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Cazadores de virus: los científicos del Amazonas investigan cómo anticiparse a la próxima pandemia

  • Parte de su trabajo de campo es estudiar a los murciélagos, uno de los animales de la selva con más virus
  • Las grandes deforestaciones podrían dispersar los virus y aumentar el riesgo de transmisiones

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Cazadores de virus

Algunos investigadores de Brasil viven una guerra que no se ve: la de los millones de microorganismos que impregnan la selva. Trabajan en el corazón del Amazonas detectando bacterias que puedan provocar enfermedades aún desconocidas para el mundo. Son cazadores de virus.

"Si el virus del COVID-19 habríamos sabido, por ejemplo, que las mascarillas eran imprescindibles por su alto grado de contagio", explica Alessandra Nava. Es veterinaria e investigadora en la Fundación Oswaldo Cruz de Manaos, la capital del Amazonas brasileño.

Estos días trabaja con su equipo en la Comunidad de Río Pardo, en el corazón de la selva. Para llegar hasta este pequeño asentamiento rural hay que hacer un viaje en todoterreno, de 300 kilómetros desde Manaos, por una larga carretera de tierra plagada de socavones y profundos charcos de agua. Estamos en plena temporada de lluvias, y acceder a ciertos lugares en esta parte del mundo, es engorroso. Alessandra y su equipo pasarán aquí 15 días.

El estudio de los murciélagos

Parte de su trabajo de campo es estudiar a los murciélagos. Durante la época húmeda es cuando estos animales disponen de más alimento, así que es probable que esta noche atrapen a varios.

"El murciélago es uno de los animales de la selva con más virus. Actúa como reservorio de muchos patógenos; por eso es objeto de estudio", dice.

Y en los últimos años han descubierto que si estos animales viven cerca de poblaciones humanas o de otras especies, "la carga de estos microorganismos es mayor", dice Alessandra. Por eso analizar su sangre y sus heces es clave para saber qué enfermedades circulan actualmente entre los animales salvajes y si pueden ser graves para los humanos.

Alessandra Nava, veterinaria:

Alessandra Nava, veterinaria: "El murciélago es uno de los animales de la selva con más virus" Nacho Villanueva

El sistema para atrapar murciélagos es sencillo. Hay que colocar varios metros de red de niebla en una zona frondosa apartada de la carretera, la misma red que se utiliza para cazar aves. Es fina, delicada y casi imperceptible por la noche para el ojo humano. Luego hay que retirarse en silencio y regresar a la media hora para ver si algún murciélago ha quedado atrapado.

Esta vez 12 de una tacada. Gabriel Mendes, biólogo del equipo, es el encargado de retirarlos con delicadeza. "Tenemos que desenredarlos rápido para que no se líen demasiado", dice. Luego se meten en bolsas de tela y se llevan hasta el laboratorio situado a escasos metros de la trampa. Es una caseta de madera con tres salas que pertenece al Ministerio de Salud y donde los científicos estudian, comen y duermen.

El equipo de investigadores en Manaos trabaja identificando los virus para engrosar el catálogo de posibles enfermedades

El equipo de investigadores en Manaos trabaja identificando los virus para engrosar el catálogo de posibles enfermedades Nacho Villanueva

El objetivo: cómo actuar en caso de pandemia

Los murciélagos gimen atemorizados dentro de los saquitos que cuelgan de un cordel en medio de la habitación. Mientras, los científicos se cubren con guantes y máscaras antigás, -inhalar los excrementos de los murciélagos puede ser nefasto para sus pulmones-, luego los sacan uno por uno para hacerles análisis de sangre, de heces y para retirarles los insectos que tengan pegados a sus pelos.

Todas las muestras se guardan en una botella de nitrógeno para analizarlas en Manaos días después. "Lo importante es conocer qué virus están circulando en la selva para saber cómo actuar si hay otra pandemia", nos cuentan.

La Amazonía es uno de los ecosistemas más complejos y apasionantes del mundo. Dentro de su frondosa y profunda naturaleza, con más de 400 millones de árboles, se estima que habitan más virus que estrellas en nuestra galaxia.

Manaos es un ejemplo del contacto constante entre humanos y enfermedades de la selva

Manaos es un ejemplo del contacto constante entre humanos y enfermedades de la selva Nacho Villanueva

"Eso quiere decir que puede haber más de 400 mil millones, y casi todos, desconocidos", dice Gemilson Soares, virólogo del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía (INPA). "El problema es cuando algunos de esos microorganismos entran en contacto con los humanos. Si la población se contagia de un virus grave, se puede convertir en pandemia", se lamenta.

La mayoría de las veces convivimos relativamente ajenos a esas enfermedades en un mundo cargado de virus. Pero la realidad, dice, "es que el Amazonas, y todos los ecosistemas naturales en general, se ven alterados por la acción humana. Las grandes deforestaciones, por ejemplo, expulsan a los virus, los dispersa, y eso aumenta el riesgo de transmisiones", afirma Gemilson.

La Amazonía es uno de los ecosistemas más complejos y apasionantes del mundo

La Amazonía es uno de los ecosistemas más complejos y apasionantes del mundo Nacho Villanueva

Manaos, un ejemplo entre humanos y enfermedades de la selva

Manaos es un ejemplo de ese contacto constante entre humanos y enfermedades de la selva. La ciudad tiene poco más de 2 millones de personas y está, literalmente, en mitad del Amazonas. A finales del siglo XIX vivió su época dorada con la industria del caucho. Fueron años gloriosos. Luego esa industria languideció y con ella el resto de la ciudad. Ahora, a medida que uno se aleja del núcleo urbano, percibe la decadencia y el desorden urbano.

"No hay planificación", explica Heitor Pinheiro, del Observatorio de la Región Metropolitana de Manaos. "En 30 años la ciudad se ha duplicado en población y en extensión, pero sin ningún tipo de orden". Recorremos con él el suburbio de Ciudad de Dios, en la periferia de la ciudad.

Aquí las casas se construyeron engullendo la Amazonía: se cortaron árboles, se destruyó el ecosistema natural, se dispersaron los virus y se dispararon las enfermedades. Manaos se extendió hacia el norte de forma desmesurada. "Ahí las casas se comen la selva poco a poco y pone en riesgo a la población", dice Heitor.

La próxima pandemia aflorará en apenas diez años

La mancha urbana de la ciudad aumentó cerca de 100 kilómetros cuadrados en tres décadas, lo equivalente a la ciudad de Barcelona.

"Donde están todas estas viviendas, antes había selva", cuenta Jailson, un joven de 25 años que se crio en Ciudad de Dios. "Había muchos mosquitos y la gente se quejaba de la cantidad de arañas y serpientes que entraban en casa", recuerda. Algo parecido pasó en el barrio en el que vive Miguel, más al norte y más reciente.

"Compré esta casa porque me gustaba ver la selva por la ventana y en dos años la destruyeron para construir casas. Los casos de malaria subieron", se lamenta.

Cazadores de virus en Brasil, los científicos intentan adelantarse a otra posible pandemia

"La selva se desangra y nosotros también", alerta Gemilson de INPA, “la próxima pandemia aflorará en apenas diez años” añade, e insiste en que las políticas preventivas y de conservación son clave para evitar otro desastre como el vivido en los últimos dos años.

Para ello también es imprescindible el trabajo de los científicos. Son ellos los que trabajan en la primera línea de una batalla invisible y global. Es clave que sigan identificando los virus y engrosando el catálogo de posibles enfermedades para compartirlo con todos los investigadores del mundo. Conocer el comportamiento de esos virus nos ayudará a afrontar futuras pandemias.