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Diagnóstico precoz, vida saludable y cerebro activo: las claves contra el alzhéimer

  • A pesar de que no tiene cura, es muy importante evitar los factores de riesgo para retrasar los efectos de esta enfermedad
  • En la actualidad, se está apostando por la detección precoz, que permite intervenir cuando el deterioro cognitivo es mínimo

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Mantener activo el cerebro hace que los síntomas del alzhéimer aparezcan más tarde.
Mantener activo el cerebro hace que los síntomas del alzhéimer aparezcan más tarde.

La enfermedad de Alzheimer sigue siendo una gran desconocida para la medicina, a pesar de que su prevalencia se ha disparado, y de que las previsiones apuntan a que va a crecer aún más en los próximos años. Pero, aunque actualmente no tiene cura, sí que existen distintos tratamientos farmacológicos que ayudan a paliar sus síntomas, contribuyendo a una mayor calidad de vida de los pacientes. Además, todos los especialistas coinciden en la importancia de llevar un estilo de vida saludable para retrasar sus efectos devastadores.

Una de las razones que explicarían por qué en la actualidad existen muy pocos tratamientos eficaces contra el alzhéimer es que esta patología se suele diagnosticar cuando ya han aparecido sus síntomas más visibles, mientras que el proceso que ha desembocado en la enfermedad normalmente ha comenzado muchos años antes. En la mayoría de los casos se llega tarde, y de ahí la importancia de las medidas preventivas, para ralentizar o incluso detener este proceso degenerativo cuando aún se está a tiempo.

A falta de un tratamiento curativo, en la actualidad se está apostando por la detección precoz, con el objetivo de ralentizar el deterioro de esas personas y mejorar su autonomía. Aunque en este sentido aún queda mucho camino por recorrer desde el punto de vista científico. Las investigaciones se están centrando en la búsqueda de biomarcadores y en intentar desentrañar los mecanismos de la enfermedad, pero se trata de una tarea complicada en la que los avances son desesperantemente lentos, algo a lo que contribuye el hecho de que el cerebro humano no solo es la estructura más compleja de nuestro cuerpo, sino probablemente de toda la naturaleza.

"El alzhéimer es la principal causa de demencia, pero hay muchas causas de demencia que originan una pérdida progresiva de neuronas. Desgraciadamente no tenemos cura para el alzhéimer, pero hay factores de riesgo asociados que sí que podemos prevenir, como por ejemplo el daño isquémico provocado por la hipertensión, el tabaco o la diabetes", declara a RTVE.es Teresa Moreno, coordinadora del grupo de estudio de Neurogeriatría de la Sociedad Española de Neurologia (SEN).

"Todos esos factores hacen que perdamos más neuronas, y controlándolos no nos vamos a curar del alzhéimer como tal, pero sí que ralentizaremos sus síntomas, lo que es muy importante, porque son enfermedades que progresan muy lentamente. Si en vez de iniciar síntomas a los 60 años, puedes conseguir hacerlo a los 90 años, es muy diferente", prosigue esta neuróloga.

Diagnóstico precoz

Por eso es tan importante un diagnóstico temprano, que permite intervenir cuando el deterioro cognitivo todavía es mínimo, lo que puede llegar a ralentizar e incluso a detener la enfermedad en estos compases iniciales. Las personas aquejadas de alzhéimer lo primero que pierden es la capacidad de aprender cosas nuevas, así como la memoria a corto plazo, mientras que siguen preservando la memoria a largo plazo. Por lo tanto, si se ataca la enfermedad cuando está dando sus primeros pasos, se asegura que una buena parte de la memoria permanece intacta.

"Si se diagnostica a nivel temprano, va a haber muy poca muerte neuronal, porque lo que sucede en las primeras fases no es tanto que las neuronas desaparezcan, sino que las conexiones entre las neuronas no funcionan de una manera correcta", describe Javier Sáez Valero, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Miguel Hernández e investigador principal del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC, quien recalca que "si somos capaces de incidir en esta fase, los enfermos de alzhéimer van a mantener una calidad de vida altísima".

Este científico, que también es miembro del CIBER en Enfermedades Neurodegenerativas y del Instituto de Investigación Sanitaria ISABIAL, define a la fase prodrómica de la enfermedad, en la que los síntomas son apenas visibles, como "la ventana ideal para ensayar terapias nuevas o incluso para intervenir con los abordajes actuales de terapia ocupacional o alguno de los fármacos que se utilizan de manera paliativa". Esta fase, según recuerda, puede durar hasta diez o quince años.

