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Incendios forestales

El perfil del autor de los incendios: hombre de campo, mayor de 46 años y sin antecedentes

  • Un algoritmo de la Guardia Civil revela que el 60% de los fuegos en nuestro país ocurren por imprudencias

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Un Guardia Civil otea uno de los incendios que han afectado al Geoparque Mundial de la UNESCO Montañas do Courel, en Lugo.
Un Guardia Civil otea uno de los incendios que han afectado al Geoparque Mundial de la UNESCO Montañas do Courel, en Lugo.

Con casi 300.000 hectáreas de bosque quemadas en lo que va de 2022 según datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, España ha registrado su peor temporada de incendios en lo que va de siglo. Pero, después de atender la emergencia y sofocar el fuego, aún queda por investigar cuáles fueron las causas e identificar a sus responsables.

Los incendios son un delito que deja poco de su autor en la escena del "crimen" y que también arrasa las pruebas. Por ejemplo, de los 8.780 fuegos registrados en 2021, solo se identificó al autor o autores en alrededor de medio millar. Esta es la necesidad que ha llevado a la Guardia Civil a desarrollar un algoritmo matemático para perfilar a los posibles pirómanos, una herramienta que también planea usar la Fiscalía de Medio Ambiente.

En general, detrás de la mayoría de los incendios forestales hay un hombre mayor de 46 años, adaptado y autónomo, que vive del campo y que no tiene antecedentes. Es la conclusión a la que ha llegado el comandante Andrés Sotoca, jefe de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Unidad Técnica de Policía Judicial (UTPJ) de la Guardia Civil.

Las imprudencias están detrás del 60% de los incendios

El 60% de los fuegos que se producen en nuestro país tiene su origen en imprudencias graves o leves, explica Sotoca a Efe, para resumir el resultado de analizar una base de datos con información de más de 3.000 casos de incendios forestales con autor identificado, detenido o investigado. La mayoría son imprudencias leves, continúa el comandante. Fuegos accidentales en los que el autor asume su responsabilidad e, incluso, participa en la extinción. No obstante, en una de cada cinco, el descuido es grave, y el autor escapa del lugar y oculta su acción.

Hay otro 20% de los incendios que son patológicos o "sin sentido"; en torno al 10% se provocan para obtener un beneficio y un 4,7% se desencadenan por venganza. A estos grupos se suman los pirómanos, una enfermedad cuyo diagnóstico es poco frecuente y aparece en las clasificaciones internacionales como un trastorno de los hábitos y del control de los impulsos. Sotoca explica que representan un porcentaje pequeño, que son personas que disfrutan contemplando el fuego e incluso apagándolo y que tienen un deseo irrefrenable de quemar.

Por otra parte, los porcentajes se invierten si se analizan los casos de incendiarios que cumplen condena por estos delitos. De estos presos, un 52% ha actuado de manera patológica o "sin sentido", un 20% ha cometido una imprudencia y un 16% ha quemado un bosque para obtener un beneficio. Solo el 8% del primer grupo son pirómanos, mientras que el otro 44% sufre algún tipo de trastorno mental o de personalidad y es consumidor de sustancias estupefacientes o, sobre todo, de alcohol.

El comandante Andrés Sotoca desarrolló esta herramienta tras la ola de incendios que asoló Galicia en 2006, y ya son muchos los agentes de las comandancias que acuden a él para que les aporte una hipótesis del perfil del autor del fuego que investigan. Con los datos que le facilitan, el comandante realiza un informe que se incluye en las diligencias.

¿Cuál es el 'retrato-robot conductual' del incendiario?

Sotoca reconoce que a medida que vaya aumentando la información que alimenta al algoritmo los resultados serán más afinados, pero su herramienta ya permite extraer un perfil bastante ajustado del autor del incendio. Estos son los principales tipos:

1. Imprudencias graves. El sistema arroja el perfil de un hombre mayor de 46 años, adaptado, casado, autónomo, con una actividad laboral en el campo, sin antecedentes y sin problemas psicológicos. El incendio destaca por tener un solo foco de fuego que se inicia cerca de una superficie agrícola y no utiliza acelerantes o retardantes. Quienes denuncian o avisan del incendio suelen ser los testigos y la imprudencia se suele cometer en primavera, otoño o invierno, por la mañana o la tarde.

2. Los incendiarios "sin sentido". También predomina el perfil masculino, pero en este caso es menor de 46 años, soltero, separado o viudo. Está en paro o tiene ingresos escasos, vive solo, no tiene muchos amigos y está en tratamiento psicológico, consume drogas o alcohol y actúa bajo sus efectos.

El delito suele cometerse en verano y por la noche y, al contrario de lo que ocurre en las imprudencias graves, el incendiario prende más de un foco en una zona de riesgo alto. Se desplaza hasta allí a pie, porque vive cerca, usa un mechero o artefacto incendiario y el fuego comienza en una carretera o pista cercana a la masa forestal. Son los vecinos quienes denuncian el incendio, mientras que el autor ni permanece en el lugar ni ayuda en la extinción.

3. Quemar para obtener un beneficio económico. De nuevo se trata de un hombre, autónomo, que vive en pareja, tiene estudios elementales, está adaptado y tiene unos ingresos de entre 600 y 1.200 euros mensuales. Actúa en otoño e invierno, prende más de un foco e inicia el fuego en una carretera de uso ganadero o cinegético. Suele vivir en la misma localidad en la que comete el delito y se desplaza en todoterreno al lugar de los hechos. Usa un mechero o algo similar y a veces es él mismo quien avisa del fuego. Suele ser un incendiario "en serie".

4. Quemar por venganza. El "retrato-robot conductual" de estos incendiarios es muy parecido al de los que actúan de forma patológica. Pero en este caso, está más inadaptado y tiene muy poco contacto social. También constan registros de personas con antecedentes por este delito. No obstante, Sotoca señala que no hay muchos casos y, por tanto, la muestra aún es pequeña para poder trazar un perfil más ajustado.

"El alcoholismo, más frecuente en incendiarios jóvenes"

En la línea de los hallazgos del comandante Sotoca, el exjefe del Servicio de Clínica Médico Forense del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Sevilla, Fernando Heredia, identifica cuatro modalidades de conducta incendiaria: los que provocan el fuego como venganza y tratan de destruir lo que no poseen; los delincuentes, que actúan con ánimo criminal para obtener beneficio de sus fechorías; el pirómano-incendiario perverso, que exalta un sentimiento narcisista generado al constatar que su conducta es objeto de atención; y los sujetos con alguna patología mental.

El abuso de sustancias como el alcohol destaca en este último grupo, explica Heredia, en un artículo en el que señala que existen estudios que apuntan tanto una conducta agresiva, que se manifiesta en al menos la mitad de la población incendiaria, como trastornos de la personalidad y dependencia del alcohol. "El alcoholismo es más frecuente entre los incendiarios más jóvenes, y en el acto de preparar el incendio", afirma el forense.