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Picasso "íntimo" a través del objetivo de amigos y familiares: "Era muy fotogénico y sus ojos tenían fuerza"

  • Una exposición muestra el archivo fotográfico del Museo Picasso de Barcelona

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Pablo Picasso, Paco Muñoz y el anticuario Affentranger en su negocio de Arlés, 1959.
Pablo Picasso, Paco Muñoz y el anticuario Affentranger en su negocio de Arlés, 1959.

Festival de Cannes, 1957. Picasso aparece de espaldas pero una nube de fotógrafos le rodea en corro y dispara sin tregua. La imagen es del fotoperiodista y amigo personal David Douglas Duncan. Delata un grado de celebridad extremo, equivalente a una estrella actual de Hollywood.

El artista fue retratado en infinidad de ocasiones. Una avalancha de curiosos peregrinaban a su residencia francesa de La Californie atraídos por su carisma. Una presión casi insostenible como relata en sus memorias Vida con Picasso, la pintora Françoise Gilot, una de sus parejas y madre de sus hijos Claude y Paloma.

Gilot describía que “los turistas iban primero a ver la Torre Eiffel y luego querían verlo a él. En primera fila los españoles, que quieren saludar al símbolo viviente”. Y de nuevo el aluvión de flashes.

Picasso en La Californie con un sol realizado con hoja de palmera comprado en la Feria de Ramos en la Rambla Catalunya de Barcelona, regalo del matrimonio Gili-Torra Canes, 1960 Jacqueline Roque. Museu Picasso, Barcelona. Fondo Gustau Gili y Anna Maria Torra.

Pero existe otra arista visual del genio, alejada de los focos públicos. La exposición Picasso en fotos se adentra en ella (Fernán Gómez. Centro cultural de la Villa, hasta el 28 de julio). Una muestra que abre la sección oficial de PhotoESPAÑA 2023 en el año del aniversario de su fallecimiento, y que "vacía" los fondos inéditos del archivo fotográfico del Museo Picasso de Barcelona.

Aquí los que fotografían son amigos, familiares, mecenas y profesionales que a la vez se incorporaron al círculo íntimo como Lucien Clerge o Duncan.

Salen a la superficie álbumes personales, documentos como los catálogos razonados de la experta Brigitte Lecrerc, fotolibros, bocetos para grabados y hasta reportajes de prensa. Un collage fusionado de vínculos, arte y fotografía.

Sabartés, mecenazgo y amistad inquebrantables

Si algo valoraba Picasso era la amistad pero quizás su vertiente más pura esté ejemplificada en su relación con el poeta y periodista Jaume Sabartés. Se conocieron en 1935 en su taller y ya nunca se separarían. “A partir de ese día mi vida hace su curso en el cauce de la suya, sin preguntarme cuanto ha de durar esta ilusión, porque nos hemos propuesto eternizarla”, alababa el amigo.

Se convirtió en su secretario personal y mano derecha insustituible. Fue el principal promotor del Museo Picasso de Barcelona, cuyo nacimiento está plasmado en la exposición. En 1960 abría sus puertas, Sabartés donó su colección y comprometió a Pablo Picasso a ensancharla en un futuro.

La apertura del museo monográfico, creado por expreso deseo del pintor, fue un pleno estallido en la España autárquica de Franco donde el arte contemporáneo aún resonaba a quimera. Un lazo eterno con la ciudad que vio asomar su explosión creativa y sus primeras amistades.

"Hay algo interesante y es que muestra el proceso de construcción del Museo Picasso de Barcelona y cómo él lo quiso. Una aventura del siglo pasado sobre la historia de España que se aclara gracias a la fotografía", señala Claude Bussac, directora de PhotoESPAÑA.

Lucien Clergue filmando a Pablo Picasso en el salón de Notre-Dame-de-Vie durante el rodaje de 'Picasso, guerre, amour et paix' Mougins, 1969 Lucien Clergue

Picasso se mantuvo firme en su promesa y el museo barcelonés continuó creciendo, ya que su serie de 58 obras sobre Las Meninas también pasaron a formar parte del catálogo.

Esta vez los “mediadores” principales fueron los galeristas Joan y Miquel Gaspar y sus respectivas esposas: Elvira Farreras y Ena Alba. Numerosas fotos en las que aparecen riendo, relajados y cómplices destacan su estrecha unión. Ellos fueron los que acompañaron a las pinturas en su traslado a Barcelona en un operativo delicado.

Ferreras recuerda el viaje con estas palabras: “Llegaron a Barcelona de milagro. El Gobierno francés no tuvo inconveniente porque estaba viviendo la tensión del mayo francés de 1968”.

Lucien Clergue, diario fotográfico de una vida

El gran fotógrafo francés Lucien Clergue y el malagueño se hicieron amigos de inmediato, les separaban 53 años de diferencia, pero mantenían una sintonía fluida.

Durante 20 años Clergue plasmó retazos de su vida “que era la mía, pero tenía ese don de ponerle a uno en pie de igualdad“ como afirmaba. En corridas de toros en el sur de Francia donde ambos vivían, y Picasso aprovechaba para hablar con los toreros españoles, o en pequeños actos espontáneos como pararse a conversar con un taxista en la calle.

Picasso y el taxista en el aeropuerto de Niza, 20 de agosto de 1965 Lucien Clergue

En 2016, el Museo Picasso de Barcelona adquirió el fondo de Lucien Clergue: casi 600 fotografías en blanco y negro a las sales de plata, todas ellas tirajes de la época.

“Le gustaba mucho el trabajo de mi padre. Hablaban de fotografía, de arte, de desnudos, de cómo hacer un cuadro. Veían las fotos a ver si funcionaban desde cualquier perspectiva”, recuerda a RTVE.es Anne Clergue, una de las hijas del fotógrafo.

“Picasso tenía una energía inagotable. Tengo mucha correspondencia entre mi padre y Jacqueline que escribía para él y había periodos de tiempo en los que decía que no se podía ir a visitarle. Cuando trabajaba no quería ver a nadie y era lo primero para él”.

Duncan y la aproximación íntima

El modo en que se conocieron el fotoperiodista norteamericano David Douglas Duncan y el artista se asemeja a una concatenación de casualidades. Robert Capa prometió a Duncan que le presentaría a Picasso pero murió a causa de la explosión de una mina en Indochina y la cita quedó en el aire.

El reportero de guerra, de paso por Cannes, se movió por una corazonada. Tiró de un contacto común y llegó hasta la mansión del autor. Su esposa Jacqueline le franqueó la entrada y le instó a guardar silencio.

Duncan relata como siguió el cable del teléfono para hallar a Picasso, al que encontró totalmente desnudo tomando un baño y al que fotografió saludando en una foto icónica.

A partir de aquí un patrón recurrente: el fotógrafo se incorpora al círculo estrecho y documenta su relación en imágenes privadas y tiernas hasta la muerte del pintor en 1973.

En las capturas, aparece enfrascado en su trabajo donde completaba cada dibujo en un solo trazo de pura maestría “que surgía vertiginosamente de su cráneo”, danzando descalzo y gozoso con Jacqueline, disfrazado de clown haciendo muecas o rebañando una raspa de pescado, tal era el grado de intimidad.

Una figura “próxima y humana” donde sobresale el magnetismo incandescente de su mirada sobre la que pivota la atracción.

“Picasso era muy fotogénico y destaca la fuerza de sus ojos que aparecen en muchas imágenes”, señala el director del Museo Picasso de Barcelona, Emmanuel Guigon, casi como si se refiriera a un ser mitológico. O quizás, lo fuera.