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De la devastación de Tokio en 1923 al terrible golpe a Haití en 2010: los terremotos más mortales de los últimos 100 años

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Una imagen de archivo en el palacio presidencial de Puerto Príncipe (Haití), seriamente dañado en el terremoto de 2010
Una imagen de archivo en el palacio presidencial de Puerto Príncipe (Haití), seriamente dañado en el terremoto de 2010.

Las cifra de muertes causadas por los fuertes terremotos en el sur de Turquía y el norte de Siria no deja de aumentar mientras los equipos de rescate trabajan entre los escombros. Tratan de frenar las consecuencias de la catástrofe que, no obstante, queda todavía lejos de los seísmos más mortales que se han registrado en el último siglo.

En 1976, en la ciudad china de Tangshan, un terremoto con una magnitud muy cercana a la de las sacudidas este lunes (7,5) dejó el mayor número de víctimas mortales en una catástrofe de este tipo en el último siglo: hasta 255.000 personas murieron, de acuerdo con los registros oficiales. Sin embargo, algunas estimaciones elevan ese balance hasta más de 650.000, según informa el Instituto Geográfico Nacional (IGN).

El escenario dantesco que dejó el derrumbamiento de minas, edificios y puentes en Tangshan se comparó en medios como El País o el New York Times con la devastación y sufrimiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

China ha sufrido otros cuatro de los seísmos más mortales de los siglos XX y XXI, en las regiones de Gansú (1920 y 1932), Xining (1927) y Sichuan (2008), con magnitudes del 7,6 al 8,6. En total, cerca de un millón de personas habrían muerto por estos cinco desastres naturales.

El "gran terremoto" de Japón y el devastador tsunami de Indonesia

La tierra tembló con una fuerza poco habitual también en diciembre de 2004. El terremoto de magnitud 9 en el océano Índico, cerca de isla indonesia de Sumatra, originó un devastador tsunami que mató al menos a 240.000 personas al inundar las costas de Indonesia, pero también Sri Lanka, Tailandia o la India. Las imágenes de aquella ola colosal y la destrucción que dejó a su paso marcaron al mundo que aún daba sus primeros pasos en el siglo XXI.

Porque las catástrofes impactan en las generaciones. Ocurrió también en 1923 en Japón. El conocido como "gran terremoto" de Kanto tembló con una magnitud de 7,8 y causó 143.000 muertes en la región. La capital, Tokio, y otras ciudades como Yakohama quedaron reducidas a escombros, en parte por la sacudida, pero especialmente por los incendios que se originaron. La experiencia de este desastre, entre otros, ha empujado a la sociedad japonesa a estar preparada en el caso de que se repitan fuertes seísmos, desde sus edificios a su población: "Hay un 70% de posibilidades de que un terremoto golpee directamente a Tokio en los próximos 30 años, ¿estás preparado?", reza el manual publicado por la administración tokiota.

El golpe a Haití en 2010

El poder de destrucción de un terremoto no solo depende de su fuerza, las condiciones materiales son determinantes. Así, el temblor de magnitud 7 que agitó Haití en 2010 derrumbó Puerto Príncipe, su capital, y se cobró la vida de más de 200.000 personas. Causó también una catástrofe humanitaria con más de un millón de afectados por la pérdida de su hogar y medio de vida. A día de hoy, el país más pobre de América Latina y el Caribe continúa sumido en una crisis política y económica que los desastres naturales no hacen más que agravar. El último sismo grave ocurrió en 2021.

En América Latina, otro terremoto se saldó con decenas de miles de muertos en el pasado: en torno a 66.000 personas murieron en el seísmo violento de Áncash, Perú, en 1970. En las fotografías de la época, se repiten escenas como las vividas estos días en Turquía y Siria, con vecinos entre escombros ayudando a sacar a los supervivientes.

Devastación entre Irán y la India, pero también en Europa

Un vistazo al mapa desvela que en Asia, concretamente al noreste del Golfo Pérsico, se concentran varios de los terremotos más relevantes del siglo XX, como el de Ashgabat, en Turkmenistán, que en 1948 pertenecía a la Unión Soviética. Más de 100.000 personas murieron tras el temblor de una magnitud de 7,3.

También con fuerzas inferiores a 8, otros seísmos han sido especialmente destructivos en Irán (50.000 muertos en 1990) y Pakistán. En este último país, en 1935, el temblor de la tierra destruyó por completo la ciudad de Quetta, al norte, con un balance de víctimas entre 30.000 y 60.000 personas; en 2005, en Cachemira murieron cerca de 86.000.

Y, finalmente, Europa no es ajena a este tipo de calamidades. En 1908, un terremoto entre Sicilia y Calabria, al sur de Italia, destruyó las ciudades de Messina y Reggio. La sacudida de una magnitud de 7,2 alzó un tsunami que golpeó tanto la costa de la 'bota' del continente como su isla más próxima. Además de la destrucción de localidades y puertos, se estima que causó de 70.000 a 100.000 muertes.

La perspectiva histórica demuestra que mayor magnitud no tiene por qué significar mayor destrucción. Terremotos con una magnitud por encima de 9, como el de Valdivia, Chile, en 1960 o el de Alaska, en EE.UU., en 1964, provocaron menos muertes, debido a diversos factores como la localización del temblor, el número de residentes en la zona o el tipo de edificaciones. Aun así, en Chile se lamentaron al menos 1.600 fallecidos y en Alaska, algo más de 100, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.