Aunque Sáez Valero también apunta a la necesidad de cuidar en todo momento aspectos como la alimentación, el ejercicio, la actividad mental... "Eso se tiene que hacer con sospecha de alzhéimer o sin él, porque significa un envejecimiento saludable", sugiere.

Importancia de una vida saludable

Numerosos estudios evidencian que en las personas con hábitos saludables, que mantienen una dieta mediterránea y hacen ejercicio físico con regularidad, la edad de inicio de las demencias se retrasa de una manera muy clara. Del mismo modo, hay una serie de factores identificados que pueden influir en la aceleración del deterioro cognitivo, como una menor educación, la hipertensión, el tabaquismo, la obesidad, la depresión, el sedentarismo, la diabetes, la escasez de relaciones sociales, la falta de sueño natural... La lectura positiva es que la mayoría de ellos son prevenibles.

En este sentido, los especialistas en enfermedades neurodegenerativas apuntan a que ya se han conseguido dar pasos importantes desde un punto de vista individual. "Estamos consiguiendo frenar el alzhéimer sin darnos cuenta", manifiesta a RTVE.es Juan Fortea, coordinador del grupo de estudio de conducta y demencia de la Sociedad Española de Neurología (SEN), quien pone un ejemplo para ilustrar su afirmación: "Si cojo una persona de 75 años de ahora y la comparo con una persona 75 años de 1980, esta última tenía más riesgo de padecer alzhéimer que la de ahora, ya que la incidencia ajustada por la edad ha disminuido. Lo que pasa es que actualmente tenemos una población más envejecida, y el envejecimiento generalizado ha diluido esa mejora a nivel individual".

Fortea opina que ahora "tenemos hábitos mucho más saludables" que hace unas décadas, ya que la población está "más educada" y es "más sana", algo a lo que han contribuido "los médicos de atención primaria", y otros especialistas como "los cardiólogos", quienes llevan muchos años enfatizando los beneficios de una vida saludable.

Sobre el papel de la atención primaria, que podría resultar determinante a la hora de llevar a cabo un diagnóstico temprano del alzhéimer, los médicos de familia critican que apenas pueden centrarse en este cometido, a pesar de que requiere "poca inversión". "Los test que se pueden realizar en consulta necesitan tiempo, y por eso no se están haciendo y la orientación acaba siendo, penosamente, derivar al paciente al neurólogo por parte del médico de familia con una lista de espera cada vez más alta", reconoce a RTVE.es Francisco José Sáez Martínez, responsable del grupo de trabajo de cronicidad de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

En una atención primaria cada vez más asfixiada, con una sobrecarga difícilmente soportable, el tiempo por paciente se ha convertido en uno de los bienes más preciados. "Diagnosticar el alzhéimer requiere tiempo y no podemos hacerlo porque seguimos centrándonos en el paciente que tiene catarro urgente, o en el que necesita la baja laboral o un certificado para pedir una evaluación de discapacidad… Ese tipo de cosas que están bloqueando la atención primaria", critica Sáez Martínez.

Un cerebro activo

Ante el tsunami de casos de alzhéimer que se avecina en los próximos años, provocado sobre todo por el envejecimiento poblacional, los neurólogos insisten en la importancia de abordar esta enfermedad desde un punto de vista preventivo, evitando sus principales factores de riesgo. Otro de los consejos más repetidos es el de intentar mantener activo el cerebro, un órgano se puede ejercitar en prácticamente todas las facetas de la vida, no solo desde el punto de vista puramente intelectual.

"Se ha visto que las curvas de aprendizaje y de olvido dependen de muchas variables, y una de ellas es la repetición. Como hacíamos en el colegio cuando estudiábamos, que teníamos que repasar una y otra vez las mismas cosas. Eso provoca un refuerzo del aprendizaje, y lo aprendido se fija más, por lo que cualquier ejercicio que se base en la repetición hace que refuerces muchas funciones neuronales", describe la doctora Teresa Moreno, quien recalca que estos ejercicios se pueden hacer a cualquier edad, aunque "la pérdida de memoria es más evidente en personas mayores".

"Hagas lo que hagas, hazlo bien y hazlo muchas veces. Y también con atención, porque la atención mejora mucho la memoria. No es necesario que todo el mundo sea ingeniero bioquímico, cada uno puede hacerlo en su vida diaria", recomienda esta neuróloga, al mismo tiempo que explica que "si estás activo mentalmente, no vas a desarrollar menos demencia, pero los síntomas van a aparecer más tarde".