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Elecciones europeas 2024

Una pandemia, una guerra y una extrema derecha al alza: así ha cambiado la UE desde las elecciones de 2019

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Así ha cambiado la UE desde las elecciones de 2019
Banderas de la Unión Europea ondean frente a la sede de la Comisión Europea en Bruselas REUTERS/Johanna Geron

“Hemos heredado un tesoro, un continente en paz, con derechos, libertades, mercado único, oportunidades económicas sin precedentes. Nuestro deber es preservar este tesoro. Europa es algo que todos tenemos que construir, ladrillo a ladrillo, día a día”.

Con esas palabras inició en 2020 su mandato como presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen. Lo que no sabía es que tan solo unos meses después la Unión Europea se enfrentaría a una emergencia sanitaria con competencias limitadas de las instituciones europeas en materia de salud, ni que dos años después la guerra volvería a Europa con la invasión rusa de Ucrania.

Desde que se celebraron las últimas elecciones europeas en mayo de 2019, el continente ha tenido que gestionar algunos de sus mayores retos, desde la pandemia del coronavirus hasta hacer frente a fenómenos meteorológicos extremos como consecuencia del cambio climático, responder a la guerra en Ucrania o buscar soluciones para la peor crisis energética en décadas.

Tras los comicios europeos celebrados en 2019, la UE estableció una serie de prioridades, pero éstas han ido cambiando a lo largo de estos cinco años.

“Ha sido un entorno muy particular de prolongación de crisis. La crisis del COVID, la energética como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, la crisis de seguridad y la crisis económica que se ha generado por ello”, enumera el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, José Manuel Sáenz Rotko.

“Han pasado cosas impredecibles que han reajustado la agenda de trabajo de la Comisión y aquello que se planteó en 2019 y que podría haber sido llevado a cabo en unas circunstancias normalizadas, no ha podido ser”, añade.

Éxitos y fracasos desde 2019

Al asumir el cargo, Von der Leyen estableció seis prioridades políticas para su mandato: transformar la Unión Europea en una economía moderna, competitiva y eficiente en el uso de los recursos con el Pacto Verde Europeo; fortalecer la voz de la UE en el escenario mundial mejorando su posición; adoptar la transformación digital invirtiendo en empresas, investigación e innovación; robustecer la economía del bloque garantizando puestos de trabajo y reduciendo desigualdades; defender los derechos fundamentales y, por último, consolidar los procesos democráticos de Europa.

Entre los éxitos que ha logrado este Ejecutivo desde las últimas elecciones está la gestión de la pandemia. La Comisión logró hasta 4.600 millones de dosis de vacunas y creó el Plan Europeo de Recuperación Económica conocido como Next Generation EU, un presupuesto extraordinario de 750.000 millones de euros que se ha destinado en su mayoría a gastos orientados al futuro, como la transición energética, la innovación y la tecnología digital.

Además, los países de la UE han coordinado con cierta cohesión su respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Al mismo tiempo que Moscú lanzaba su ataque contra su país vecino, el Kremlin empleó la energía para chantajear al bloque comunitario causando una crisis energética en Europa. Y Bruselas hizo historia al activar por primera vez el envío de armas a un país en guerra.

“La Unión Europea ha sabido responder bien a los retos que tenía. Ha sabido mantener la unidad ante retos para los que la UE no tenía muchas competencias. Incluso ha avanzado en la integración de los fondos Next Generation, que ha sido, sin duda, un paso adelante con la emisión de deuda conjunta”, indica la investigadora del Real Instituto Elcano, Raquel García. “Además ha conseguido aumentar la confianza de los ciudadanos en la Unión Europea con la respuesta a la pandemia”, subraya.

La investigadora sénior del Consejo Europeo de Relaciones Exterioers (ECFR), Susi Dennison, coincide en que el mayor éxito del bloque comunitario en los últimos cinco años ha sido lidiar con diferentes crisis. 

“Con la llegada del coronavirus vimos a la UE pasar de una posición de falta de unidad completa al principio de la crisis a una respuesta conjunta relativamente rápida (...). También hubo unidad en la respuesta a la guerra en Ucrania, donde se han dado grandes pasos adelante en lo que se refiere a la capacidad de reunir ayuda militar y dar una respuesta conjunta con un paquete de sanciones a Rusia”, añade.

Por otro lado, según García, con los diferentes acontecimientos que salpicaron la legislatura, la Comisión no ha logrado cumplir todas las promesas que hizo tras las elecciones de 2019.

“En cuanto a la ambición en agenda verde se ha hecho un gran esfuerzo regulatorio, pero al final del ciclo vemos cómo ha habido un retroceso en toda su ambición. El Pacto Verde se marcaba al principio del ciclo. En términos de participación ciudadana ha quedado bastante deslucido”, opina.

Para Sáenz Rotko, en estos cinco años no ha habido grandes éxitos porque “hemos estado en un modo de gestión de crisis permanente”. “Se ha evidenciado que si no modificamos los mecanismos de la Unión Europea, entre ellos los mecanismos de toma de decisiones, cada vez somos menos competitivos”, comenta el profesor. “Hemos regulado en transición ecológica, en inteligencia artificial, pero no lideramos el cambio tecnológico en inteligencia artificial. Nos estamos quedando atrás”, señala.

