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Abusos en la Iglesia

"Se me acabó la anestesia": cuando despertar de la pesadilla de los abusos se convierte en un punto y seguido

  • Los triggers son los detonantes emocionales que funcionan de estímulo para conectar con la realidad de lo sucedido
  • La disociación es el mecanismo del cerebro para silenciar las experiencias que no se pueden afrontar en ese momento

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Un hombre en terapia con su psicólogo.
"La Iglesia ha avanzado mucho en proyectos de prevención, pero aún poco en acompañamiento y reparación",

¿Cómo es posible que una persona tarde 38 años en darse cuenta de que ha sido abusado sexualmente? Los psicólogos responden con absoluta contundencia: “es una estrategia disociativa”.

La psicóloga, profesora de Victimología y directora del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (GReVIA) del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona, Noemí Pereda, explica a RTVE que estas estrategias “son un mecanismo que tiene el cerebro humano para apartar del pensamiento cotidiano aquellas experiencias que no se pueden comprender y para las que la persona no tiene suficientes recursos como para afrontarlas en ese momento”.

Poli Díaz, el sacerdote salmantino víctima de abusos sexuales, lo explicaba diciendo que era algo parecido a como si lo hubieras visto en una película. “No es tuyo. Es de fuera. Lo conoces, pero no lo haces tuyo. Porque si no, el trauma es tan fuerte que no puedes vivir”.

La víctima, por múltiples motivos como: la falta de apoyo, el seguir en contacto con el abusador... sigue disociada hasta que un estímulo la hace conectar

Y aunque hayan pasado casi cuatro décadas, a la profesora de Victimología no le resulta raro y nos aclara que “la víctima, por múltiples motivos como: la falta de apoyo, el seguir en contacto con el abusador, u otros, sigue disociada hasta que un estímulo la hace conectar”.

¿Pero cuáles son esos estímulos que conectan las emociones con la razón después de tanto tiempo? La respuesta, en esta ocasión, viene dada por un término inglés: triggers. Se podría traducir como “detonante emocional”. Poli Díaz se refería a su trigger, a su detonante emocional, con una expresión sanitaria: "Se me acabó la anestesia".

"Logré disociarlo, te permite sobrevivir a un trauma"

Los trigger o detonantes pueden ser cualquier cosa en cualquier momento

“Este estímulo puede ser un anuncio en la televisión, la publicación de un informe sobre el tema, el nacimiento de un hijo, saber que el abusador va a estar en contacto con nuevos niños…”, enumera Noemí Pereda, sin conocer el caso concreto de este sacerdote al que, en efecto, esto es lo que le pasó casi punto por punto.

Poli Díaz no dejaba de ver y oír en los medios la exigencia del Gobierno a los obispos españoles para que tomaran cartas en el asunto de los abusos sexuales, también estaba leyendo el informe de un joven de su parroquia que había sido víctima de abusos sexuales y, al mismo tiempo, escuchó el testimonio del novelista Alejandro Palomas sobre este asunto mientras acompañaba a su obispo en la visita ad límina al papa Francisco en Roma junto al resto de obispos de la Conferencia Episcopal Española.

La directora del GReVIA de la Universidad de Barcelona, Noemí Pereda, apunta que "en el caso de los abusos en la Iglesia se añade una consecuencia específica que es el daño espiritual. Los abusadores usaron sus creencias religiosas para hacerles creer que lo que hacían era bueno, un designio de Dios o que iban a ser castigados si no accedían a ello". El cura víctima de los abusos de otro cura lo explica con total claridad cuando dice que estaba convencido de que "Dios me ha elegido para una tarea grande, la de salvar a este hombre".

"Una sexualización progresiva"

Otras personas con amplia experiencia en acompañamiento y acogida de víctimas en el ámbito religioso aseguran que se trata de "una sexualización progresiva en la que se aprovechan de la condición eclesiástica y de la situación institucional que les protege". Algo que se ajusta al caso de Poli Díaz, abusado por el párroco de su pueblo y que siguió después cuando el abusador fue nombrado formador suyo en el seminario mayor.

Luis Alfonso Zamorano es máster en psicología, doctorado en acompañamiento psicoespiritual y autor del libro 'Ya no te llamarán abandonada', sobre los supervivientes de abusos sexuales en la iglesia chilena, que causaron un terremoto eclesial en el país andino. Zamorano ha seguido muy de cerca el caso de Poli Díaz y asegura a RTVE, desde Roma, que le preocupa "la omisión, la inacción, el abuso de autoridad lavándose las manos en un caso tan evidente". Y da un paso más: "Le he ofrecido justicia restaurativa a Retana (obispo de Salamanca). Le he escrito dos veces y en una ocasión se la he ofrecido verbalmente y sólo recibo silencio".

Antonio Carrón es doctor en Filosofía, profesor de la Universidad Gregoriana de Roma y, desde 2018, presidente de la Comisión interdisciplinar de Protección de Menores de la Orden de Agustinos Recoletos. Desde Colombia nos confirma que "la Iglesia ha avanzado mucho en proyectos de prevención, pero aún poco en acompañamiento y reparación".

Un tema que no es menor debido a que, como recuerda la experta de la Universidad de Barcelona, Noemí Pereda, “la justicia restaurativa es, en la mayoría de casos, la única forma de justicia a la que pueden acceder estas víctimas, ya que muchas veces los delitos han prescrito". Como en el caso de Poli.