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Sanfermines

Los enigmas tras el vallado de los encierros de San Fermín 2023: por qué hay dos barreras y otras claves

  • La protección es doble desde 1941 a raíz de un suceso que ocurrió en los Sanfermines el 8 de julio de 1939
  • Las vallas se colocaron por primera vez en Pamplona en las fiestas de San Fermín en 1776

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San Fermín 2023: curiosidades del vallado de los encierros
Un mozo se sube al vallado en el primer encierro de los Sanfermines 2018 con toros de Puerto de San Lorenzo.

El vallado de los encierros de San Fermín es un elemento imprescindible en la fiesta: guía y protección para mozos y toros desde los corrales de Santo Domingo hasta la plaza de toros de Pamplona, pero también para el público a pie de calle. Es el refugio de profesionales- periodistas, sanitarios y policía- autorizados por el Ayuntamiento a permanecer entre las dos vallas para actuar en segundos ante una emergencia.

Los encierros tienen el mismo recorrido desde 1922, cuando la nueva ubicación de la plaza de toros, inaugurada un año antes, obligó a girar a la izquierda al finalizar la calle Estafeta, en lugar de hacerlo a la derecha como hasta entonces.

Las vallas se instalaron por primera vez en San Fermín en 1776, según la página web del Ayuntamiento de Pamplona, "como sustitución de las mantas que a modo de telón cerraban las bocacalles".

Ya es imposible imaginar unos encierros sin la seguridad de la barrera de postes, tablones y cuñas, y el comienzo de su instalación cada año, a principios de junio, se ha convertido en el simbólico último paso para las fiestas, ligado al último mes, el último peldaño de la "escalerica".

Por qué es doble el vallado de los encierros

"El vallado es doble por seguridad y porque con la cantidad de gente que hay en la calle sería muy difícil que pudieran salir los corredores y también está destinado a los servicios sanitarios, policía y los periodistas", explica a RTVE el encargado la empresa Hermanos Aldaz, Xabier Aldaz, instaladora de las vallas en la capital navarra desde 1992.

La barrera es doble desde 1941 a raíz de un suceso que ocurrió en los Sanfermines el 8 de julio de 1939, año en que se retomaron los encierros tras dos años de suspensión por la Guerra Civil: un toro embistió contra las tablas y logró romperlas. El astado de la ganadería salmantina de Sánchez Cobaleda, llamado Liebrero, logró salir al exterior del vallado en el último tramo del encierro.

De acuerdo con el relato, que recogen los blogs especializados en San Fermín del hotel pamplonés La Perla y sanfermines.net, el toro embistió al ser citado por un mozo desde el vallado previo al callejón, hizo un viraje en su marcha y arremetió, rompiendo la barrera en pedazos y quedando en libertad en plena calle "generando durante unos instantes una situación de verdadero pánico".

El toro cogió a una espectadora del encierro que resultó herida de gravedad y tuvo que ser abatido a balazos por la guardia civil junto a la puerta principal de la plaza de toros. Por eso, se decidió hacer el vallado doble, con un espacio de dos metros entre la primera y la segunda valla.

Cómo es el vallado y cómo se prepara

La madera que se utiliza para hacer la doble barrera de los Sanfermines es de pino silvestre, procedente de los bosques del valle del Roncal -norte de Navarra- por su resistencia y aguante frente a la intemperie y la podredumbre.

Mide unos 180 centímetros de altura y está formado por 900 postes, 2.700 tablones y 2.500 cuñas que se montan hasta el 6 de julio entre los Corrales del Gas y la plaza de toros. Hay, además, unas 70 puertas de diversos tamaños, que sirven de evacuación y cierre del recorrido.

Íñigo Aldaz, jefe de carpinteros de Hermanos Aldaz, ha señalado a Efe que "cada pieza va en su sitio, tanto tablones como postes y puertas están numerados de tal forma que cada pieza tiene que ir en su sitio y en su posición".

Las vallas se revisan antes de su instalación y se cambian las que están deterioradas, sobre todo los postes, que son los que más se estropean por la humedad, ya que se introducen en el suelo, dentro de cajetines de hormigón. "Hay postes que tendrán cuarenta años y otros diez", asegura Aldaz sobre la antigüedad de las piezas.

Alrededor de un 2% de todo este material hay que renovarlo anualmente porque la madera se va deteriorando; los elementos nuevos son de silvestre autóctono con certificado PEFC.

Montaje y desmontaje en las fiestas

El primer tramo en el que comienza el montaje de las vallas de forma simbólica cada año para seguir con la tradición previa a los Sanfermines, es el callejón de la plaza. La instalación podría hacerse más rápida con más operarios, puntualiza Aldaz, pero ya es una tradición hacerlo de esta manera progresiva hasta el inicio de las fiestas.

La cuesta de Santo Domingo, justo al inicio del encierro, y la emblemática calle de Estafeta son los únicos tramo de los 840 metros de recorrido en los que no se instala la valla y los edificios actúan como única barrera para toros y corredores de los encierros.

Entre 60 y 70 personas trabajan cada día durante las fiestas para retirar esos tramos del vallado cada día al final del encierro. La barrera durante esos días solo de las zonas de más tránsito -la plaza del Ayuntamiento, la plaza de Mercaderes y la curva de Telefónica- y se queda fijo hasta que terminan las fiestas en las zonas donde no interfiere con el tráfico peatonal.

"El mejor examen que tiene es la experiencia, que lleva puesto así desde hace cien años", agrega Aldaz, sobre la instalación que permite celebrar unos encierros seguros.