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Análisis

¿Qué está pasando en Sudán? Las claves del conflicto

  • El Ejército regular y las milicias de las FAR se enfrentan por cuotas de poder
  • El país está inmerso en una transición a la democracia desde el derrocamiento de Omar al Bashir en 2019

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La multitud anima a los soldados del Ejército regular sudanés en Port Sudan, en Sudán, el 16 de abril de 2023. Afp
La multitud anima a los soldados del Ejército regular sudanés en Port Sudan, en Sudán, el 16 de abril de 2023.

Los enfrentamientos armados en Sudán entre Ejército y el poderoso grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) han dejado hasta el momento decenas de muertos y miles de heridos.

Los combates, en los que participa incluso la aviación, tienen lugar sobre todo en la capital, Jartum, pero ya se han extendido a otras regiones del país, que podría sumirse en un conflicto general. Tanto los estados vecinos como las potencias regionales y mundiales, así como organizaciones internacionales, han pedido el cese de hostilidades.

Estas con las claves del conflicto.

Sudán, en transición permanente hacia la democracia

Las últimas tres décadas de la historia de Sudán han estado marcadas por un hombre: Omar al Bashir. Tras un golpe de Estado en 1989, Al Bashir instauró una dictadura con ideología islamista. Sudán fue tachado de promotor del terrorismo y sufrió el aislamiento internacional. En ese tiempo también, el Ejército se convirtió en la principal institución del país, con intereses en empresas y sectores económicos.

En diciembre de 2018, se desataron protestas ciudadanas contra Al Bashir en medio de una crisis por la alta inflación y el desabastecimiento de pan y otros productos básicos. El régimen reaccionó con la represión, que costó decenas de muertos, pero no consiguió acabar con el movimiento.

En abril de 2019, el Ejército finalmente decidió librarse de Al Bashir y le derrocó, comprometiéndose a ceder el poder en dos años.

En agosto de 2019 se llegó a un compromiso por el que los militares compartían el poder con civiles en el Consejo Soberano, que debía conducir al país a elecciones a finales de 2023.

Sin embargo, las tensiones entre militares y civiles aumentaron con el tiempo debido a dos factores. En primer lugar, los militares se oponían a colaborar con la Corte Penal Internacional para juzgar a Al Bashir por los crímenes de guerra cometidos en el conflicto de la región de Darfur en 2003-2008. En segundo lugar, los civiles exigían responsabilidades por las muertes de manifestantes pro-democracia.

Finalmente, en octubre de 2021, los militares dieron un golpe de Estado y disolvieron el gobierno transitorio. El primer ministro, Abdalá Hamdok, fue arrestado.

El pasado enero se reprodujeron las protestas en las calles para forzar a los militares a ceder el poder a los civiles.

Actualmente, militares y civiles negociaban un nuevo acuerdo político para una segunda transición. La firma de este acuerdo ha sido pospuesta en dos ocasiones este mes de abril, precisamente por las tensiones y rivalidades entre el Ejército y las FAR, y ahora está en peligro.

¿Quién se enfrenta? Ejército y paramilitares, de aliados a rivales

Las partes que combaten son las Fuerzas Armadas sudanesas, de un lado, y el grupo paramilitar llamado Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), de otro.

Las Fuerzas Armadas pueden movilizar a unos 205.000 soldados (según estimaciones de la web Global Firepower).

Al frente de los militares está el presidente del Consejo Soberano, Abdelfatah al Burhan. Considerado como el más moderado de los generales, Al Burham recibió en su día la aprobación de la oposición civil para encabezar el Consejo, aunque también ha sido criticado por el empleo excesivo de fuerza.

Las FAR, que según algunos análisis podría tener 100.000 miembros, están lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, que hasta ahora ocupaba el cargo vicepresidente del Consejo Soberano.

Las FAR nacieron de las milicias janjaweed, utilizadas por el gobierno de Al Bashir para reprimir la rebelión de Darfur en 2003-2008, y acusadas de cometer matanzas y violaciones masivas.

