.

Croquis manual de ruta escolar en Castilla-La Mancha, indicando casas con número de niños y carreteras principales.  El mapa, titulado

Croquis diseñado por uno de los maestros rurales motorizados para acceder a su escuela

La última "escuela de finca" cerró en 1968 en el municipio de Valdeverdeja. Durante una década, este modelo logró acercar la educación a miles de niños abocados al analfabetismo.