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Chile vota cambiar la Constitución en un segundo intento marcado por el desinterés de la población

  • Las principales críticas de organizaciones ecologistas y feministas aluden a los derechos sociales
  • "Se abre la puerta a la discusión de que hay vida desde la concepción”, explica Andrea Bluck, presidenta de ABOFEM

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Cinco Continentes - Entrevista a la expresidenta de Chile Michelle Bachelet

En la segunda oportunidad para dejar de lado la Carta Magna de Pinochet, la izquierda y la derecha chilenas van a votar lo que nunca quisieron. Desde hace años, el sector progresista se ha abanderado del cambio constitucional para acabar así con la ley de leyes del dictador, mientras que los más conservadores han defendido su vigencia. Sin embargo, este domingo, el ultraderechista Partido Republicano, liderado por José Antonio Kast, va a votar “a favor” junto a la coalición de la derecha tradicional Chile Vamos. Y los grupos de centroizquierda Socialismo Democrático, así como el Frente Amplio, donde se encuentra el partido del presidente Gabriel Boric, van por el “en contra”.

Los expresidentes chilenos también han tomado posiciones claras: Ricardo Lagos, el primer socialista que llegó a La Moneda después de Salvador Allende y quien llevó a cabo, en 2005, una de las mayores reformas de la Constitución de Pinochet, rechaza este proyecto. Por su parte, el conservador Sebastián Piñera ya ha dejado claro que va a votar que sí. Cree que se trata de un texto “infinitamente mejor” que la Carta Magna actual. Durante el gobierno de Piñera tuvo lugar el estallido social, las multitudinarias protestas de 2019 en las que la población chilena pedía cambios. Lo que empezó como una revuelta estudiantil por la subida de los precios del billete de metro acabó reuniendo hasta a 1,2 millones de personas en las calles de la capital, Santiago de Chile, con epicentro en Plaza Italia. Fue el origen, por cierto, de este deseo social por cambiar la Constitución.

Además, la expresidenta socialista Michelle Bachelet, que fue posteriormente Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, habla, directamente, de que la propuesta no une el país.

Para encontrar el punto de inflexión, el motivo por el que la izquierda y la derecha votan de forma aparentemente contradictoria, hay que remontarse a mayo de este año. Tras el fracaso del primer referéndum en septiembre de 2022, con un 61,8% de los votos en contra del borrador escrito por una convención de izquierdas, la ultraderecha arrasa en 2023 en las elecciones para designar a los miembros del Consejo Constituyente, el órgano que ha sido encargado de redactar la propuesta que se vota ahora. De modo que la extrema derecha y la derecha se hicieron, contra todo pronóstico, con la mayoría absoluta y, en la toma de decisiones, no han tenido por qué pactar con la izquierda.

Gana el “en contra”

El resultado ha sido un texto que no convence a gran parte de la población. Según las encuestas de hace dos semanas, las últimas publicadas, casi la mitad de la población va a decir que 'no' al cambio de Constitución.

Gabriel Negretto, politólogo chileno y experto en reforma política y cambio constitucional, explica a Radio Nacional que se trata de una propuesta que mantiene los rasgos centrales de la anterior, de 1980. De hecho, asegura que “está en las antípodas de la propuesta del año pasado, de carácter más progresista".

"Fortalece aún más los poderes del presidente y trata de reducir la fragmentación partidaria", asegura Negretto

El politólogo chileno afirma que, en materia de derechos sociales, donde se esperaba una mayor innovación, no hay grandes cambios. “No establece las pautas para un modelo público en materia de educación o salud, el sistema de pensiones sigue siendo privado y se refuerza aún más el derecho de la propiedad”, cuenta Negretto, quien añade que “se limita el derecho a la huelga, no tiene mención alguna a los pueblos originarios y sí ciertos elementos controvertidos, como el derecho a la vida ya que puede permitir en un futuro cuestionar las 3 causales de aborto”.

Desde 2017, la interrupción del embarazo solo se permite en la república en casos de violación, inviavilidad del feto o riesgo de vida de la madre o persona gestante. Andrea Bluck, presidenta de la asociación Abogadas Feministas (ABOFEM), explica a Radio Nacional que la propuesta “reconoce como niños a todo menor de 18 años y no reconoce desde cuándo, así que se abre la puerta a la discusión de que hay vida desde la concepción”. ABOFEM cree que “se reducen los derechos de las mujeres y no asegura una vida libre de violencia, ni en igualdad de condiciones que los hombres porque, entre otras cosas, tampoco hay paridad de género ni igualdad salarial”.

"Establece o reconoce la objeción de conciencia, no solo personal, también institucional", cuenta Bluck

Organizaciones de Derechos Humanos, economistas, el movimiento feminista o la mayoría del pueblo originario o indígena mapuche va a votar que no. Las principales críticas aluden a los derechos sociales, por lo que se clamaba en aquellas protestas hace cuatro años.

Fatiga constitucional

A pesar de las voces en contra y a favor, este plebiscito va a estar marcado, según las encuestas, por el desinterés de la población chilena. Es la segunda vez que se vota en menos de cuatro años para cambiar la Constitución e “incluso antes de que se redactara este texto que se vota el domingo había una inclinación para votar en contra”, explica Gabriel Negretto, experto en reforma constitucional y politólogo chileno.

Sin embargo, la ciudadanía debe votar de forma obligatoria y quince millones de chilenos están llamados a decidir. Ya en las elecciones de mayo de este año, cuando se elegían a los miembros encargados de escribir la propuesta, se vio poco interés por este proceso y la desgana se tradujo en un 20% de votos nulos o en blanco.

En caso de que no salga adelante, el presidente de Chile, Gabriel Boric, ya ha anunciado que “durante su gobierno no se va a llevar a cabo un nuevo intento” a pesar de que cambiar la Constitución fue una de sus promesas electorales cuando se hizo con la presidencia, en diciembre de 2021, tras recibir el apoyo del 60%, el mayor número en la historia de la república.