Una mayor inversión en seguridad y defensa por la invasión rusa de Ucrania

La invasión rusa de Ucrania ha dejado al descubierto los desafíos a los que debe hacer frente la industria de defensa europea y ante los nuevos retos de seguridad, los Estados miembros se han comprometido a gastar más en defensa para proteger más a sus ciudadanos.

En 2023 el Consejo Europeo adoptó un reglamento por el que se establece un instrumento para reforzar la industria de defensa europea a través de la contratación común y un reglamento sobre el apoyo a la producción de municiones.

Además, la Comisión ha desarrollado una Estrategia Industrial Europea de Defensa para aportar un enfoque estratégico.

“Es evidente que se ha reforzado el peso en todo lo que tiene que ver con la seguridad y la defensa. Se ha puesto en el centro de la agenda y no lo estaba al principio del actual ciclo institucional europeo”, comenta García, quien no cree que ese foco implique de forma directa que “todos piensen que todo tiene que pasar por una mayor autonomía estratégica europea”. “Hay Estados que sí que apuestan por eso, pero otros priorizan el paraguas de la OTAN frente a uno europeo”, añade.

Por su parte, Sáenz Rotko afirma que en los últimos cinco años “se ha deteriorado la capacidad que tenemos en Europa de garantizar a nuestros ciudadanos vivir en un entorno seguro”. “Rusia nos pone a prueba, nos estamos tomando en serio esa amenaza, pero las respuestas son nacionales”, afirma.

“No hay duda de que los gobiernos de los países miembros son conscientes de que hay una amenaza real y, por ello, van dando pasos. Pero no son en la línea de reforzar la política de seguridad común, sino propuestas en el marco de sus posibilidades”, recalca.

La ampliación, de nuevo en el centro de la agenda

Desde que se fundó la Unión Europea se han llevado a cabo siete ampliaciones. La última de ellas fue en 2013, cuando Croacia comenzó a formar parte del bloque comunitario.

La guerra en Ucrania ha hecho resurgir la ambición estancada durante años de aceptar a nuevos miembros en la UE.

Los países miembros que alguna vez fueron escépticos de la ampliación ahora coinciden en que es hora de empezar a pensar en abrir las puertas del club a aspirantes como Moldavia, Ucrania y los Estados de los Balcanes Occidentales.

“Quienes toman las decisiones entienden que es una necesidad geopolítica. Ya no es una decisión que tengamos que tomar por el bien de los países que formarían parte de esa ampliación. Sería una decisión que se tomaría por el futuro del proyecto europeo”, comenta Dennison, quien añade que en la ciudadanía europea “hay mucha mayor disposición hacia la ampliación hacia Ucrania que hacia otros países candidatos por simpatía a cómo lo están pasando por la guerra”.

Entre los países candidatos se encuentran Albania, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia, además de Georgia, Moldavia y Ucrania. El último candidato, que se halla en una categoría propia, sería Turquía, cuyo proceso de adhesión lleva estancado desde 2018.

“Hemos vuelto a activar un poco nuestra relación con Turquía. El entorno geopolítico nos lleva a ser conscientes de que debemos sumar otros socios importantes a nuestro proyecto”, afirma el profesor de la Universidad Pontificia Comillas.

En cuanto a la situación de los países de los Balcanes Occidentales, Sáenz Rotko advierte de que “tenemos en nuestras fronteras naciones que queremos que sean europeas, pero no somos los únicos que pujamos por ellos”, en alusión a la reciente visita del presidente chino, Xi Jinping, a Serbia.

La extrema derecha, sin frenos

Desde las últimas elecciones europeas en 2019, la extrema derecha ha ido acaparando espacio en los diferentes países de la Unión Europea. El apoyo a partidos conservadores y de extrema derecha parece crecer de manera continua en naciones como Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y, más recientemente, Países Bajos.

Las encuestas muestran que la derecha nacionalista y la extrema derecha podrían llegar a obtener en los próximos comicios hasta una cuarta parte de los escaños del Parlamento Europeo, algo que podría influir en gran medida en las futuras políticas europeas. En tal caso podrían incluso bloquear o revocar importantes normas en los ámbitos ecológico y climático.

Pero no se trata únicamente de escaños en el Parlamento Europeo, ya que en el Consejo Europeo, formado por los jefes de Gobierno y Estado de los países miembros y encargado de señalar la dirección política del bloque, ya están la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el húngaro, Viktor Orbán, y su aliado populista eslovaco, Robert Fico.

“En 2019 estábamos hablando de la posibilidad de la subida de la extrema derecha y de la idea de que hubiera europeos amenazando a la UE desde dentro. Creo que es una realidad. Hemos visto la normalización de la extrema derecha y de la extrema izquierda anti-europea, creciendo la voluntad de los partidos moderados de no presentar alternativas a este movimiento de extrema derecha europeo y de colaborar con ellos en cuestiones como la inmigración”, señala Dennison, quien opina que es “bastante preocupante ahora que nos acercamos a las próximas elecciones”.