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Análisis

La muerte de Nahel aviva la brecha del extrarradio francés frente al auge de la extrema derecha: "Algo está fallando"

  • El auge de la extrema derecha hace crecer la reivindicación de la identidad francesa, el racismo y la polarización social

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Un hombre en un scooter mira los vehículos de la policía antidisturbios francesa durante una manifestación en Marsella
Un hombre en un scooter mira los vehículos de la policía antidisturbios francesa durante una manifestación en Marsella

No es la primera vez. La violencia y las riñas tumultuarias no son nuevas en los suburbios de París, tampoco los muertos y los heridos a manos de las fuerzas del orden. La muerte de Nahel por un disparo en un control policial el pasado 27 de junio ha reavivado la memoria de lo ocurrido en 2005, cuando otros dos adolescentes murieron electrocutados en la periferia parisina. Las llamas han convertido en día las noches de los 'banlieues'.

"La única diferencia es que esta vez ha habido imágenes muy claras y muy conmovedoras", explica a RTVE.es Fatima Ouassak, activista antirracista, escritora y cofundadora de la organización Frente de Madres, una ONG que lucha contra la discriminación y la violencia contra los niños en barrios obreros. "Se ve claramente cómo muere por una bala en el pecho", dice, sobre la muerte de Nahel. Detrás de su voz se escucha el sonido de sirenas de ambulancias o de vehículos policiales.

El disparo se produjo en el momento en que el coche aceleraba, pese a no darse una amenaza directa la integridad de los policías. La Justicia ha abierto dos investigaciones: una por homicidio voluntario cometido por la autoridad pública y otra por el comportamiento del joven por saltarse un control policial. La segunda ha provocado indignación de la familia, cuya abogada ha recordado que en Francia no se puede juzgar a un muerto.

Las protestas de la última semana en el extrarradio de la capital y en otras ciudades francesas se han producido tras meses de manifestaciones en Francia. El descontento social, que ha marcado la legislatura de Emmanuel Macron, arrancó con los 'chalecos amarillos' y posteriormente vino la oposición por la reforma de las pensiones que, pese a las multitudinarias movilizaciones, salió adelante. "La policía ha mantenido el pulso contra los manifestantes. La sociedad vive agotada y el estallido se ha trasladado a la periferia", asegura la periodista parisina Maïlys Khider. Se respira un sentimiento de derrota general, que ha salpicado a la población que vive en los márgenes.

"Las protestas en París han demostrado al pueblo blanco mayoritario francés que la policía es responsable de abusos, que antes parecían comprensibles al tratarse de personas racializadas", coincide Moussa Bourekba, investigador principal del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). Es innegable el telón de fondo marcado por la pobreza extrema, la discriminación, la exclusión social y el racismo. Casi la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, que difumina cualquier esperanza de salir del extrarradio de estos barrios que se crearon en los años 60 para concentrar a la población obrera. En su mayoría, personas de origen africano que proceden de excolonias francesas como Argelia, Marruecos, Túnez o Senegal.

"Los agentes estuvieron días y días en nuestras escuelas para hacer ver su presencia y para que los jóvenes enfurecidos no dañasen instalaciones públicas", narra Aymeric Duvoisin, director de gabinete de la Alcaldía de Grigny, uno de los municipios afectados por los enfrentamientos. "En estas localidades la situación empeoró con la crisis del Covid-19, y recientemente con la subida vertiginosa del precio de la energía o el alquiler, que sigue siendo una carga importante mientras los salarios no aumentan", añade. La vida es dura. Duvoisin asegura que en su municipio "el 50% de los trabajadores son pobres".

Los agentes estuvieron días y días en nuestras escuelas para hacer ver su presencia y para que los jóvenes enfurecidos no dañasen las instalaciones públicas

El martes, Macron recibió a más de 250 alcaldes de la periferia y anunció una ley de emergencia para acelerar la reconstrucción. "El problema no es reconstruir", replica Duvoisin. "Con Macron hicimos una terapia de grupo porque hemos hablado mucho, pero no ha salido nada realmente concreto", añade. Las autoridades locales exigen que se les trate como los demás municipios y necesitan convencer al Gobierno de que "no necesitamos un régimen en particular".

La muerte de Nahel vuelve a abrir las heridas, el debate sobre el sistema migratorio francés y el sentir de una parte de la cuarta generación de migrantes nacidos en Francia. ¿Es solo una cuestión de pobreza? ¿La identidad vs. racismo? ¿Son heridas ancladas a un pasado colonial? ¿Cómo retroalimenta a los discursos populistas y a la ultraderecha?

El acoso policial: "La carga la soporta la familia"

La Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha señalado a Francia, en sus últimos informes internacionales, sobre las actitudes racistas de las autoridades. El color de piel o el nombre pesa también sobre aquellos que han nacido en Francia. "Son ciudadanos franceses que han ido a la escuela republicana que supuestamente no distingue de razas, religiones y, sin embargo, cuando salen de las aulas se dan cuenta del racismo", explica el investigador del CIDOB.

"Las personas blancas no gozan de ninguna sospecha, la sociedad francesa se está enterando de que nuestra policía tiene un problema y esta es la única esperanza que hay", argumenta el investigador. Es necesario tener en cuenta la ley sobre el uso de armas de fuego en el estamento policial tras los atentados yihadistas en 2015. En 2017 entró en vigor el artículo 435-1 del Código Penal, que permite a los agentes la utilización de las armas ante escenarios como el de Nahel.