Durante los años en los que el régimen utilizó a la milicia de Hemedti, este fue ganando poder y participaciones económicas en la minería de oro, la ganadería y las infraestructuras, informa Reuters.

En 2017, Al Bashir legalizó la milicia como una fuerza paramilitar, pese al recelo del Ejército, y las FAR han participado incluso en el contingente sudanés enviado para apoyar a Arabia Saudí en la guerra de Yemen.

Los paramilitares participaron tanto en el derrocamiento de Al Bashir como en el golpe de 2021, aunque Hemedti se ha mostrado en los últimos meses partidario de la transición a un gobierno civil.

El tercer protagonista de la política sudanesa, las organizaciones civiles cuyo objetivo es que se celebren elecciones y que el país tenga algo parecido a una democracia, temen que los combates hagan descarrilar el proceso.

La alianza opositora Fuerzas de la Libertad y el Cambio (FLyC) ha urgido a los beligerantes a "detener los enfrentamientos militares de inmediato y regresar a la mesa de negociación", un llamamiento que hasta el momento ha caído en saco roto.

La FLYC culpan a los "remanentes del extinto régimen" de Al Bashir de encender la mecha de los enfrentamientos para "cosechar sus frutos".

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¿Por qué se enfrentan? Lucha por el reparto del poder y los beneficios

Las negociaciones para la transición a un gobierno civil incluyen la integración de las FAR en el Ejército. Pero las partes no se ponen de acuerdo en el cómo y en el cuándo.

"Los dos ejércitos, el regular y las FAR, tienen muchos recursos y privilegios, y la integración de los paramilitares suscitaba el miedo de perder esos privilegios", explicaba Jorge Naranjo, misionero comboniano español afincado en Jartum, al Canal 24 Horas de TVE.

La tensión entre ambos grupos de uniformados llegó a niveles máximos el pasado jueves, día 13 de abril, cuando el Ejército denunció que unidades de las FAR se habían desplegado en Jartum sin su consentimiento. Al día siguiente, acusó a los paramilitares de atacar varias de sus instalaciones.

Los combates abiertos se desencadenaron finalmente el sábado, cuando, según el Ejército, las FAR atacaron la residencia de Al Burhan y la comandancia general del Ejército, donde se tenía que llevar a cabo una reunión para aliviar la tensión.

A continuación, el Consejo Soberano declaró a las FAR como fuerza rebelde y se puso como objetivo su disolución.

El Ejército y los paramilitares se enfrentan por el poder en Sudán

Sudán en el contexto internacional

Varios países y organizaciones internacionales, incluyendo EE.UU. China, Rusia, Egipto, Arabia Saudí, la ONU, la UE y la Unión Africana, han pedido el cese inmediato de las hostilidades.

Los países de la Liga Árabe, preocupados por que una escalada en Sudán pueda desestabilizar la región, celebraron una reunión urgente a petición de Egipto y Arabia Saudí. Los vecinos Egipto y Sudán del Sur se han ofrecido a mediar.

El gobierno sudanés, sin embargo, ha rechazado cualquier "interferencia internacional".

La situación geográfica y los recursos naturales confieren a Sudán una importancia estratégica en África. Su territorio ocupa una importante porción del Este del continente, con numerosos vecinos y con acceso al mar Rojo y el Cuerno de África.

La parte oriental dispone del agua del Nilo, y el país produce oro (su principal exportación), productos agrícolas y petróleo.

Egipto y Emiratos Árabes Unidos han manifestado su interés en la política interna del país.

Rusia, por su parte, también espera consolidar una base en Sudán. Los militares sudaneses llegaron el pasado febrero a un preacuerdo con Moscú para construir una base marítima en Port Sudán.

Según el centro de análisis Carnegie Endowment for International Peace, el grupo de mercenarios Wagner, que actualmente lucha en Ucrania, está presente en Sudán desde 2017.