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Cambio climático

Las muertes atribuidas al calor en España triplican la media de los últimos cinco años

  • Se calcula que este año han muerto más de 4.700 personas en España por causas relacionadas con el calor

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Un termómetro marca 43 grados en la rotonda Norte de Murcia.
Un termómetro marca 43 grados en la rotonda Norte de Murcia.

España va camino de vivir el verano más cálido desde que hay registros. También uno de los más secos, en el que las temperaturas por encima de lo normal han predominado desde el mes de mayo. Factores climáticos que han influido en que el país esté viviendo la oleada de incendios forestales más grande en lo que va de siglo y en que 2022 destaque como el año con más muertes atribuibles al calor, al menos desde 2015.

El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), estima que en España se han producido algo más de 4.700 muertes relacionadas con el exceso de temperatura entre finales de abril y comienzos de septiembre. Esto representa en torno al 3,2% de las muertes observadas por cualquier causa, duplica el registro de muertes atribuibles al calor más alto para estas fechas -registrado en 2017- y multiplica por tres la media de los últimos cinco años. Unas 3.800 de esas muertes se produjeron solo entre los meses de julio y agosto.

El MoMo calcula el número de muertes atribuibles al calor como la diferencia entre la mortalidad estimada sin episodios de exceso de temperatura y el mismo valor cuando los termómetros suben por encima de lo normal. Lo hace a partir de datos reales de las partidas de defunción de los registros civiles, de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Para que una muerte pueda ser contabilizada oficialmente como "golpe de calor" tiene que constar como tal en el certificado de defunción. Como este dato no se conoce inmediatamente y pueden pasar hasta tres meses hasta que se codifica, el impacto del calor sobre la mortalidad en tiempo real se mide recurriendo a la mortalidad atribuible, una estimación a través de modelos y análisis epidemiológicos.

Como recuerda el profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia Óscar Zurriaga, además de traer muchos inconvenientes a la vida cotidiana, las altas temperaturas pueden estar detrás de un empeoramiento del estado de salud de una persona o ser la causa de su muerte. A través de sistemas como el MoMo "podemos hacernos una idea de ese impacto en un tiempo oportuno para actuar", explica en conversación con DatosRTVE.

83 muertes al día durante las olas de calor

En España, cada vez hace más calor y cada vez llega más pronto. Esto es lo que se desprende de un artículo publicado a mediados de agosto en el blog de AEMET en el que los técnicos José Ángel Núñez y Rubén del Campo señalan que el trimestre compuesto por mayo, junio y julio ha sido más cálido que el 60% de los veranos de nuestro país. En este tiempo, el MoMo registró unas 3.100 muertes atribuibles al calor; cinco veces más que en el mismo periodo de 2021 y 1.050 más que 2015, el año con el recuento más alto a esa altura del verano. "Más que una alarma directa, el MoMo nos permite comprobar de manera indirecta cuántas muertes se están produciendo, así como su impacto sobre determinadas patologías", explica Zurriaga.

Además, el efecto del exceso de temperatura en la mortalidad se observa sobre todo durante las tres olas de calor de los últimos meses. Se estima que en 42 días de exceso de temperatura se han producido en torno al 75% de todas las muertes atribuibles a este fenómeno; lo que equivale a 83 muertes cada uno de esos días.

Durante la primera ola de calor, especialmente temprana entre el 12 y el 18 de junio, el MoMo calcula que se produjeron 362 muertes atribuibles al exceso de temperatura. En la segunda, que destacó por su intensidad, extensión geográfica y duración, el recuento se eleva a 1.885 decesos, lo que quintuplica las muertes relacionadas con el calor que se contabilizaron durante una ola ligeramente más breve registrada en las mismas fechas de 2021.

La estadística revela otro repunte de 1.274 muertes atribuibles al exceso de temperatura durante el fuerte episodio de calor registrado entre el 30 de julio y el 15 de agosto. No obstante, como se ve en el siguiente gráfico, la curva de decesos muestra que se han producido muertes relacionadas con el calor durante los dos últimos meses.

El exceso de mortalidad atribuible al calor de la primera quincena de agosto coincide con un periodo que AEMET califica como el segundo más cálido de la serie interanual, solo superado por las temperaturas registradas del 1 al 15 de agosto de 2003.