La rabia se alimenta al ver que se puede morir en una "situación tan sencilla". Además, a esto hay que añadirle "la respuesta del Estado", dice Khider. "Estamos acostumbrados a que no se sanciona a los policías por esos hechos", añade. En esta ocasión se ha arrestado a 3.500 personas, en su inmensa mayoría, muy jóvenes, alrededor de un tercio son menores de edad.

La identidad en los márgenes

"No necesitábamos contar a nuestros hijos lo ocurrido", asegura Ouassak. "Sabían lo que había pasado por la escuela y nosotras les explicamos que sus padres y madres nos estamos organizando para protegerlos", añade. La carga de lo que ha ocurrido, apunta la activista, no la soportan los jóvenes, más bien los padres y especialmente las madres.

El Estado francés se ha construido sobre principios de la fraternidad, igualdad y libertad, pero algunos se preguntan cómo encaja en el escenario actual. "No puede ser que cualquier mirada que cuestione la realidad haga tambalear estos principios", explica Elisa Brei, profesora de Sociología en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). La socióloga analiza el contexto francés desde una doble dimensión: una objetiva que tiene que ver con todo lo que rodea a estos jóvenes y otra subjetiva que tiene que ver con la identidad y el sentimiento de pertenencia. En esto "algo está fallando" después de varias generaciones de origen migrante que no se sienten franceses.

"¿Cómo se puede criar a los niños en un país en el que no solo se mata a críos con una bala en el pecho?", se pregunta Ouassak. "Realmente es una cuestión colonial, de superioridad racial y que no se les ve como seres iguales. Se les considera inferiores", denuncia. Se convencen de que no tienen nada que perder. "Se desarrolla una identidad muy primitiva, la identidad por existir. La propia existencia está en juego", matiza Brey.

La identidad como arma de la extrema derecha

La socióloga recuerda que los padres, aquella primera generación de migrantes que se instalaron en los suburbios de París, podían presumir "del orgullo de ser obreros, sin embargo, las actuales generaciones se han visto aisladas geográficamente". Estos suburbios, generalmente aislados, viven rodeados de la polución y el ruido del tráfico. Además, esa seña de identidad que tenían como obreros se fue perdiendo con la desindustrialización de la economía.

Desde el año 2000 se ha ido desarrollando una tensión geopolítica en torno al islam. "Si existe una crispación enorme se cristaliza en torno a este conflicto entre jóvenes, musulmanes o racializadas, de barrios vulnerables, hijos de inmigrantes, obreros", dice Brey, que habla de un "choque de civilizaciones".

Pero la identidad ha sido utilizada también, señalan los expertos, por los actores políticos que polarizan la sociedad. Ha sido un arma muy potente para fomentar el “dogmatismo republicano tan fuerte en Francia”, argumenta Brey. "El mito republicano francés, según el cual la República pone a los líderes políticos en una postura totalmente ciega en cuanto a prácticas discriminatorias que son sistémicas", coincide Bourekba.

El mito republicano francés, según el cual la República pone a los líderes políticos en una postura totalmente ciega en cuanto a prácticas discriminatorias que son sistémicas

La respuesta rápida de Macron

El auge de la extrema derecha hace que haya una reivindicación de la identidad francesa por parte de partidos como el Frente Nacional. Una encuesta de Odoxa para Le Figaro sitúa a Marine Le Pen como la política más valorada. Brey arguye que la propuesta que esta formación política hace de instaurar la posibilidad de portar armas de fuego es una muestra de que hay un miedo al otro y de que la identidad está siendo amenazada.

Por otro lado, el Gobierno ha respondido con que va a penalizar a las familias de los autores de los altercados. "Esto no ha pasado con las demás manifestaciones. No pueden responsabilizar a los padres y a las madres", denuncia la portavoz de la organización de padres y madres. "Es un castigo específico a la población no blanca", reitera.

El Gobierno calcula que los daños superan 1.000 millones de euros. "La reacción de Macron ha sido relativamente rápida y consistió en condenar lo ocurrido, si no fuera porque hubo un vídeo que demostraba claramente que la versión policial era una mentira…", asegura Moussa Bourekba. Quizás, reflexiona, ha utilizado estrategias y narrativas para exonerar al Estado y a la policía de sus responsabilidades. “Lo cierto también es que los crímenes policiales no empezaron con Emmanuel Macron, la brutalidad siempre ha existido con la izquierda o derecha al frente del ejecutivo”, sentencia.

Diferencias con el sistema migratorio británico

Cada vez que se produce agitación en las barriadas del extrarradio se pone el foco sobre el sistema migratorio francés. Una baza recurrente es compararlo con el sistema inglés. El francés es asimilacionista y el inglés es multiculturalista. "La asimilación ha conseguido la revuelta", critica la socióloga Elisa Brey especializada en esta materia.

La persona que llega tiene que adaptarse a los valores de la República. "La identidad ya está definida desde el Estado central, a los individuos no se les da la posibilidad de integrarse a través de sus comunidades", explica.

La identidad ya está definida desde el Estado central, a los individuos no se les da la posibilidad de integrarse a través de sus comunidades

En cambio, en Reino Unido, el sistema migratorio que predomina es el del fomento de la diversidad cultural. Valoran a las distintas comunidades, deduce la profesora de la UCM, como algo positivo que puede servir de puente entre la sociedad y el Estado. Finalmente, en el caso de España “no podemos hablar de un modelo único, más bien de un sistema mixto”, pues intervienen también las administraciones a nivel autonómico y local.