Durante el verano de 2021 en España murieron 1.447 personas por causas atribuibles al exceso de temperatura, de acuerdo con la revisión al alza del informe anual de Estimaciones de la mortalidad atribuible a excesos de temperatura del ISCIII a partir de datos más recientes. Más de la mitad de estas muertes se produjeron en el mes de agosto.

Muertes atribuibles al calor en cada provincia

Las muertes de tres hombres madrileños por golpes de calor provocaron titulares de prensa y alimentaron tertulias políticas durante mediados de julio. Ahora bien, estos casos representan tan solo un pequeño porcentaje de las defunciones que pueden atribuirse al calor en Madrid.

Aunque Madrid es la provincia de España que más muertes atribuibles al calor ha contabilizado este verano en términos absolutos, las provincias del centro oeste y del norte peninsular que carecen de costa son las que más incidencia de la mortalidad atribuible al calor han registrado en términos relativos.

Palencia, Huesca y Cuenca son las que más han sufrido en relación con sus cifras de población. Las tres superan los 40 fallecidos por cada 100.000 habitantes, seguidas a cierta distancia por Ávila, con 32 muertes. Por su parte, territorios más poblados como Madrid y Barcelona se sitúan en torno a los 19 y siete decesos atribuibles al calor, respectivamente.

Para Óscar Zurriaga, la explicación de estas tendencias tiene un elemento histórico y otro adaptativo. Por un lado, explica que hay lugares en los que la construcción de las viviendas ha evolucionado más para protegerse del frío que para refugiarse del calor en esos lugares, mientras que lo ha hecho al contrario en la costa mediterránea. Por otro, el experto de la Universidad de Valencia añade que "el ser humano tiene una capacidad de adaptación tremenda que ya se ha puesto en marcha" para acomodarse a los cambios en el clima.

Su punto de vista coincide con el expresado por el responsable de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Amiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III. "Si no nos adaptamos, en España podría haber hasta 13.000 muertes al año en vez de las 1.300 de media anual que se produjeron en el periodo 2000-2009", advirtió Julio Díaz en el Congrso Anual de la Sociedad Española de Epidemiología celebrado a finales de agosto en San Sebastián.

Los responsables del ISCIII reconocen que hará falta recalcular el modelo del MoMo para incorporar eventos como el retraso del tratamiento de algunas patologías que ha provocado la pandemia. No obstante, Zurriaga insiste en que en datos como el exceso de mortalidad asociado al calor de este año deberían dejar sin argumentos a quienes niegan el cambio climático y sus efectos sobre la salud. Son "un aviso perentorio de la necesidad de tomar medidas y cambiar de hábitos", afirma.

Kairós: un semáforo para las muertes asociadas al calor

Mientras el MoMo es un modelo que mide las muertes asociadas al calor a partir de datos de defunciones, existe otra herramienta para anticiparse en la toma de decisiones preventivas frente al calor: el Índice Kairós. Se trata de un modelo predictivo que establece tres niveles de alerta de mortalidad asociada al calor y que comienza a funcionar cuando la probabilidad de que se produzca un exceso de defunciones atribuibles a la temperatura es igual o superior al 10%.

A partir de entonces, se considera que el riesgo es nulo cuando la probabilidad de exceso de mortalidad atribuible a temperatura es inferior al 40%; moderado, cuando está entre el 40% y el 60%, y alto, cuando lo supera.

Este indicador, cuya predicción mira cuatro días hacia el futuro de una forma similar a como lo hace la meteorología, revela que tres cuartas partes de todos los decesos achacables a las altas temperaturas registrados en Madrid entre julio y agosto han coincidido con un episodio de riesgo alto de mortalidad por calor.

En el extremo opuesto, el semáforo elaborado por el ISCIII no ha registrado ni periodos de riesgo de mortalidad por altas temperaturas ni muertes atribuibles a este fenómeno en Murcia, Cantabria, Baleares y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Sin embargo, sí ha habido muertes achacables al calor en Asturias y Canarias, a pesar de contar con una probabilidad de exceso de mortalidad atribuible a temperatura inferior al 40% durante todo el verano.